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/Ellitoral.com.ar/ Opinión

Recambio político

Por José Ceschi 

¡Buen día! “Más allá del ‘marketing’ político, más allá de sus engañosas apariencias y esperanzas, en nuestro país se ha ido conformando una dirigencia de muy limitada capacidad de gestión, modestas condiciones intelectuales y más dudosa moral pública. Para colmo, y quizá como consecuencia de todo lo anterior, esta dirigencia padece un enfermizo individualismo y aparece repleta de ‘proyectos personales’ que poco tienen que ver con el bien común. En este sentido, la Argentina es como una empresa que tiene excelente equipamiento productivo, talentosos profesionales y competentes operarios, organización y reglamentos normales, pero es conducida por una camada de gerentes incapaces o corruptos que además ocupan sus días disputando entre ellos espacios de poder. 

He aquí el problema: el destino de esa empresa es trágico y la mejor solución conocida es el relevo masivo de las cúpulas”.

Lo estoy leyendo de una nota suscrita por Néstor J. Cruces (“Participar o emigrar”). No le falta razón al autor, aunque pueda disentir en su generalización. “Algunos compatriotas, dice también, se consuelan pensando que el mero transcurso del tiempo, con la aparición de ‘caras nuevas’ o ‘caras jóvenes’, mejorará automáticamente esta triste situación. Son sólo ilusiones: los mediocres generalmente seleccionan para que los sucedan a otros iguales o peores que ellos, que además se van formando en la escuela de sus maestros.

Muchos argentinos arguyen también que los cacerolazos y los votos bronca arreglarán finalmente las cosas. Craso error: los cacerolazos pueden ser aptos para voltear presidentes, pero no sirven para construir poder, ese poder racional y decente que hoy necesita desesperadamente la Argentina”.

¿Hay solución desde la democracia? “Por supuesto que la hay, pero es dura y requiere de quienes se comprometan con ella un renunciamiento y una vocación de servicio aun mayores que de las de los integrantes de una organización no gubernamental. Para implementarla hay que abandonar los palcos plateas, animarse a subir al escenario y estar dispuesto a soportar los abucheos de claques sobornadas e intolerantes”.

¡Hasta mañana!

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