En Europa se está ventilando -con posibilidades de terminar en un gran escándalo político, económico e institucional-, una espinosa situación con ribetes argumentales parecidos a los que estamos muy acostumbrados los latinoamericanos, especialmente los argentinos. Andan circulando partidas de carnes etiquetadas falsamente como “vacunas” que en realidad son de caballo.
Desde siempre, leyenda o no, se ha hablado de la carne de caballo servida clandestinamente en algunos comercios inescrupulosos o disfrazada en algunos chacinados como la mortadela, pero nunca se llegó a una demostración concreta.
El presunto consumo de carne de caballo por parte de los argentinos siempre fue rechazado de plazo por costumbres ancestrales y sobre todo, por cuestiones afectivas íntimamente entroncadas en la historia, donde el caballo juega un rol fundamental.
Pero en países europeos y asiáticos no ocurre lo mismo y hacia ellos exportamos carne de caballo. Pero lo que está ocurriendo hoy, es una estafa a gran escala, mediante la cual se está haciendo pasar gato por liebre, o caballo por vaca, que es cosa mucho mayor.
Los países de Europa podrían endurecer las pruebas de productos alimentarios en respuesta a ese escándalo que involucra carne de caballo vendida falsamente como vacuno, mientras las autoridades se esfuerzan por identificar a la fuente sospechosa del fraude.
“Todas las compañías que han manejado carne de caballo etiquetada falsamente están bajo sospecha”, afirmó el jefe de salud de la Unión Europea, quien agregó que la Comisión Europea estaba considerando fortalecer las reglas del bloque sobre etiquetas de los productos.
Si bien las autoridades indicaron que no existe riesgo a la salud pública a partir de los alimentos afectados, el incidente provocó repugnancia en Gran Bretaña, donde muchos ven la idea de comer carne de caballo con disgusto, y plantearon preocupaciones sobre la seguridad de las complicadas cadenas de abastecimiento en Europa.
“Es evidente que en algún lugar de la línea, alguien ha etiquetado fraudulentamente o quizás negligentemente un producto en forma engañosa”, declaró a la prensa el comisionado de salud de la Unión Europea, Tonio Borg.
El 15 de enero, pruebas de rutina por parte de la Autoridad de Seguridad Alimentaria de Irlanda hallaron carne de caballo en hamburguesas congeladas de vacuno producidas por empresas en Irlanda y Gran Bretaña y vendidas en cadenas de supermercados, incluyendo a Tesco, el mayor minorista de Gran Bretaña.
Las preocupaciones aumentaron la semana pasada cuando la unidad británica del grupo de alimentos congelados Findus comenzó a retirar del mercado paquetes de lasaña de vacuno ante un consejo de su proveedor francés Comigel, luego de que pruebas mostraron que hasta un 100 por ciento de la carne que contenían era de caballo.
También ha emergido la primera evidencia de que el escándalo de etiquetado podría ir más allá de la carne de caballo, luego de que la tienda británica de abarrotes Waitrose dijo que sus pruebas habían hallado que algunas de sus albóndigas británicas de vacuno congeladas podrían contener cerdo. La compañía, parte del John Lewis Partnership, ha retirado el producto de la venta.
El escándalo por alimentos con carne de caballo detectados en varios países europeos podría haber llegado también a Alemania.