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/Ellitoral.com.ar/ Ciudad

Cuatro generaciones de mujeres tobas que venden productos en la peatonal Junín

Artesanas contaron a El Litoral que hace varias décadas venían con sus abuelas y actualmente, con sus nietos. La venta de sus productos es el único ingreso que tienen.  

 Unas 20 mujeres tobas de Chaco llegan todos los días a Corrientes desde hace más de 30 años para vender sus artesanías y remedios naturales. En la provincia vecina son muchas las que comercializan estos productos y por eso se ven obligadas a viajar a esta ciudad, donde el mercado es más amplio. 

Días atrás se pretendió reubicarlas de la peatonal Junín, donde al menos tres generaciones la convirtieron en su lugar de trabajo. Por el momento, siguen vendiendo en el lugar y sostienen que quieren permanecer en este espacio.  

Las artesanas consultadas por este diario comentaron que desde hace más de tres décadas cruzan el puente, y que antes venían con sus abuelas o con sus madres, y ahora lo hacen con sus nietos. Permanecen desde la mañana hasta la tarde, por la siesta descansan en alguna plaza, para luego volver a su hogar. Algunos días sólo se llevan en sus bolsillos $40 y otros, cuando es fecha de cobro de estatales, pueden llegar a juntar hasta $500 en toda la jornada.  

“Desde el año 1981 vengo a trabajar a Corrientes, antes veníamos con mi abuela, pero ella ya murió.  Nosotras nos queremos quedar en la peatonal, quieren que vayamos a otro lugar, pero hace años trabajamos acá”, contó Agustina de 58 años. Por otra parte, dijo que “vino un abogado que nos está ayudando a permanecer en la peatonal”.  

Una de sus compañeras artesanas, Lidia, de 65 años, contó que “vengo desde hace más de 35 años”. “Ahora vengo con mi nieto, yo acompañé a mi abuela a vender desde los siete años, no conocemos otro oficio. La gente lleva de todo, pero más lo que sea para poner al mate, como la cola de caballo”, comentó la mujer a El Litoral.  

Estas dos personas consultadas coincidieron en que no aceptarán que las trasladen a un lugar fijo que no sea en el centro de la ciudad, ya que en la peatonal es donde más se vende. Existe la idea de elaboración de un proyecto que podría reubicarlas en un lugar estable para que no tengan inconvenientes con inspectores municipales y para que puedan estar en mejores condiciones. 

“Tengo 66 años y desde los 16 años vengo para vender, antes venía con mi abuela, y siempre ofreciendo lo mismo. En todos estos años nunca nos presentaron la posibilidad de tener un lugar fijo. Si todas nos ponemos de acuerdo, sí podemos llegar a un acuerdo, pero tenemos que decidir todas. Estaría bien un lugar fijo en el centro porque a la siesta no tenemos dónde descansar”, relató Rufina. 

Respecto a los controles, dijo que “vinieron dos o tres veces, hacen actas y controles, a algunas ya las querían sacar”. Las mujeres recibieron apoyo de los comerciantes, y Agustina refirió que salieron a hablar con los inspectores: “Uno de los vendedores o dueños del local Locuras que está acá donde trabajamos, salió del local a defendernos y después se acercaron otros comerciantes, gracias a ellos no nos desalojaron”. Con este mismo apoyo contaron los artesanos de la plaza Vera, quienes relataron que “cuando dijeron que ellos nos querían echar, fuimos a conversar y nos dijeron que no era así”. 

“Vendemos algunas cosas a $20, otras a $40, hay días que vendemos muy poco y nos alcanza para el colectivo y comida”, contó Susana, de 51 años, y quien coincidió en que deben ponerse de acuerdo entre todas para hablar sobre algún proyecto.  

Así como contaron a El Litoral, hace más de tres décadas están en la peatonal Junín y que son la cuarta generación subsistiendo de la venta de artesanías, hierbas y medicina natural. Las mujeres vienen muchas veces juntas desde el barrio Toba de Resistencia y para ahorrar pasaje de colectivo se quedan desde la mañana hasta la tarde.  

En este marco, comentaron que la venta es similar a la de años anteriores, y que, si bien pueden llegar a vender menos, muchos vecinos les siguen pidiendo algunas hojas o hierbas para mejorar el nivel de azúcar o de la presión. Lo que más llevan son los yuyos para el mate y en menor cantidad las artesanías que ellas mismas hacen, como los canastos.  

Las mujeres qom son más que parte del paisaje de la peatonal Junín, son personas que encontraron hace décadas su lugar de trabajo allí en el paseo y a quienes los comerciantes y vecinos de la ciudad respetan.

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