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Historias de enigmáticas desapariciones

A lo largo de la historia de nuestro mundo hay muchos casos de desapariciones de personas que nunca fueron aclarados, han ocurrido en distintas épocas y países y siguen ocurriendo en la actualidad, aunque no tienen mucha difusión periodística. No es novedad para los servicios de seguridad que año tras año ocurren desapariciones sin explicación.

Por Francisco Villagrán

Especial para El Litoral

En la historia no muy lejana aparecen varios hechos firmes de desaparición de personas, casos bien fundamentados y con testimonios veraces de personas que fueron ocasionales testigos. Uno de ellos se registró en 1909, cuando se produce la desaparición del niño Oliver Thomas, que por muchos investigadores es considerado como, quizás, el primer caso de abducción extraterrestre de la historia.

En la Nochebuena de 1909, en Brecon, región montañosa del país de Gales, Oliver Thomas, un niño de 11 años, salió al patio de su casa para buscar agua en el aljibe. La familia estaba reunida para la tradicional cena y recibir la Navidad; en la casa estaban familiares y algunos vecinos invitados, entre ellos el alcalde y el jefe de Policía, ya que la familia era muy apreciada por todos en la zona. La madre le dijo a Oliver que fuera a buscar agua al pozo, y como hacía mucho frío y estaba nevando, lo abrigó con un saco de lana y lo envió afuera. A poco de salir el muchacho a buscar el agua al aljibe, que no estaba a más de 50 metros de distancia de la casa, todos los allí reunidos escucharon desde el comedor los gritos desesperados del niño pidiendo auxilio. Sin perder tiempo, todos salieron corriendo inmediatamente en su busca, provistos de lámparas de parafina para alumbrar la oscuridad de la cruda noche invernal.

Las pisadas de Oliver llegaban hasta el aljibe, al costado del cual se podía ver el balde vacío, sin embargo las huellas terminaban allí y no se distinguía en la nieve ninguna otra marca. Todos miraban hacia arriba, porque de allí provenían los gritos del niño que gritaba desesperadamente “ayúdenme, me llevan”. La gente, muda de terror, seguía mirando hacia arriba sin ver nada en la oscura noche y escuchando la voz del pobre chico que, desde arriba y en medio de la oscuridad, imploraba ayuda diciendo que algo, de lo que no lograba zafarse, lo había atrapado. Lentamente los gritos del desdichado se fueron haciendo más débiles, hasta que se dejaron de escuchar.

Esa fue la última vez que se supo de él, todos salieron con lámparas en medio de la fría y oscura noche, buscando algún rastro de Oliver, pero no hallaron nada. Algunos pensaron que pudo ser un lobo que se lo llevó, pero como las huellas llegaban hasta el aljibe y ahí desaparecían, desestimaron esta posibilidad, además los gritos de ayuda provenían de arriba, prueba evidente de que algo o alguien lo había raptado.

Apenas amaneció, ya con la luz del día, se formaron partidas de voluntarios que recorrieron prácticamente toda la comarca, tarea que hicieron durante varios días infructuosamente, sin el más mínimo resultado, buscando por todos lados a Oliver Thomas. Pero, ¿quién hizo eso y para qué? Lo más lógico es pensar que algo que volaba se lo llevó hacia arriba. ¿Fue quizás esta la primera abducción extraterrestre de la historia? Todo puede ser.

Los investigadores de este tipo de casos quedaron perplejos al no encontrar ninguna explicación racional de este increíble suceso. Y como si esto fuera poco, seis años más tarde, precisamente el 28 de agosto de 1915, en Galípoli, Dardanelos, el regimiento británico de Norfolk, integrado por varios centenares de soldados, se volatilizó prácticamente delante de los ojos de millares de compañeros que contemplaron estupefactos y absortos como una gran nube, una extraña bruma brillante envolvía lentamente y se tragaba para siempre a sus camaradas de armas.

Nunca más se supo nada de ellos y se los dio como “desaparecidos en acción” en el marco de la Primera Guerra Mundial. Pero todos los que vieron este asombroso caso no vacilaron en testimoniar que todos fueron llevados a algún lado, desaparecieron ante sus ojos. ¿Fueron llevados a otra dimensión? ¿O entraron a un portal dimensional y desaparecieron? Nunca se supo ni se sabrá. Estos casos fueron estudiados y fundamentados profundamente y dados como ciertos y veraces.

Pero no sólo en tierra han ocurrido casos de desaparición, los anales del mar registran desde tiempo inmemorial acontecimientos, fenómenos y accidentes de diversa naturaleza cuya dilucidación definitiva se encuentra aún fuera de nuestro alcance y raciocinio. Si bien los casos relatados datan de los comienzos de 1900, en épocas más recientes han sucedido hechos tan o más sorprendentes que los descriptos.

Por ejemplo, el 10 de abril de 1963, el submarino norteamericano “Thresher” que estaba realizando una misión secreta, se desvaneció en pleno océano Atlántico con una tripulación de 129 hombres sin dejar ningún rastro en las aguas. Los esfuerzos del FBI, la CIA y de la National Security Agency para resolver este enigma marítimo, resultaron absolutamente estériles. La nave estaba siendo monitoreada por radar y ecosonda, cuando la señal desapareció de repente de las pantallas. Nunca se supo dar una explicación convincente y racional a esta sorprendente desaparición.

La desbordante recopilación de testimonios en todo el mundo, dignos de crédito, de la desaparición de personas y naves, permite suponer que el fenómeno Ovni es en gran parte responsable de ellas, justamente por los testimonios de personas que fueron testigos directos.

Los servicios de seguridad de todo el planeta saben con exactitud que en todos lados ocurren casos en los que se esfuman literalmente de la faz del planeta gran cantidad de hombres, mujeres y niños de los que se pierde, en determinado punto de la investigación, toda pista. En algunos casos, testigos accidentales han podido observar, llenos de impotencia y espanto, como agentes o entidades desconocidas llevaban a cabo estos raptos hacia una dimensión desconocida. Sin duda las grandes potencias están en conocimiento de lo que está sucediendo desde hace años en la superficie, en los cielos y en los mares de nuestro planeta y lo están ocultando con fines inconfesables. Quizás alguna vez nosotros o las generaciones venideras sepamos la verdad de todos estos fenómenos, para muchos, sin explicaciones.

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