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Un encuentro con Harry Potter y los fantasmas de Edimburgo

Por Alejandro San Martín

A quien le guste la experiencia de compartir un momento con fantasmas, de los buenos y los malos, transitar las historias sobrenaturales en un escenario a la medida de las expectativas; o bien dejar volar la imaginación por el mundo fantástico de Harry Potter, sin dudas deberá recorrer las entrañas de la capital de Escocia, Edimburgo, donde todo es posible.

En ese camino se internó este cronista, quien, pese a no ser un fanático de las aventuras del popular mago, no pude evitar "espiar" ese universo literario y confirmar que la saga no pudo haber salido de otro lugar que no sea esa ciudad plagada de historias fantásticas, y hasta macabras.

Zigzagueando por angostos pasadizos de calles empedradas, llegué adonde, se supone, surgió el mito: The Elephant House, en George IV Bridge, el bar en el que J.K Rowling escribía incansable en uno de los rincones la obra que la haría inmensamente popular y millonaria.

Inspiración 

El establecimiento es lugar de peregrinaje de los fanáticos que se paran ante sus grandes ventanales y su fachada colorada para fisgonear hacia el interior y descubrir la mesa donde se gestó el personaje y sus aventuras.

Las construcciones del old town que se despliegan por esa zona donde la piedra conserva ese matiz oscurecido por el tiempo -es la única ciudad de Europa que conozco que deja sin limpiar las fachadas, lo que le da un sesgo de antigüedad absoluta-, y que fueron la escenografía perfecta para que la escritora hiciera volar su imaginación.

Los lugareños no dejan que el mito caiga, pero los más indiscretos aseguran que no fue ese lugar donde Rowing inició sus historias, sino que lo hizo en el Nicholson's Café (hoy cafetería Spoon), ubicado en la Nicholson Street, y que tiene una placa que devela el secreto.

Si se observa desde el interior de The Elephant House a través de los grandes ventanales, se adivina en lo alto la figura central del Castillo de Edimburgo, fortaleza situada en el extremo oeste de la Royal Mile y de la Old Town, cuyo interior ha visto nacer y morir reyes escoceses y fue escenario de batallas, invasiones y asedios a lo largo de los siglos.

Sin dudas fue una fuente de inspiración para la escritora, así como el cementerio de Greyfriars donde cuenta la leyenda que se ubica la tumba del malvado Voldemort, y de cuyas tumbas recogió el nombre de alguno de sus personajes, como el de la profesora Minerva McGonagall.

Ese cementerio es el más conocido de la ciudad, no sólo por las apariciones de viejos espíritus que lo habitan, sino por la historia del perro Bobby -hoy tiene pub y estatua incluida- que durante años veló sobre la tumba de su dueño. 

Escenarios

La famosa escuela de magos Hogwarts que habita en las páginas de los libros de Harry Potter está inspirada en la George Heriot's School, muy cercana al cementerio, y que al igual que en las novelas, está dividida en cuatro casas: Lauriston (caracterizada por el color verde), Greyfriars (blanco), Raeburn (rojo) y Castle (azul).

Además, dicen que Rowling inspiró el bullicioso Callejón Diagon, donde los magos acuden a aprovisionarse de todo el material necesario, en una conocida y pintoresca calle de Edimburgo, Victoria Street, que también está repleta de tiendas, como un establecimiento de productos de broma al más puro estilo de los gemelos Weasley.

Para conocer estas similitudes, y varias más, se ideó un tour específico llamado el Potter Trail que recorre estos lugares donde supuestamente se inspiró la escritora, aunque se debe advertir que no se permite el acceso a ningún edificio privado, con lo que quita un poco de encanto a la visita.

Después de tanta magia, era el momento para un paseo por la tradicional Royal Mile (Milla Real), la calle más famosa de la ciudad que comunica el Castillo de Edimburgo, al oeste, con el Palacio de Holyroodhouse, al este. 

A lo largo de toda esa arteria de estilo inconfundible se encuentran decenas de callejones (closes) y patios (courts) que invitan a soñar con la vida en el medioevo escocés.

Los fantasmas

Frente a uno de los tantos negocios de regalos y recuerdos, a metros del Castillo de Edimburgo y cerca de la Castle Esplanade, donde se quemaban las brujas, un hombre anuncia la venta de tickets para conocer los fantasmas de Edimburgo, una invitación atrayente e intrigante.

La cita es a las 19.30 frente a la estación del ferrocarril de Waverley, a pocos pasos del monumento des tilo gótico y de corte vitoriano erigido en honor del escritor escocés Sir Walter Scott -autor de la renombrada Ivanhoe- que se levanta en la Princes Street Gardens.

El bus negro de dos pisos invita a los pasajeros a subir para comenzar el "tenebroso" viaje por los secretos más oscuros de Edimburgo, y el anfitrión, una especie de Aníbal Pachano versión escocesa, sube y baja, salta, ríe, pone voz lúgubre y habla con el chófer invisible en medio de una espesa niebla que envuelve el interior del vehículo.

Más en paso de comedia que de terror, el estrafalario maestro de ceremonias va contando historias "de las de verdad", que si no fuera por el impostor, causarían escalofríos a los más desprevenidos.

En la oscuridad herida por las luces de la ciudad se adivina el Arthur's Seat, la colina más alta de Edimburgo, en cuya la ladera unos chicos descubrieron, en junio de 1836, unos 17 ataúdes tallados en miniatura que según la leyenda popular, representaban a las 17 víctimas de los asesinos Burke y Hare, que mataban para vender los cadáveres a la escuela de anatomía de la ciudad.

Más adelante es el turno de los lamentos de la niña de Mary King's Close, muerta por la peste y que siglos después sigue quejándose por la ciudad subterránea formada una red de callejones tapiados en el siglo XVII.

No podían faltar las 120 criptas y pasillos subterráneos en el South Bridg;i la historia de la "medio ahorcada" Maggie Dickinson; los infanticidas del barrio de Stockbridge contiguo al New Town y a orillas del río Water of Leith; ni las inexplicables presencias en el cementerio de Greyfriars, para completar el sobrenatural circuito.

Harry Potter nació innegablemente en Edimburgo, pero creció primero en las letras de la afamada escritora hasta llegar a la gran pantalla. Los impresionantes paisajes escoceses fueron un sello distintivo en la gran saga literaria.

PARA CONOCER >> INGLATERRA Y ESCOCIA 

1.    Alnwick (Inglaterra)

En la primera película de Harry Potter aparece un escenario inglés (Harry Potter y la piedra filosofal), se trata del castillo de Alnwick, en el norte de Inglaterra. Allí podemos ver dónde tuvo lugar la primera lección de escoba de Harry, además de poder disfrutar nosotros mismos de estas clases y revivir los momentos inolvidables que tienen que ver con estas obras. 

2.    Viaducto de Glenfinnan (Escocia) 

La segunda entrega de Harry Potter (Harry Potter y la cámara secreta) triunfa con dos de los lugares más emblemáticos de Escocia. Los más fans recordaremos siempre la mítica escena en la que Harry y su amigo Ron persiguen la locomotora del Hogwarts Express conduciendo un Ford Anglia volador, sobre todo cuando van esquivando los diferentes arcos del puente por el que pasan las vías del ferrocarril. Si fuésemos hacia la isla de Skye, pasaríamos por el viaducto de Glenfinnan, donde podríamos volver a revivir esta mítica escena que, sin duda, es una de las más representativas tanto de los libros como de las películas. 

3.    ClaChaig Gully  (Escocia)

Si quisiéramos ir a tomar una taza de té a casa de Hagrid, el guardián del castillo, podríamos hacerlo. Únicamente tendríamos que desplazarnos hasta ClaChaig Gully, donde podríamos ver esta casa donde, quién sabe, a lo mejor podemos encontrar los famosos huevos de dragón y diferentes ejemplares de raras criaturas del bosque prohibido. 

Más info en viajarporescocia.com

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