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/Ellitoral.com.ar/ Interior

“Más sensibles a las necesidades de los demás”, la plegaria en el 50º aniversario del Cottolengo

Con el descubrimiento de una placa, una misa, la interpretación de una canción especial y un ágape celebraron la obra de Don Orione. El Arzobispo invitó a no cerrar los ojos ante la enfermedad o la discapacidad, sino por el contrario, a cultivar el amor porque es el único camino para superar cualquier obstáculo. 
gentileza/noticias itateñas

En Itatí se desarrollaron ayer los actos conmemorativos centrales por el 50º aniversario del Pequeño Cottolengo Don Orione. La misa que se celebró en el patio de la institución que alberga a 38 personas, fue liderada por el arzobispo de Corrientes, Andrés Stanovnik, quien hizo hincapié en la necesidad de mirar de frente las realidades sociales que requieren soluciones para las cuales se necesita el compromiso de todos, como la necesidad de darle un lugar más digno a los puesteros que trabajan en pleno centro de la localidad. Y en ese sentido, instó a que además de festejar la obra que realizan en la institución, cada uno se comprometa a ser más sensible a las necesidades de los demás.

Un considerable número de personas, entre ellas, autoridades provinciales, municipales, docentes, alumnos y pobladores en general se congregaron frente al edificio que abrió sus puertas hace 50 años para atender a quienes padecen algún tipo de discapacidad.

Allí, el sacerdote responsable del Cottolengo, Fernando Guevara, junto con el vicegobernador, Gustavo Canteros descubrieron la placa conmemorativa. 

Una prueba de un acontecimiento histórico que fue bendecido por Stanovnik y que a partir de ahora recuerda medio siglo de servicio a la comunidad.

Luego, en el patio de la institución, se concretó la misa oficiada por el arzobispo de Corrientes, quien saludó a Canteros, el intendente, el vice, demás autoridades, a los padres David Penzotti (rector de la Basílica) y Fernando Guevara, a docentes, alumnos y “a los queridos residentes del pequeño Cottolengo”.

Pero antes de comenzar con su homilía, Stanovnik expresó: “Quisiera presentarle a un amigo de acá, que es residente hace muy poco tiempo”. Haciendo referencia a quien era uno de los asistentes en la misa. Tras precisar que se llama Rogelio, lo invitó a acercarse a su lado. 

Tras los aplausos, precisó “hace un año, él vivía en la calle y de la calle, con todo lo que eso significa. Pero llegó una mano que se acercó, lo levantó, lo trajo acá y hoy tiene, como podemos comprobar, una vida digna”.

“De modo que es posible. Es posible acercarse a los que están más postrados, no es tan difícil, no es tan difícil”, acentuó.

Inmediatamente, remarcó: “Por eso, damos muchas gracias a Dios en primer lugar. Todo lo bueno proviene de él. Voy a repetir para que no se nos pase tan rápido: “Todo  lo bueno, no sólo dentro de la Iglesia, todo lo bueno que hay en el mundo, procede de Dios. No procede de nosotros, aun cuando pase por nosotros. Pero pasa como un don. Es bueno reconocerlo, para no apropiarnos de las cosas y de las personas”.

A lo que agregó que “con motivo de los 50 años del Pequeño Cottolengo, damos gracias a Dios, damos gracias a Dios porque es bueno con todos nosotros”.

En este contexto, indicó que este tipo de  conmemoraciones permite mirar hacia el pasado para visualizar todo lo realizado, pero al mismo tiempo observar el presente y en base a ello trabajar juntos por un futuro.

Posteriormente, se refirió a una realidad social que nuevamente observó antes de ingresar a la celebración: las condiciones inadecuadas en las que trabajan un número considerable de puesteros en la localidad. (Ver página 19).

No obstante, aclaró que es un ejemplo porque hay muchas realidades sociales que requieren no culparse unos a otros “sino hacernos cargos y entonces se resuelven con mucha facilidad”. En este punto volvió a recordar  aquella “mano que se acercó a Rogelio y le dijo ‘vení’. Y le cambió la vida”.

Falsedad y felicidad

Después, recordó un mensaje brindado tiempo atrás por el Papa Francisco cuando celebró el jubileo con personas enfermas y con capacidades especiales: “Con qué falsedad vive el hombre hoy al cerrar los ojos ante la enfermedad y la discapacidad. No comprende el verdadero sentido de la vida que incluye también la aceptación del sufrimiento y la limitación. La aceptación que significa hacerse cargo. Entonces se puede superar”.

Tras lo cual continuó “se  considera que una persona enferma o discapacitada, digo la mentalidad de hoy, sigue diciendo el Papa, no puede ser feliz”.

“Por eso Islandia. país progresista, llegó al cero por ciento de nacimientos Down, porque los matan antes de nacer.  En ese camino también va Europa y a nosotros nos exigen hacer lo mismo porque se considera en esta mentalidad que una persona enferma o discapacitada no puede ser feliz”.

Pero “bueno, acá tenemos el testimonio de Rogelio”, señaló Stanovnik, quien continuó “cada vez que uno se acerca a él, sonríe. No nos pasa tan fácil y espontáneamente a nosotros que nos consideramos buenos, más o menos normales”.

“Se considera que una persona enferma o discapacitada no puede ser feliz, porque es incapaz de realizar el estilo de vida impuesto por la cultura del placer y de la diversión”, añadió para después proseguir que “la felicidad que cada uno desea, por otra parte puede tener muchos rostros pero sólo puede alcanzarse, la felicidad esa que todos anhelamos, si somos capaces de amar. Siempre es una cuestión de amor. No hay otro camino, el verdadero desafío es el de amar más. Por eso recordamos hace un momento la frase de Orione, “la caridad va a salvar al mundo” y “en el más desvalido de los hombres, dice San Luis Orione, brilla el rostro de Dios, quien también sostiene que el mejor acto de caridad que se le puede hacer a una persona, es darle a Jesús. Y el consuelo más dulce para Jesús es llevarle un alma”.

Seguidamente, insistió con otro mensaje de la obra “Las puertas del pequeño Cottolengo Don Orione”, “no preguntarán como te llamas o cuál es tu creencia sino cuál es tu dolor”.

Por último elevó una oración “a nuestra Señora de Itatí que nos haga dócil a la acción del Espíritu Santo, a la acción del amor en nuestros corazones. Que nos vayamos de acá no sólo con el recuerdo de haberlo celebrado (los 50 años del Cottolengo), sino con el compromiso de ser más sensibles frente a las necesidades de nuestros hermanos”.

Finalizada la homilía, los residentes del Cottolengo de Itatí, docentes y alumnos del Instituto Especial, interpretaron la canción “Hay un corazón”.

Y después, autoridades, integrantes de la obra Don Orione de Itatí y pobladores de la localidad compartieron un ágape.

El dato

El Pequeño Cottolengo Don Orione de Itatí fue fundado el 20 de mayo de 1968. 

 

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