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/Ellitoral.com.ar/ Sociedad

Viajaron desde Ushuaia hasta Alaska y dejaron su sapukay local

La correntina Juliana Los Santos junto con su novio Darío Ayala partieron el 12 de febrero desde Chaco hasta la provincia más austral de Argentina para emprender el sueño de llegar al estado más recóndito de América del Norte. El 12 de junio alcanzaron la meta y describen su experiencia en la siguiente nota. 
15 Es la cantidad de países que recorrió la pareja sobre las ruedas de su auto. Unieron Ushuaia y Alaska.

Marisol Salinas

marisolesalinas@gmail.com

La ruta parecía de cuentos. En los costados, las colinas estaban cubiertas de pinos frondosos que en invierno suelen contener la espesa nieve, pero que en esos instantes brillaban con un verde que impregnaba el ambiente de aroma a verano. El motor del auto crujía como anticipando la llegada, entretanto los corazones de Juliana y Darío palpitaban con fuerza hasta que finalmente alcanzaron a vislumbrar el cartel más esperado: “Welcome to Alaska”.

Este es sólo un capítulo de la experiencia vivida por la correntina Juliana Los Santos junto con su novio chaqueño Darío Ayala, quienes el año pasado viajaron en auto hasta Ushuaia, para desde allí emprender el sueño de unir la provincia más austral de Argentina con Alaska, el estado más recóndito de América del Norte.

“Hoy 12 de junio del 2018, hace exactamente un año y cuatro meses dejamos nuestra Argentina querida por este sueño. Gracias a ustedes logramos nuestro objetivo”, fueron las primeras palabras de Darío cuando llegaron al enorme cartel que anunciaba que sus pies pisaban Alaska.

En medio del imponente paisaje los novios dejaron su sapukay, como un grito de triunfo tras haber alcanzado la meta. Con la emoción todavía a flor de piel, Juliana Los Santos comentó a El Litoral: “Recorrimos un total de 15 países. Contando desde Resistencia hasta Alaska fueron 45.000 kilómetros. Este viaje nos deja con ganas de seguir conociendo lugares y nos deja conocimientos sobre cultura en general. Lo más relevante, fue encontrarnos con la bondad y solidaridad de los que nos brindaron muchísimo sin conocernos. Con muchos de ellos sentimos una química inmediata, lo que resultó en una amistad a largo plazo. También sentimos una libertad que es difícil de describir con palabras”.

Experiencias

Para unir el continente americano, de un extremo al otro, la parejita interprovincial tuvo que ahorrar por largo tiempo, animarse a renunciar a sus obligaciones de tiempo completo, vender hasta el mueble más diminuto del hogar, y finalmente el 12 de febrero del 2017 emprendieron la travesía.

El recorrido transcurrió sobre las ruedas del “Polo”, un auto que se ha transformado en un miembro más de esta familia de trotamundos. Así lo describió Juliana, que dijo a este medio: “Viajar no fue fácil. Se sacrifican muchas cosas, pero no nos arrepentimos de haber salido de casa. Estar mucho tiempo sobre la carretera, tampoco es fácil, pero tenemos al mejor auto de todos que es un fierro y jamás nos dejó a pie. Es el tercer integrante de esta aventura”.

Un dato no menor es que la travesía continental se sostiene con labores diarias. Para solventar el viaje los jóvenes realizaron pequeños trabajos y, además, armaron una red de contactos de familias que reciben viajeros, en ese marco, conocieron a personas con quienes entablaron relaciones de amistad.

Alaska

Más allá de tomar fotos de los paisajes más deslumbrantes, Juliana y Darío emprenden la tarea de conocer la cultura e historia de cada tierra.

Todos sus aportes los realizan en la página de Facebook: “Deunpoloalotro”. En dicha plataforma, mencionaron sobre Alaska: “Sólo llegamos a un pueblito llamado Tok y nos quedamos una noche, al día siguiente nos volvimos para Canadá. Por supuesto que nos quedamos con ganas de conocer más, pero se necesita mucho dinero”. 

De todas formas describieron los escenarios más asombrosos: “Ni bien cruzamos la frontera, sólo eran árboles y colinas cubiertas de pinos y luego los picos nevados se convirtieron en el centro de atención. Tok, nos recibió con buen clima, frío, pero con un sol que no lo vimos ocultarse, eran las doce de la noche y seguía bien brillante. Eso nos tuvo un poco atontados porque nos despertábamos bien temprano con su claridad. Es lo normal en esta parte del globo en estas fechas. Lo fabuloso fue tener un cielo despejado para observar bien nítidas a las montañas cubiertas de nieve en sus cumbres”.

Tras haber vivido esta experiencia única, actualmente se encuentran de regreso. “La trompa del ‘Polito’ (nombre de auto) por primera vez apunta hacia el Sur. Volver, también es parte del viaje y recordar, es volver a viajar”, sintetizan los jóvenes que se animaron a patear el tablero para cumplir sus sueños.

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