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/Ellitoral.com.ar/ Sociedad

La música, el estudio y el trabajo, combinación a veces difícil para jóvenes que aman el arte

Chicos del interior provincial y de Capital que hacen diferentes géneros musicales, hablaron de las dificultades para trabajar de lo que aman. El profesorado es una de las salidas más accesibles para tener un ingreso fijo. 

La música para estos jóvenes es una pasión y también una forma de vida. Alvaro y Pedro vienen del interior y contaron cómo es ser músico en la ciudad. Junto a Gisella, hablaron de las dificultades a las que se enfrentan pero también de los buenos momentos que no permiten que abandonen lo que aman hacer.

El profesorado es la salida laboral más accesible que encuentran, ya que comentaron que muchas veces sólo les ofrecen hacer música por la comida y la bebida. Además, dijeron que no hay diversidad de espacios para que ellos puedan brindar un espectáculo y que está en cada uno “tocar puertas” para conseguir lugares donde mostrar lo que saben.

El chamamé es el género que ofrece más espacios en la provincia, mientras que a otros como la música norteña les cuesta ingresar a ciertos lugares. Si bien el rock y el pop se están escuchando más, el turismo se inclina más por espectáculos folclóricos. 

“Soy de Monte Caseros y como todo artista amo lo que hago, la diferencia está en cómo cada uno plasma su arte y con qué se identifica, en mi caso la música. Comencé con otros géneros, pasé por el jazz, blues, y me quedé con el pop y el rock, con estructuras de jazz y blues. Estoy hace nueve años en la capital, tengo 27 años. Estoy terminando la carrera de Psicología. Quiero dedicarme por completo algún día a la música”, contó Alvaro Clossa.

Respecto al espacio que brinda la ciudad a músicos jóvenes, dijo: “Es un poco complicado porque hay otros estilos que están en auge y por eso hay que pelear por encontrar un espacio, está en auge el folclore y lo más bailable. Hay que golpear varias puertas pero cuando encontrás esa oportunidad de tocar, decís que vale la pena”. “Mi experiencia me dio herramientas para enseñar música, dejé ahora todas las horas donde enseñaba en una fundación para terminar mi carrera. Tomo sí algunos alumnos porque necesito trabajar”, agregó. 

“A cualquier edad se puede aprender, todo arte es un juego, comienza a ser algo que te divierte y hay que seguir por ese camino y así se mantiene la motivación por la música, por eso no busco imponer a los chicos. Les  pregunto qué quieren escuchar o les muestro y ellos me dicen. Ver qué les gusta, que los emociona a ellos, y trabajo en base a eso. Cuanto más chicos se inicien, mejor, así se mantiene esta esencia del juego”, relató. 

“Me fui dando cuenta de que si vos no vas a buscar, no van a venir, hay que ponerse la armadura y salir a pelearla, sobre todo lo que es el arte. Salí a golpear puertas, conocí músicos y eso me permitió conseguir lugares donde tocar. En Monte Caseros escuchaba folclore pero también otro tipo de música. Aprendí un poco de cada uno para darle identidad a lo que hago”, relató el joven que también compone canciones. 

En cuanto a lo cotidiano, dijo que “tenés que lucharla, cada día va a ser difícil, también he tocado en la calle y lo hacés para juntar unos pesos, a pesar de las dificultades, creo que no he podido renunciar a ello”. “Uno no puede luchar contra lo que ama porque vas a terminar frustrándote porque nunca se va a apagar. Busquen siempre diferenciarse de los demás y leer mucho”, indicó Alvaro.

Por su parte, Pedro Casafus contó que primero estudió abogacía, a los dos meses decidió dejar la carrera y al año siguiente empezó a estudiar música. “Empecé a guitarrear y formar un grupo de música que se llamó Los Norteños, chicos de Salta, Chaco y Santa Fe. Con ese grupo empezamos a tocar en las peñas. Luego, un compañero me invita a formar un grupo de rock de Riachuelo; con esa banda conocí otros ambientes, un ambiente al que le cuesta avanzar y progresar en Corrientes; estuvimos dos años y después empecé a tocar con el grupo de Raúl Alonso, con quien toqué en el Festival de Chamamé, ahora con otro grupo, Cadencia Chamamé”, recordó. 

“Mi experiencia como estudiante y músico del interior fue muy linda, me abrió las puertas de muchos lugares y permitió ingresar a muchos ambientes como las peñas universitarias. También tenemos esa carga cuando te dicen ‘estudiás música pero ¿qué más?’ y luego dicen: ‘ah bueno, si es lo que te gusta’. Y vos te preguntás si está bien lo que estás siguiendo. No se da la importancia que se merece al arte. Cuando recién llegué, iba a todos los lugares donde te invitan a tocar pero después te das cuenta de que ya te cansa ir a tocar por la comida y la bebida, le dedicás tanto tiempo a la música, a los ensayos, a mejorar, que ya no aceptás ir por la comida y la bebida”, dijo Pedro.

En este sentido, la joven Gisella Ibarra opinó: “Hay veces que por el hecho de que te llamen por la bebida y comida molesta. No quiero ser el payaso del grupo. Me pasa que soy más solista, me muevo sola. Incomoda que te llamen sólo para eso porque no es por tu grata compañía, es para que toques. Toco música norteña mexicana, rancheras” . 

“Desde chica me gustó, fue un amor buscado por mí, viajé también a México y aprendí muchas cosas ahí. Volví a Buenos Aires y ahora acá. Me gusta la música, ese género me encanta”, contó y agregó que “ser músico es tener pasión, está la otra parte de hacer música que es vivir de ella y esto lo logro con el profesorado”.

En relación a los lugares que hay en Capital para tocar, Gisella opinó: “No hay un espectáculo fijo en el transcurso del año. Si estás tocando en un lugar, viene Municipalidad y te corta.  Necesitamos un lugar estable, ahora hay los domingos en la costanera y eso hace que sea un lugar más turístico, que Corrientes demuestre que es la cuna del chamamé. En el transcurso del año no hay. Tengo muchos amigos chamameceros que dicen que te quieren pagar una miseria, esa es la realidad”. 

“Si verdaderamente ama la música, que se dedique a la música, si no se dedica a eso va a quedar toda la vida con las ganas de hacer lo que le apasiona. No es fácil. Al menos dos horas de ensayo por día, es dedicación, como todo lo que se ama. Un músico tuvo que haber ensayado muchas horas antes y dejar de hacer otras cosas para ensayar. Tiene que saber qué tipo de música quiere hacer”, indicó Pedro respecto a qué transmitiría a un joven que quiere viajar a trabajar de la música. Añadió que “no hay que ir detrás del dinero, hay que expresar un sentimiento, un pensamiento”.

Gisella aportó: “Le diría al chico que viene del interior, al adolescente que recién está saliendo de su hogar, que si le gusta la música  que lo haga, que haga música, si tiene errores se verá más adelante, pero que haga lo que siente”.

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