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Heno de alfalfa: una oportunidad de negocio para la Argentina

En un mercado en alza, especialistas del Inta coinciden en destacar el potencial que tiene el país para convertirse en un importante proveedor mundial de esta fibra.  

El comercio mundial del heno de alfalfa alcanzó, en 2017, las 8,3 millones de toneladas por un valor de más USD 2.300 millones y su creciente demanda representa una oportunidad de negocio concreta para la Argentina. De acuerdo con los especialistas del Inta, la Argentina tiene gran potencial para convertirse en un importante proveedor mundial de megafardos, fardos pellets y otros productos de alfalfa.

En el marco del 2° Congreso Mundial de Alfalfa, que se realiza en estos días en Córdoba, los especialistas brindaron pautas de adecuación del producto a las características generales de demanda internacional.

De acuerdo con Gastón Urrets Zavalía –investigador del Inta Manfredi, Córdoba–, “la Argentina tiene un enorme potencial para convertirse en un proveedor significativo de heno en forma de megafardos, fardos, pellets y otros productos de alfalfa”. Además, puntualizó en las posibilidades de mejorar, de modo relevante, la calidad media de los henos consumidos en el mercado interno”.

Para esto, destacó la necesidad de “adecuar el producto a las características generales de la demanda mundial, valorando en forma objetiva su calidad en base a la Clasificación de Henos propuesta por Inta, basada en tipificación adoptada por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos”. Esto, sin dejar de considerar que cada mercado o cliente en particular puedan solicitar especificaciones diferenciales para el heno que soliciten.

En este sentido, desde el organismo nacional proponen cinco categorías: superior, premium, primera, segunda y tercera.

Asimismo, Urrets Zavalía se refirió a los parámetros químicos como elementos que contribuyen a determinar la calidad de un heno y la categoría a la que pertenecen en la clasificación propuesta. Por un lado, están la Fibra Detergente Neutro (FDN, %), que representa el total de componentes de la pared celular de las plantas y la Fibra Detergente Ácido (FDA, %) que identifica la parte indigestible de la pared celular.

“El contenido de FDN está asociado inversamente al potencial de consumo voluntario de ese forraje por parte del animal, mientras que el FDA está inversamente asociado a la digestibilidad”, especificó el técnico de Manfredi.

A su vez, está el Valor Nutritivo Relativo del forraje (VNR) que es una valoración o puntaje de la calidad del forraje que se basa en su digestibilidad y potencial de consumo, estimados a partir del FDA y el FDN, respectivamente.

Otros de los parámetros químicos son la Proteína Bruta (PB, %) y Total de Nutrientes Digestibles (TND, %). “La proteína es el principal nutriente que aporta la alfalfa a la dieta animal y el método de medición más utilizado se basa en la estimación de la concentración de nitrógeno total en el forraje”, explicó Urrets Zavalía.

Asimismo, indicó que “en términos generales, un heno de exportación, así como aquel requerido en las categorías más exigentes de los rodeos de leche y carne en el mercado interno, debe presentar no más de 32 % FDA y de 40 % FDN, y no menos de 150 puntos VNR y de 18 % PB.

En este sentido, Urrets Zavalía remarcó que “el mercado mundial demanda henos de alfalfa confeccionados en base a materia verde cortada en un estado de madurez muy temprano a temprano (pre botón floral a 10 % de floración), con tallos finos y suaves, muy folioso, color verde brillante y sin evidencias de daño de blanqueado, presencia de malezas, hongos u otros”.

Además, el investigador de refirió al porcentaje de humedad y señaló que, si bien no se lo menciona en la clasificación, “es importante considerar que los henos destinados a exportación no deben superar el 14 % o, lo que es igual, tener no menos de 86 % de materia seca”.

Los sentidos, al servicio de la calidad

“Si bien los atributos químicos cuantificables son el criterio más importante para determinar el valor alimenticio y el precio de mercado, existen otras características que no pueden ser adecuadamente definidas sólo por los análisis químicos”, reconoció Urrets Zavalía.

Y agregó: “Es importante realizar una evaluación organoléptica mediante los sentidos de la vista, olfato y tacto”. Así, se podrán determinar la madurez o estado fenológico, la foliosidad y los indicadores de daño.

Si bien la madurez no es fácil de ser estimada en forraje ya enfardado, la presencia de botones florales, flores y frutos en el heno da una idea del estado en el que fue cortado el cultivo, el cual está altamente correlacionado con el valor nutritivo que aporta la alfalfa.

En cuanto a la determinación de foliosidad, el especialista aseguró que la estimación de la proporción de hojas en el heno es un buen indicador, ya que las hojas son la porción de mayor calidad, porque contienen aproximadamente el 70 % de la proteína, el 90 % del caroteno y más del 65 % de la energía digestible presente en la planta de alfalfa.

Con respecto a los indicadores de daño, por un lado, se considera la detección de materiales extraños que permite estimar el grado de contaminación con malezas, rastrojos de alfalfa y de otros cultivos, rocas, tierra. A su vez, el olor y la presencia de hongos cumple un rol importante.

“Éstos parámetros, junto con el color, están estrechamente relacionados con la humedad con la que se enfardó y la temperatura alcanzada durante el almacenamiento. Calentamientos por encima de 50 °C, consecuencia de respiración microbiana, son seguramente provocados por un enfardado con excesiva humedad”, advirtió el investigador.

Por último, un color verde brillante es un indicador de que el heno fue secado rápido y adecuadamente, sin sufrir daño por lluvias o por exceso de temperatura, mientras que un color amarillo indica un exceso de exposición al sol durante el secado. La presencia de capas blanquecinas intercaladas con heno verde indica desarrollo fúngico por haber enfardado con exceso de rocío sobre la andana.

“Los henos que alcanzaron temperaturas de 55 °C muestran un color marrón acaramelado, mientras que si la temperatura sobrepasó los 60 °C se verá color marrón oscuro a negro. El color es un parámetro indicativo de calidad, pero no puede ser considerado confiable para estimar la digestibilidad del heno”, reconoció Urrets Zavalía.

 

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