Buscar entre todos la mejor defensa del niño y madres embarazadas

Por Ricardo G. Leconte 

y Ricardo “Caito” Leconte

Luego del rechazo en el Senado Nacional del proyecto de legalización del aborto, se abre una nueva instancia para buscar entre todos la mejor solución que defienda las dos vidas.

Para quienes militamos contra el proyecto, nos parece justo y legítimo el rechazo. La iniciativa afectaba al primer derecho humano reconocido por la sociedad moderna: la vida. Sin vida no hay libertad, ni justicia, ni seguridad, ni ningún otro derecho. Igualmente desconocía la norma constitucional incorporada en la Constitución Nacional en 1994, que defiende la vida desde la concepción (art. 75°). Finalmente, las creencias religiosas convalidaban esa defensa de la vida en el seno materno.

Por encima de las pasiones desatadas por seguidores de las dos posiciones antagónicas, en general el debate fue en paz y con tolerancia de las posiciones contrarias. Permitió igualmente conocer estadísticas y dictámenes de sectores especializados, que debilitan posiciones extremas y facilitan caminos que busquen la mejor solución posible a las preocupaciones de ambos sectores.

Hay coincidencia en mejorar la educación sexual seria en adolescentes, difundir procedimientos preventivos que impiden el embarazo, dar apoyo psicológico y médico a embarazadas en actos de violación y mejorar con espíritu de justicia y criterio práctico la ley de adopción.

Es el momento de buscar, todos juntos, la defensa de los derechos que se reclaman en favor del niño y el de las madres embarazadas por violación, o por relaciones consentidas, al margen o dentro del matrimonio.

Debemos intentarlo. Hay posibilidades para lograr mejorar sustancialmente las situaciones críticas, sin olvidar nunca los valores fundamentales en juego.