Aguas abriendo la selva misionera

Por Paulo Ferreyra

Especial para Destinos

El sonido del ambiente son los pájaros y el agua o el agua y los pájaros. No hay más. Solo por momentos parece haber un silencio total. En ese silencio se sienten las hojas de los árboles como danzan y se mecen tan suaves como si estuvieran acunando a un niño. De a ratos, según el lugar, alguien golpea las palmas de su mano, aplaude, el timbre del campo como lo llama Luis Landriscina.  En ese momento sobrevuelan los alaridos de los perros, locos y entusiastas, quizás también felices lanzados ahora a ladrar un rato.

El arroyo Cuña Piru aguas arriba del Salto corre lento, limpio, corcovea entre piedras. Los visitantes se agrupan en distintos puntos del arroyo. En un sector unos chicos juegan y se salpican agua con entusiasmo. En otro punto, aguas más arriba, dos chicas toman sol con la piel al contacto directo con la naturaleza. Solo el agua y la vegetación las cubre.

Cuando uno llega al parque provincial Salto Encantado, a pocos kilómetros de Aristóbulo del Valle, llega a la parte alta del salto. A orillas de la caída de agua la vista es majestuosa, la selva se alza altiva y poderosa. El aire puro es difícil de describir. El sonido de la caída de agua de 60 metros nos empuja a observar, al fondo las piedras se tragan lo que cae y los expulsan limpios en suave corredera.

Para quienes se acerquen en ómnibus hay paradas sobre la ruta nacional Número 14 y desde ahí hay móviles particulares. Para quienes se mueve en vehículos particulares el estacionamiento está a unos metros del acceso al parque y en el lugar cuentan con restaurante.

Senderos Deck

Dentro del parque con los senderos deck cualquier persona puede adentrarse a la selva y su encanto. Gracias a estos cambios que se hicieron hace pocos años una persona con movilidad reducida puede recorrer diferentes senderos. Además, puede hacerse vistajes del Salto Encantado desde distintos ángulos. Continúan también las obras de las aero sillas que esperan habilitar antes de las vacaciones de invierno. Esto permitirá una vista irrepetible del salto en medio de la selva.

Senderos al Salto la Olla

Los otros senderos de tierra y piedra son sinuosos y atrapantes. Sumidos en los senderos largos el sonido es sólo del monte, muy a lo lejos se escucha la caída del agua hasta que se pierde y ya todo es monte. Silencio. Por momentos uno puede advertir que puede salir un sonido y son los propios pasos que marcan un sonido de hojas muertas que crujen al pasar.

En el medio del monte la gente va y viene. En el medio de un recorrido de 1.800 metros aparece un primer descanso, bancos y espacios para descansar. Un cartel devuelve vida para algunos – “zona de red telefónica” – reza el cartel de madera y letras amarillas.

En el lugar hay un pozo profundo, la olla. El sonido del agua vuelve a inundar todo el ambiente. Todo se corta de aratos cuando un majestuoso tucán corta el cielo y desgrana su quejido. Algunas personas después de recorrer estos 1.800 metros hasta el Salto deciden meterse en el agua, no es mucho lo que pueden refrescarse los adultos pero en cambio para los niños puede parecer un oasis.  Como aguas arriba del Salto Encantado aguas abajo el agua sigue siendo limpia, fresca, sin olores.

Hay dos sectores bien diferenciados. Hay un pozo de agua que es poco profundo, que se ve más inmaculado por las piedras que hacen de fondo y lo vuelve trasparente. El otro pozo del Salto la Olla es oscuro, profundo, en un rincón y protegido por la selva hasta inspira temor. En el lugar por momentos arremeten los mosquitos y los tábanos. Una mariposa de alas violeta se cruza por encima del agua, después le seguirán otras de color gris, blanca, amarilla.