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¿De qué depende transformar un fracaso en éxito?

Mucha gente tiene el deseo de hacer cosas, pero en la mayoría de los casos, espera estar mejor para comenzar. “Cuando tenga tiempo, cuando me jubile, cuando la situación económica mejore o cuando mis hijos sean grandes”. Lo cierto es que sólo cuando nos predisponemos a movernos, a salir de la zona cómoda en la que siempre hemos estado empezamos a sentirnos bien y hallamos las fuerzas para seguir adelante. Una decisión lo cambia todo. 

Por Bernardo Stamateas

Colaboración Especial

¿Cómo podemos lograr fortalecer nuestro ser interior?

En primer lugar, debemos tener en mente que tanto mi éxito como mi fracaso dependen exclusivamente de mí y de nadie más. Cuanto mejor entendamos esto, más sencillo nos resultará avanzar en la vida. Cuando nacimos, tuvimos que respirar por nuestros propios medios. Desde ese instante, cada respiración ya no dependió de mamá, como cuando estábamos en la panza, sino de uno mismo. 

Lo mismo sucede con todo lo bueno que queremos lograr. Todos tenemos la capacidad de convertir una situación de fracaso en una de éxito, a pesar de lo que sintamos. Cuando accionamos sin importar el afuera, el otro, somos capaces de descubrir todo lo que podemos producir desde nosotros. Es importante adoptar la actitud de no esperar nada de nadie porque, en realidad, nadie nos debe nada.

Mi éxito no depende de mi entorno sino de lo que creo que soy capaz de construir. Pero para llegar a eso, necesitamos ser libres de la gente y determinarnos a llevar a cabo aquello que solo nosotros podemos hacer. Pensar de esta manera es un antídoto contra el miedo que muchas veces viene a anularnos. Porque dejamos de darle autoridad a los demás para decidir si hemos fracasado o no. Es normal sentir temor en algún momento, pero, cuando vivimos con miedo a equivocarnos, nos paralizamos. 

El miedo a que nos vuelva a suceder algo negativo que vivimos antes nos inmoviliza y nos impide seguir avanzando y aprendiendo del proceso de ensayo y error en el que todos nos encontramos. 

Cuando no nos movemos, rápidamente el temor crece y adquiere más poder sobre nuestra vida del que en realidad posee. Porque:

El miedo nos roba la fe: la capacidad de creer en un futuro mejor

Como resultado, nos instalamos en una zona de comodidad y nos conformamos a lo que es, sin ni siquiera intentar cambiarlo. Pero cuando reconocemos que tenemos miedo y aceptamos que nos equivocamos sin victimismo, nos quitamos una gran mochila de encima y somos libres para volver a involucrarnos en aquellas acciones que nos permitan avanzar.

Como dijimos al principio, transformar un fracaso en éxito depende solo de mí y de la actitud que escoja adoptar frente a la vida porque, cuanto más grande sea un objetivo o un sueño, mayores serán los obstáculos que encontraré. Pero correr riesgos para aprender y crecer nos mantiene en el camino y, tarde o temprano, nos lleva a la cima. Por eso, no idealicemos los errores y enfoquémonos en la meta porque largo camino nos resta y jamás sabremos de todo lo que somos capaces, hasta que no empecemos a hacerlo. 

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RECONOCIMIENTO

Cuando fallamos, simplemente tenemos que reconocerlo. No hay peligro en ello porque el error es la oportunidad ideal para empezar de cero, pero de forma más inteligente. Un error cometido debería impulsarnos a seguir adelante, en lugar de estancarnos. Mientras algunos se esfuerzan por exhibir sus habilidades y se jactan de ellas, nosotros podemos escoger demostrarnos a nosotros mismos que somos capaces de producir, aprender y conquistar nuestros sueños. El error es una puerta hacia nuevos comienzos. Siempre tenemos la posibilidad de “hacer borrón y cuenta nueva” cuando nos equivocamos.