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/Ellitoral.com.ar/ Opinión

Pilotos de rally transportados por un Ovni

En el campo del fenómeno Ovni, la teleportación, o transporte de un objeto a distancia, existe, aunque son pocos los casos que no tienen una explicación lógica. Entre ellos figura uno de los más famosos, protagonizado por dos pilotos chilenos, corredores del Rally Vuelta a América del Sur, en 1978, por sus muchos y fundamentados testimonios.

Por Francisco Villagrán

Especial para El Litoral

El automovilismo de carretera, especialmente los llamados rally, tiene muchos adeptos y seguidores en Argentina y toda América del Sur, aficionados que colman los bordes de las carreteras siguiendo las incidencias de las carreras en sus distintas etapas. La expectativa era grande en todo el cono Sur en 1978, ante la realización de la Vuelta de América del Sur, organizada por el ACA (Automóvil Club Argentino) y participaban pilotos de distintas categorías provenientes de toda América y aún otros países de Europa, que veían en las difíciles rutas sudamericanas, un desafío para demostrar su buen manejo y calidad de los equipos. Todo iba bien, sin mayores problemas, hasta que en la última etapa se produjo un hecho impactante que en su momento dio mucho que hablar por la espectacularidad del caso. 

Nos referimos al caso de los dos corredores chilenos Miguel Angel  Moya y Carlos Acevedo, protagonistas involuntarios de un impactante hecho. Según cuentan ellos, el 23 de septiembre de 1978, a las 3 de la madrugada, mientras estaban participando de la Vuelta de América del Sur, ya en su última etapa de 1.000 kilómetros fueron “levantados” por una luz potente blanca y amarillenta, en la Ruta 3, en el cruce de la misma con un camino vecinal que conduce a Carmen de Patagones, Viedma, en el Sur argentino y fueron dejados 70 kilómetros más adelante en cuestión de segundos. Según su opinión y la de algunos testigos, fueron alzados por un Ovni en plena ruta, en una experiencia que hasta hoy recuerdan con temor. En su momento, este hecho inusual fue dado a conocer por toda la prensa deportiva que seguía la carrera, levantando más polvareda que los autos en las rutas, pero después se olvidó el caso y se lo recuerda de vez en cuando, como uno de los más importantes en la historia del fenómeno Ovni.

Hace poco, las declaraciones de un ex corredor de ese rally, el integrante del equipo ecuatoriano, Edmundo Carvajal, que participó en esa carrera sudamericana en 1978, volvió a reabrir el recordado y polémico caso, al comentarlo en una entrevista que le hiciera la televisión ecuatoriana. Según Carvajal, el Citroën piloteado por el empresario chileno Carlos Acevedo, que llevaba como copiloto a Miguel Angel Moya, se les adelantó en una curva, después de la cual venía una larguísima recta de unos 100 kilómetros. “Después de la curva no lo volvimos a ver –dijo Carvajal- lo que nos llamó mucho la atención, pues el vehículo no iba a tanta velocidad, al punto de no ver siquiera las luces de posición”. Horas después el auto de los ecuatorianos llegó a una gasolinera, donde encontraron a Acevedo fuera del coche y a su copiloto Miguel Angel Moya sentado dentro del auto, rodeados por una multitud de personas.

Increíble relato

“Al llegar –cuenta Carvajal- les preguntamos qué había pasado, porque los vimos muy nerviosos y exaltados y nos comentaron que vieron como se les vino encima una luz muy potente e intensa, por detrás del auto. Pensaron que era alguno de los autos del equipo Mercedes Benz que estaban ganando la competición, así que quisieron ponerse a un lado para dejarlos pasar, pero la luz se volvió mucho más intensa y se les puso prácticamente encima del coche”. Acevedo les aseguró que el objeto luminoso había levantado el automóvil que fue transportado por el aire durante algunos segundos interminables, quizás minutos y luego fue dejado cerca de la gasolinera. Edmundo Carvajal da por cierta la historia por una serie de circunstancias.

“Ellos llegaron a la gasolinera casi una hora y media antes que nosotros, lo que significa un promedio de velocidad de casi 4.000 kilómetros por hora, lo cual es prácticamente imposible. Eso fue verificado porque hasta tuvieron tiempo de hacer la denuncia del caso a la policía local. El marcador del odómetro tenía 70 kilómetros menos de recorrido y luego el estado de shock en que estaba el copiloto, eso no se puede fingir, algo grave debió haberles sucedido”.

Los organizadores de la competencia en principio los descalificaron porque el auto no había pasado por tres puestos de control, aunque después y en vista de los acontecimientos los autorizaron a terminar la competencia, aunque no conservaron los primeros puestos.

En su relato a las autoridades policiales, que realizaron los corredores chilenos, sostuvieron que “una luz muy intensa y amarillenta se nos puso detrás del auto, pensamos que era uno de los competidores que venía en punta, por lo  cual nos hicimos a un lado para dejarlo pasar, pero para nuestra sorpresa, la luz se elevó y se puso arriba nuestro y justo en ese momento una luz intensa blanca-amarillenta invadió el interior del coche al punto que no podíamos ver nada, nos quedamos como ciegos, encandilados.

Sentimos como el auto vibraba todo, y se levantaba en el aire, pero no podíamos ver nada, tampoco hablar ni movernos, estábamos como paralizados. Fueron algunos segundos, que nos parecieron interminables, después sentimos como el auto tocó tierra y nos quedamos mirándonos sin saber qué hacer, nos bajamos y estábamos cerca de la gasolinera, fuimos allí y contamos lo que nos sucedió. Un bombero que estaba allí escuchó nuestro relato y nos aconsejó que hiciéramos la denuncia a la policía, que ellos sabrían qué hacer, por eso vinimos acá”, explicaron.

El oficial de la policía encargado de tomarles esta declaración, José Bordenave, les creyó su relato y lo dejó asentado  y sellado oficialmente.

Algunos competidores, enterados de lo irregular de la situación, dudaron de la veracidad del relato, y ante la comprobación de que no habían pasado por tres puestos de control, dijeron que los chilenos habían hecho trampa, usando otros caminos mas cortos, pero esto era imposible, ya que en esa latitudes y menos de noche, era muy poco probable esto. Ante la duda, los corredores decidieron abandonar la carrera, pero ayudados por algunos compañeros y otros corredores, aceptaron terminar la competencia.

Finalizada la misma, y ya en Buenos Aires, según el relato del copiloto Moya, único testigo actualmente vivo, “se acercaron a nosotros algunas personas que se presentaron como pertenecientes al servicio de inteligencia de la Fuerza Aérea Argentina y nos sugirieron que no siguiéramos comentando nuestra experiencia a nadie, especialmente a la prensa, para evitarnos futuros problemas. También nos solicitaron que les entregáramos las ropas que llevábamos puesta al momento de ocurrir la experiencia, para un análisis y estudio de las mismas, con la promesa de devolverlas después. Nunca nos fueron devueltas”.

Otro de los casos increíbles que han ocurrido y siguen ocurriendo en nuestro planeta, con una serie de condimentos extraños como para pensar detenidamente en estos hechos.

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