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/Ellitoral.com.ar/ Opinión

La culpa es de Filipo

En una de las oportunidades que se perdió el perro de “Juancho” Faraone, los investigadores lograron dar con su número de teléfono con el cual rastreaban datos sobre el paradero del bulldog inglés. Se develó así que el ex jefe comunal de la “Perla del Paraná” no solo tenía conversaciones con mayoristas de marihuana, sino que se vinculaba con una mujer que desde junio está presa por contrabando de cocaína. Y era alguien de armas llevar.

Por Juan Manuel Laprovitta

@juanmalapro

De la Redacción

Filipo Faraone es escurridizo. Como “Morenita” Marín. Se perdió por lo menos un par de veces en el transcurso de un periodo de tiempo más corto que sus patas de bulldog inglés.

Sus marcas particulares son las de un perro de pedigree, con cuero grueso, del marmolado más cotizado en las jaulas de los mercaderes de mascotas: uno de su estirpe puede costar entre 15 y 25 mil pesos. Vaya uno a saber cuánto pagaron por su pellejo.

Lástima que se trate de un mercado marginal, como el de la marihuana.

Pero se trata de exquisiteces de la vida de chalets por las cuales jamás se mosqueó el perrito que vivía en la esquina de avenida Maipú y Futaleufu.

Hace un año que, según su dueña legítima, L., a Filipo lo mudaron de su “bonita” casa del barrio San Antonio. La misma vivienda que el viernes 19 de octubre terminó como el ring donde le decretaron el knockout a Juan Manuel “Juancho” Faraone, que esquivó los tiros de la Justicia como intendente y como funcionario de los agitados 90, pero que se quedó sin piernas para el gancho que le pegó la marihuana.

Maldita la suerte de Juancho que un perro no lo delató por su olfato, sino por sus confusiones que le hacían perder la brújula.

Es que en uno de los extravíos de Filipo, su familia hizo públicos carteles con el número de celular del ex intendente de Empedrado para requerir datos sobre su paradero en el vecindario.

Ese número que se desparramó también por las redes, fue la puerta de acceso a una intervención telefónica que significó para la Justicia Federal el retiro de un velo sobre la otra conexión política con el contrabando de droga paraguaya que tocó puerto en Itatí.

El ovillo había comenzado en las conversaciones que tenía la gendarme Agustina Faraone Sigel, una de las hijas de Juancho, con el ex viceintendente de la ciudad de la Virgen, Fabio Aquino. El carretel se fue formando con lo que revelaba en sus charlas su ex novio, el también gendarme José “Yaca” Borjas.

Pero si cabían dudas sobre el vínculo de este liberal díscolo con la marihuana, se terminaron derrumbando cuando le oyeron hablar directamente con uno de los capangas de la venta al por mayor de cannabis paraguayo, Federico Marín, el “Morenita” por el cual la propia Patricia Bullrich puso a disposición un millón y medio de pesos como recompensa.

El morocho de casi 30 años cayó el 12 de octubre en Itatí después de negociar, pistola en mano, beneficios transitorios en una redada de la Gendarmería.

Juancho estuvo más tranquilo. Lo fueron a buscar a su casa con papeles firmados por el juez porteño Sergio Torres, y aunque no esbozó sonrisa, en ningún momento opuso resistencia para que le pongan las esposas en las muñecas. Su foto con camisa a cuadros recorrió los medios de todo el país: caía el segundo jefe de comarca por droga en Corrientes después de la detención del itateño Roger Terán en marzo de 2017.

Aunque en 2013 intentó volver a tener empleo como intendente en Empedrado, no le fue bien y en diciembre de 2016 Faraone terminó haciéndose cargo, como presidente, del Mercado Central de la localidad chaqueña de Fontana, muy cerca de Resistencia, la capital de una de las provincias donde las pesquisas indican que importaba marihuana Marín.

Cuando el trabajo le daba tiempo, al ex intendente de Empedrado le gustaba deambular por los entretenidos pasillos de Facebook, una red social donde las conexiones entre personajes de distintas tramas se unen y parecen conformar un mismo enredo.

Hay enredos amistosos, pero también aquellos que van un poco más allá. Faraone es un viejo conocido en los “Me Gusta” sobre las generosas fotos de Bárbara Ivana Sandoval. La mujer, ex empleada de la obra social universitaria, está detenida acusada de narcotráfico.

El 20 de junio, un camión con 23 kilos de cocaína de máxima pureza fue detenido en el retén de Gendarmería del puente General Belgrano que une Chaco con Corrientes, luego de un seguimiento que comenzó en la provincia de Salta.

Al mismo tiempo que se producía ese operativo, la fuerza daba un torniquete sobre quienes esperaban la carga. Uno de los domicilios allanados, en la capital correntina, es de donde se llevaron con lo puesto a Sandoval.

Con el correr de los meses, la Cámara Federal convalidó que la mujer deje el instituto penitenciario donde se deprimió -según dijo en los tribunales- y vaya a su casa a cumplir con prisión a domicilio. La principal excusa era que tiene hijas pequeñas, pero ninguna menor a 5 años, uno de los requisitos para dictaminar los encierros domiciliarios de personas en preventiva.

La sugerente circunstancia se ata a los hechos de que no le trasladaron a los fiscales el informe socio ambiental que es obligatorio antes de conceder el beneficio de la domiciliaria, como así también que la dirección real nada tenía que ver con la que Sandoval declaró en la Justicia.

Eso sí, mientras espera la tobillera electrónica para el monitoreo de su penitencia, la joven tiene prohibición de salir del país y cada 15 días debe brindar un testimonio de que está ajustada a derecho.

Sin embargo, está en su casa una mujer de armas llevar. De eso hizo gala en su frondoso álbum de fotos de Facebook, pero también de ese detalle habla una serie de escuchas telefónicas encaradas por la Justicia que dan cuenta de que no solo dialogaba sobre los fierros, sino también de adónde, o mejor dicho a quién y por cuánto se descargarían los cartuchos.

Todo eso es materia de investigación según algunos pasajes que obran en las carpetas de pruebas con las que se sostiene su vínculo con la cocaína que llegaba para su venta al menudeo, pese a que en su defensa Sandoval aseguró que cayó en la redada de junio por su vínculo sentimental con un hombre que la llevó a la perdición.

El caso es que, entre la evidencia de la relación, no solo se trata de la baba electrónica que Faraone derramaba en las fotografías de la oficinista del Issunne, sino también de los amables comentarios que su hija gendarme (hoy detenida por narcotráfico) hacía caer en las publicaciones de Sandoval.

No obstante, las principales pruebas que unen al ex intendente con la detenida por cocaína surgen de una mullida conexión telefónica, encerrada en los más de 4.000 CD con escuchas sobre narcotráfico que giran en torno del operativo Sapucay.

E incluso al oído de entrenados pesquisas, algunas charlas suenan a algo más que simples conversaciones entre un hombre y una mujer que desvirtualizaron su relación de Facebook.

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