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Ñemoambue Yta

Revolución de la concha

Por: Rita Ramona Encina

 

No se trata de una moda, es la historia que nos convoca y nos interpela a continuar con el legado de mujeres que, a través de las distintas épocas han demostrado que otra forma de vida y relaciones humanas pueden darse. Sin que exista dominación de unxs sujetxs sobre otrxs.

Hay abundante bibliografía que aborda la perspectiva de género, basada en estudios científicos previos (antropológicos, sociológicos, etc.). Todos refieren a una construcción social del género partiendo de la noción biológica del sexo. Además de reforzar a través de innumerables investigaciones científicas realizadas en pueblos de distintas etapas culturales, que, cada sociedad estructura su propia forma de relacionamiento social donde el centro de las mismas pasan por las nociones y prácticas de la sexualidad.

Cada pueblo a lo largo de su desarrollo como tal, ha tomado lo sexual como un fuerte vínculo entre sus pares y con la comunidad toda. Alrededor del cual se generaron las diferentes formas de establecer las relaciones domésticas y sociales.

En casi todas, la mujer ha sido el factor vehiculizante de las relaciones sociales, económicas, políticas y culturales. Ya cercanos en el tiempo, precisamente en la Modernidad, e influenciados por el factor religioso específicamente por el cristianismo, la mujer es posicionada en un lugar “construido” exclusivamente desde el cual y en el cual debe permanecer por “mandato divino y natural”.

Sin embargo, “el modelo de mujer buena y mala” y, de la conformación de una sociedad “binaria” (mujeres-hombres) se dieron en etapas anteriores a la mencionada. Por ello, y, para “disciplinar a las descarriadas o a las futuras transgresoras” se creó la quema de brujas, con un nombre tan simbólico que apelaba a lo “fea, sucia y mala”.

Extrañamente, el eje vertebrador de cualquier sociedad a través del tiempo, fue la mujer y su rol. Aunque, sus tareas diferían según las culturas, lo que no cambió mucho fue el lugar preponderante que ocupó pero que, en las sociedades más avanzadas, la mujer operaba y opera como el elemento aglutinador de la familia y, al mismo tiempo la transmisora directa de los valores y todo tipo de estilo de vida desarrollada en la sociedad. Sin embargo, y a pesar de ello, no fue la receptora de las prerrogativas que ella distribuía.

Más bien, fue víctima de la exclusión a la que ella misma participaba activamente. Paradójicamente, la conciencia de tan grande responsabilidad no la alejó del sentimiento de injusticia por el sometimiento vivido.

De hecho, miles, millones de mujeres debieron morir para correr el velo de una ideología que se fue construyendo con restos de muchas reglas importadas desde algunas culturas que se pierden en la noche de los tiempos y, principalmente, desde la “filosofía cristiana” que marcó a fuego pautas de las cuales el “buen cristiano“, de ninguna manera puede apartarse.

“La virginidad hasta el matrimonio”, “la procreación porque ese es el mandato para la mujer, igual que la virgen María”, “el respeto al hombre como cabeza de familia”, “la prohibición de manipular el propio cuerpo porque solo le pertenece a dios”, “la abominación de las relaciones homosexuales porque son rechazadas por dios (?)”. Algunas leyes básicas sobre las que se asienta esta “ideología religiosa”, que expropiaron el cuerpo del sujetx religiosx con una suerte de confiscación otorgándole el beneficio de “la salvación en el otro mundo” si consienten este pacto.

Estas ideas fueron tan naturalizadas que todos creemos que es imperativo que forme parte de nuestras escalas de valores con carácter de sentido universal. Lo que solo es una “ideología” impuesta a sangre y fuego en muchas partes del mundo a lo largo de la historia de la civilización occidental.

Hoy, muchas mujeres, en diferentes partes del mundo, interpelan y se preguntan sobre todas y cada una de esas reglas exportadas de otro continente y de otras culturas que se instalaron con la clave del etnocentrismo como ideología subyacente.

Dispuestas a exponer nuevas formas de desarrollar los roles de lxs sujetxs de cuerpxs feminizantxs y de las nuevas masculinidades, se fueron organizando principalmente las mujeres y lxs sujetxs disidentes en torno a exponer que, el legado sobre el cual nos hemos criado ha sido desde el “modelo patriarcal” ordenado y sostenido fundamentalmente por el cristianismo. A esto se lo denomina “Perspectiva de género”.

Que no se confunda: no se pretende instalar la perspectiva de género como una moda o secta. Es una REVOLUCIÓN (Revolución de la concha” lo llamo yo, tal como lo lleva inscrita el grupo musical femenino ruso: Pussy Riot) que, como tal, genera rupturas de lo viejo e intenta instalar nuevas concepciones sobre el rol de la mujer en el mundo, en la vida doméstica, y en todos los ámbitos sociales. Demanda nuevas miradas, de ahí su posición de “perspectiva”. Algunos de los objetivos son:

- Igualdad de las mujeres en todos los ámbitos de la vida social (política, cultural, económica, etc.).

- Inclusión de lxs sujetxs disidentxs como otras formas de identidad de género.

- Legalización del aborto gratuito para todas sin excepción alguna como también la despenalización de la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE).

- Aceptación de nuevos roles de lxs sujetxs atento a la separación de la ideología cristiana y las funciones impuestas a la mujer, como también la negación de otrxs sujetxs sociales (travestis, bisexuales, transexuales, transgénero y queer).

- Ruptura definitiva del “techo de cristal” para lograr sin cinismos la equidad de géneros en el mundo laboral, social, político y económico.

- Aceptación de diversidad en la identidad sexual, de género e incluso de no

aceptación a identificarse con ningún género como adopción de forma de vida.

- Reconocimiento de cambios en las variables del deseo que fueron impuestas por el patriarcado.

- Respeto por la diversidad de formas de vivir el amor: swinger, poliamor, etc.

- Legalización del trabajo de la mujer en el ámbito doméstico para dejar de ser la nueva esclava moderna y convertirse en una mujer libre y con derechos laborales y civiles.

- Eliminación de todo tipo de estereotipos incorporados por el capitalismo y la iglesia cristina sobre los “modos de ser mujer”: blanca, de vestimenta clásica sin aceptación de ninguna estética que no sea la permitida por las iglesias, y con características europeizantes o norteamericanas de la “mujer de clase media clásica” transmitida a través de los grandes grupos corporativos mediáticos.

- Tolerancia a la adopción de estéticas diversas según que lxs sujetxs quieran y se identifiquen y no ajustados a mandatos religiosos o corporativos de ninguna índole.

- Incorporación de Institutos e Instituciones que supervisen la eliminación de todo tipo de discriminación de género como también el cumplimiento de protocolos en casos en que lxs sujetxs de cuerpxs feminizantes o disidentes sufran acoso, maltratos o ataques de índole ideológica (cristiana –capitalista).

Somos conscientes que todo cambio que implique derribar todas las estructuras materiales y simbólicas existentes durante varios siglos, es difícil, pero, también vivimos y sufrimos el dolor de lxs sujetxs que han decidido recuperar su libertad para decidir sobre su propia vida.

Y, la libertad comienza por adoptar una forma de pensar propia, sin que exista una colonización (impuesta por el marido, la pareja, la familia, la iglesia, los medios de comunicación masivos desinformantes, etc.). Sólo pensando por unx mismx se puede tener dominio absoluto sobre el propio cuerpo. Que es, la libertad también confiscada.

Ambas libertades, la del pensamiento y la del cuerpo, han sido el factor principal en torno del cual giró y sigue rotando la dominación a la mujer y a lxs sujetxs disidentxs.

Sabemos que, nos queda mucho camino por recorrer respecto de la perspectiva de género,pero, entendemos que, el debate debía comenzar en algún momento. Estamos dispuestas a ello porque YA NO NOS CALLAMOS MÁS.

¡¡¡ÑEMOAMBUE YTA!!!

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