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/Ellitoral.com.ar/ Sociedad

La calle, el medio donde muchos le tienen que hacer frente a la crisis

Personas que representan a las clases media y baja, e indigente, hablaron con El Litoral sobre cómo es “vivir el día a día”. Estos vecinos se dedican a vender, algunos cartones o plástico, y otros, remedios caseros o tortas a la parrilla.  
Hermanos. Tienen disminución visual y vienen desde Arazaty, caminan una hora y media para llegar al centro, ganan $600 cada quince días y dividen entre los dos.

En plena crisis económica que golpea fuerte a la sociedad y que promete perdurar al menos un semestre más, El Litoral dialogó con personas que encuentran en la calle un medio de subsistencia. Pertenecen a las clases media y baja, e indigente, y contaron cómo es trabajar para “vivir el día a día” y los sacrificios que deben hacer, a lo ya que están acostumbrados, pero no resignados.

Si bien cada uno tiene su historia personal, representan a un grupo social que busca “sobrevivir” en un país donde el trabajador casi siempre es el que más pierde. 

Julia tiene 62 años y junto a su hermano, los dos con ceguera parcial, caminan todos los días una hora y media para llegar al centro y juntar cartón; ganan $600 cada quince días. Por otra parte, Gladys, una mujer qom de Resistencia, comentó que el dinero que gana vendiendo bolsitas de remedios caseros a $30, lo gasta ese mismo día en comida; tiene cinco hijos. Mirtha volvió a vender pastelitos y tortas fritas este año para llevar a sus nietos a la escuela, una de ellos es abanderada.

Cartoneros

“Mi hermano me guía hasta acá, a los cincuenta años perdí parte de la vista por glaucoma, me coloco unas gotitas que me dan en el hospital. Hace más de veinte años juntamos cartón. Venimos del barrio Arazaty caminando”, relató Julia, quien junto a su Bonifacio busca cartón frente al céntrico hotel Orly.

Al consultársele si alguna vez alguien le ofreció empleo, dijo que antes de perder gran parte de la visión era empleada doméstica, pero por esta discapacidad no pudo mantener su trabajo. Ahora junta cartón y lo lleva a la vivienda donde vive junto con su hermano y una sobrina.

“Llevamos a mi casa donde mi hermano hace fardo y cada 15 días entregamos. No hay plata que alcance, cobramos una pensión, no le voy a mentir, pero debemos pagar luz y agua, eso no te fían. Cada 15 días juntamos $600 que dividimos entre dos”, contó la mujer.  

En relación a cómo afecta la inflación a su trabajo, dijo que “no se junta nada en esta época: el año pasado juntábamos mucho cartón, teníamos que ir hasta Junín y San Juan varias veces a buscar, pero ahora sólo acá (San Juan frente al hotel de plaza Vera), y se nota que los comercios no venden mucho”.

“La plata no alcanza demasiado, la carne que comprábamos antes, que estaba barata, ahora sale $130. Hablo del osobuco, que es lo que nosotros comemos, y aumentaron demasiado las cosas”, relató. Al preguntársele si llegaban a juntar $5 mil al menos (entre cartones y pensión) se rió y negó con la cabeza.

La anciana mostró una bolsa de residuos grande con unas latas y botellas de plástico, y dijo que “por esto me dan $100 si lleno toda la bolsa”.

“Vivo con mi hermano y una sobrina, los sábados no trabajo porque soy cristiana, me voy a la iglesia”, indicó.

“Salimos de mi casa a las 17.30 y llegamos a las 19. Tenemos que salir temprano porque debemos pasar cerca del puente y tenemos que tener cuidado con los coches. Nos sentamos un rato en la plaza La Cruz. Por la calle no recogemos cosas”, contó Julia, quien al despedirse comentó con una gran sonrisa: “El 23 es mi cumpleaños, cumplo 63 años”.

Madre qom

Las mujeres de la comunidad indígena qom del Chaco se ubican en la peatonal Junín hace muchos años, donde venden remedios caseros y canastas que ellas mismas fabrican. Gladys contó cómo afecta este contexto inflacionario a las ventas diarias.

“Está muy difícil la situación, hay días en que no se vende nada. La gente busca más lo que es para el estómago. Vendo también canastas”, precisó la mujer, madre de cinco hijos, y agregó que no puede hacer un cálculo de ganancia por semana porque “lo que gano por día sólo me alcanza para comer ese mismo día y para pagar el colectivo”.

A la vez, indicó que “a veces se llena de mujeres y es más difícil vender, la mayoría somos de Resistencia”. “Venimos a Corrientes porque en el Chaco abundan los vendedores. Este año se sintió la crisis, todo está muy caro”, opinó. 

Abuela y nietas

A pocos metros de la terminal de ómnibus local estaba en la tarde del viernes pasado Mirtha, armando pastelitos en su jardín junto a Marilin y Caterine. La abuela contó que vende para que sus nietos vayan a la escuela, pero que también les enseña a trabajar para que “conozcan que todo se logra con sacrificio”. 

“La más chica, Marilin, es abanderada en la Escuela Nº 8, pasó a tercer grado; la más grande, Caterine, va a la escuela portuaria. Crié a mis hijos sola, siempre vendía pastelitos y tortas fritas, luego empecé con otras cosas como bijouterié. Hace poco retomamos la venta de pastelitos y chipacuerito para tener dinero para comer. Les enseño que de todo se sale trabajando; mis hijos se criaron así y uno de ellos ahora está trabajando en el sur con el petróleo”, contó Mirtha.

Respecto a volver a la venta dijo: “Ya sufrimos esta crisis y en ese momento no había planes sociales ni comedores, teníamos que salir a trabajar”.

“Acá se vende bien, nos compra la gente que pasa para ir a la terminal, podemos vender unas seis docenas de pastelitos y, cuando llueve, piden muchas tortas fritas”, señaló.

“Hay mucha crisis. Los chicos van a la escuela pero  ellos saben que tienen que trabajar. Tengo cinco hijos y a todos los hice trabajar. Cuando hay crisis debemos hacer algo o nos morimos de hambre, sólo hay que tener voluntad para hacer las cosas. Les enseño a estudiar y también a trabajar, ellos me ayudan, así aprenden que para obtener algo deben hacer sacrificios”, relató la abuela a este diario.

Este medio gráfico intentó dialogar con un grupo de chicos cartoneros en la calle Junín, pero no querían salir en el medio, sólo llegaron a contar que son unos ocho menores de edad que van todos los días a la peatonal desde El Trujillo.

Otras personas que se puede observar en las calles son vendedores ambulantes, en los barrios abundan más los que improvisan una parrilla para una torta o pollo, este último generalmente los sábados y más aún los domingos. También se observan muchos limpiavidrios y malabaristas que por el tono de voz indican que no son de esta provincia. 

La crisis sin duda llega a todos los sectores pero los que más sienten son los que menos tienen. Los comedores aumentan sus raciones  por el crecimiento de comensales, mientras que las autoridades estiman que vendrán meses aún más duros y recién en el segundo semestre del próximo año estaremos “aliviados”. 

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