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/Ellitoral.com.ar/ Opinión

“La potencia insubordinada de lo experimental”

Carlos Lezcano

Especial para El Litoral

Culminó la octava edición de “Play”, una propuesta que busca reconocer las singularidades de múltiples y variados artistas dedicados al videoarte y al cine experimental a través de una convocatoria pública amplia y por fuera de los cánones y circuitos comerciales.

Maia Navas, su curadora, sostiene con mucha precisión que “allí reside la potencia insubordinada de lo experimental de las artes en movimiento”.

“Play” es el escenario propicio para la experimentación, lo novedoso, polémico y lo osado no sólo como lugar de exhibición de obras, sino como generador de espacios de intercambio no exento de discusión crítica.

“Play” es, por suerte, un espacio que avanza a contraviento en la copiosa selva de imágenes  que nos propone el mundo contemporáneo. Se abre paso mostrando otras posibilidades, variados mundos, novedosas imágenes que esquivan sus aspectos instrumentales o formatos establecidos en las repeticiones conservadoras; a veces, regresando a la esencialidad de lo simple; otras, complejizando los enunciados y las narrativas y, siempre, buscando mayor libertad.

Lo destacable de la propuesta es que se trata de una actividad que se desarrolla en un ámbito universitario. Es decir, forma parte de una gestión de política pública en el área de la cultura a través de la Dirección del Centro Cultural Universitario de la Unne a cargo de Fernanda Toccalino.

Esta apuesta de la Universidad es relevante porque crea un ámbito de exhibición y pensamiento en torno a obras que en general se desarrollan fuera de los circuitos convencionales, que en algunos casos ponen en cuestión los lugares comunes y las estéticas establecidas, fosilizadas y reiterativas.

Con un público mayoritariamente joven, que además crece año a año, la convocatoria de 2019 sumó a la Facultad de Artes Combinadas incorporándolos para realizar pasantías como guías de sala o montajes técnicos.

Esta edición tuvo una itinerancia en el Colegio Ponce, Escuela Eloy Ortega, el Instituto Pelletier y el Instituto de Salud Mental San Francisco de Asís.

El festival tuvo un espacio destinado a los videos seleccionados de una convocatoria internacional y nacional, una muestra paralela con videos de estudiantes de la Facultad de Artes, Diseño y Ciencias de la Cultura en el Espacio Plasma, una invitada especial que mostró una instalación en una pequeña sala contigua al tradicional “cafecito”. Se trató de la movilizadora obra de la suiza Victoria Marechal una instalación multimedial llamada “Querida Lady”.

El límite de la purga (de la serie “El límite se siente”) con videoinstalaciones de Aladana Bit, Julia Rossetti, Mariano Luque y Tamara Keselman.

Hubo invitados especiales como Dario Ojeda, que mostró una animación loop. Los talleres fueron también parte de la movida 2019 con un laboratorio intensivo de video experimental a cargo de Darío Exequiel, “Proyectos precarios” con Carolina Andretti, un taller “para tocar con los ojos-ver con los oídos de Hernán Hayet, Luis Ormaechea dio un taller de Cine Expandido con quien conversamos.

Cine expandido

El taller de escritura crítica sobre cine expandido a cargo de Luis Ormaechea giró en torno a una introducción a la escritura de textos que se adecúen a estas nuevas producciones audiovisuales y a la crítica tradicional que no ha actualizado sus formas ni sus contenidos, quedando a veces desfasada de los cambios cada vez mas intensos.

El concepto de “cine expandido” fue conocido a través de Gene Younblood en su libro “Expanded cinema” de 1970, donde pone en la mira a la expansión producida por los cambios tecnológicos en el cine que lograron cambios en la percepción de esta forma de arte en los espectadores.

El mundo del cine siempre ha ido de la mano de los avances tecnológicos o los cambios de dispositivos audiovisuales han derivado en cambios de formas de producir, de ver y de circulación de los materiales.

Pasar de grandes cines, pantallas panorámicas, la televisión, el cable o el alquiler de videos a dispositivos portátiles como teléfonos celulares, necesariamente, crea nuevos espectadores.

“El director norteamericano Stan Van Der Beek es el autor del término “cine expandido” en 1966 “para denominar aquellas producciones donde se multiplicaban las pantallas de proyección y se trasformaba el lugar de exposición, fusionando el cine con otras artes, deconstruyendo el lenguaje cinematográfico y en las cuales se buscaba exaltar la experiencia sensorial, ya que el espectador no tiene un punto fijo de visualización sino que se mueve por el interior de las imágenes proyectadas”, sostienen Gisela Massara, Camila Sabeckis y Eleonora Vallazza en su trabajo  “Tendencias en el cine expandido contemporáneo”  para la Universidad de Palermo. Pero fue Youngblood  el que popularizó el término porque señalaba que la expansión tecnológica  en el cine produce también una expansión de la percepción y la conciencia.

Este cine expandido pone en cuestión la idea de canon tanto en lo referente a las formas narrativas como a los modos de circulación comercial. Rompe la linealidad de los relatos y articula imágenes de otro modo, más libre en sus asociaciones que busca crear lenguajes personales que requieren nuevos espectadores abiertos a otras percepciones, lejos de lo establecido y cerca de la posibilidad de asombro.

Luis Ormaechea

—¿Cuál es el concepto de cine expandido?

—El cine expandido es un concepto que empieza a aparecer en la década de 1960 en Estados Unidos, básicamente, para referirse a un sector de audiovisual, que es el cine experimental norteamericano de esa década. 

El concepto piensa que el cine tradicional, que ya llevaba para ese entonces unas cuantas décadas de desarrollo, estaba entrando en crisis por la aparición de nuevas tecnologías. Es el comienzo del video, luego el desarrollo de la computación también.

En ese momento se plantea la posibilidad de un cine expandido, en el sentido de un cine que rompa las características de los anteriores cines comerciales de entretenimiento clásico. Quiere ir un poco más allá de lo que hasta ese momento era el cine. Hoy podemos seguir pensando en la expansión de los medios audiovisuales, a partir de las nuevas tecnologías que siguen apareciendo. Es un concepto de casi 60 años, pero que sigue teniendo plena vigencia al día de hoy y se puede seguir pensando en el cine expandido.

—Este cine expandido supone el trabajo con nuevos materiales u otras formas de abordar los materiales y también otro tipo de producto, otro modo de circulación, ¿no?

—Exactamente. La idea de salir del espectador pasivo, de la sala de cine que abonan entradas para espectar -de la palabra espectador- una película y producir un espectador también, un consumidor más activo de estas obras que, aprovechando todas los recursos tecnológicos. Se plantea, también, romper con la sala de cine como lugar de proyección de estas obras, tratar de ir hacia otro lado, a lugares como la misma pared de la sala del cine, otro tipo de objetos, otro tipo de experiencia.

—Esto tiene que ver, también, con nuevas formas de contar, ¿no?

—Sí, básicamente no se trata casi de olvidarse de contar cosas, sino más bien de aprovechar otras características que el audiovisual tuvo desde sus inicios, el de transmitir emociones, de generar emociones,  sensaciones, sin la necesidad obligatoria de narrar una historia. Las historias ya llevan un contenido ideológico en su mismo formato de historia, de relato; entonces, el cine propone nuevas formas de experiencia centrándose incluso en cosas no figurativas.

—Podemos dar algunos ejemplos argentinos de estos inicios.

—Se pueden empezar a ver estas prácticas en el Instituto Di Tella. Hay algunos cineastas pioneros en este sentido: Sabrina Farji, Claudio Caldini, por ejemplo. Y Sivestre Byron, que va a tratar de crear un cine experimental y nuevo, teniendo en cuenta también las nuevas formas de consumo. No sé si consumo sería la forma más apropiada de llamarlo, de acercamiento a estas obras es mejor para nombrar esa relación.

—Esto tiene que ver con los circuitos de circulación, que también requieren nuevas formas de ver, de público y de críticos. Los críticos que venían haciendo este trabajo ahora se enfrentan al desafío ¿Cómo es ese vínculo entre nueva crítica y nuevos materiales?

—Es un vínculo que está en permanente transformación, en permanente expansión, porque las obras todo el tiempo van modificándose, es un proceso continuo, lo mismo que las tecnologías que les permiten levarlo adelante. Eso también lleva a que lo tradicional, la forma de abordar el relato cinematográfico tradicional sea totalmente improcedente para acercarse a estas obras. De hecho, estas obras (muchas veces) ponen en crisis estas cuestiones; entonces, la crítica de estos materiales es poner en crisis al cuadrado.

—¿Cuáles son las herramientas de esas personas que se dedican a la crítica de este nuevo cine?

—En principio, uno de los conceptos que se manejaban es la idea de expansión de la conciencia; o sea, que el trabajo crítico sobre estas obras implica, también, un cambio en la conciencia. 

Es una labor en la que hay que dejar de lado el montón de temas y permitir que la obra nos hable y, a partir de allí, ver qué tipo de escritura nos propone. No es acercarse al objeto ya con una matriz o con un molde preestablecido; sino, en el momento ver qué es lo que esa obra expresa, tratar de poner en crisis también esa expresión. Pero es un trabajo que es muy difícil pensar desde lo sistemático. Una cuestión que tiene que ver más con lo lúdico, con el dejarse llevar por las impresiones, emociones y sentimientos que esa obra crean.

—Esto mismo pasa con los espectadores, ¿no?

—Exactamente.

—Es decir que el espectador debería ir más dispuesto a sorprenderse que encontrar algo que ya sabe.

—Exactamente. Precisamente este tipo de festivales, que organiza Maia Navas, ofrece la sorpresa. Cuando voy a la inauguración de la muestra de “Play”,  la verdad es que no tengo la menor idea de qué me voy a encontrar. No puedo venir ya con manual, porque las obras me van a proponer otras cosas y tengo que estar abierto a eso que me propone otra cosa.

Los espectadores también tienen que ir con esta idea de pensar una conciencia expandida, con respecto a lo que van a ver, lo que van a experimentar más que ver, en esta experiencia.

—Como sos profesor universitario, ¿cómo es el abordaje desde las universidades de estos nuevos materiales, de estas nuevas formas de hacer, de ver y de criticar cine?

—Trabajo en la Universidad de Buenos Aires, la Universidad Nacional de las Artes y en el  Instituto de Cinematografía, y esto está totalmente ausente de la currícula. Es algo que cuesta mucho meter en los programas; hay que contrabandearlo de alguna manera a los programas que armamos para la materia, porque la institución sigue siendo muy conservadora en relación a este tipo de material. Por lo menos, en los lugares donde yo trabajé, siempre tiene un tipo de obras con características figurativas, narrativas, clásicos, en el mejor de los casos modernos. Pero este tipo de experiencia de cine expandido. En general, está bastante ausente en las instituciones de las que conozco.

—¿Hay puertas que se pueden abrir entonces?

—Totalmente, y es un camino que pueden y tienen que abrir mis alumnos, por ejemplo, toda la comunidad en su conjunto, en realidad. Pero básicamente los cambios se tienen que producir desde el reclamo de los alumnos, a partir de “esto no nos identifica, nosotros estamos en otra relación con la tecnología que consumimos, de audiovisual, experimentamos nuevas formas de lo audiovisual” y si no, me parece que ese reclamo de mis alumnos también genera esa inercia conservadora.

—¿Podemos hablar de tendencias, de vanguardia aún dentro de esto que ya tiene 60 años o cómo es la situación de este cine expandido?

—Soy, por mi trabajo y por formación, también nuevo en este terreno, un marginal dentro de este terreno. Así que no conozco todo lo que está pasando; por ende no sé si soy la persona más indicada para opinar. Sí sé que es algo que está en muy presente a los márgenes también, no sólo en el centro, si no en los márgenes, que es muy interesante. El tema es que se irradie también en los centros ya consagrados; por ejemplo, el poder acceder al mundo académico en Corrientes es un lujo para nuestro país y toda la región.

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