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/Ellitoral.com.ar/ Opinión

Amia, la segunda impunidad

Por Jorge Eduardo Simonetti

Jorgesimonetti.blogspot.com

Especial para El Litoral.

“Si examinamos la causa de todos los relajamientos, veremos que proceden siempre de la impunidad, no de la moderación en los castigos. Secundemos a la naturaleza, que para algo les ha dado a los hombres la vergüenza: hagamos que la parte más dura de la pena sea la infamia de sufrirla”. 

Charles Louis de Secondat, señor de la Brède y 

barón de Montesquieu. 

                             

Los seres humanos tenemos distintas maneras de interpretar la realidad, a cada quien con la suya. La más adecuada es la del análisis realista y objetivo. La visión conspirativa, que ve siempre segundas intenciones, por un lado, o la visión ingenua, que está dispuesta a creer en los discursos sin mayor análisis, por el otro, constituyen versiones defectuosas del razonamiento humano.

Creo no ser ingenuo, pero tampoco sospecho de todo y de todos, trato de manejarme con los hechos y las evidencias y para ello es necesario ejercitar el pensamiento racional. Es lo que trataré de hacer con este tema.

El pedido de la Amia a la Daia, para que esta desista de la querella contra Cristina Fernández de Kirchner, por la firma del Memorándum de Entendimiento con Irán, a raíz del atentado a la Amia  que en 1994 costara 85 vidas y 300 heridos, me temo tiene muchas cosas “detrás de escena” que las que se advierten a simple vista.

De movida, es incomprensible que la víctima del más sangriento atentado terrorista en la historia argentina, la Amia, quiera renunciar a la persecución penal de la principal acusada de encubrimiento y traición a la patria (Cristina Kirchner) por la firma de un pacto que ató las manos a la justicia argentina para continuar con la investigación de los iraníes acusados de ser los que idearon, planificaron y ejecutaron la masacre.

Pero lo más increíble es el argumento que utilizaron los directivos de la mutual judía para intentar desligar a Cristina de la causa: “no incrementar la grieta política en la sociedad”, fútil pretexto que, con sólo mencionarlo, representa un baldón para sus integrantes y una subestimación a la inteligencia media de los argentinos.

Permítaseme hacer una comparación que es exagerada, pero que pinta de cuerpo entero la situación: que la víctima (Amia) quiera retirar la querella contra la principal acusada, es como que el Centro Simón Wiesenthal, una institución dedicada a documentar las víctimas del holocausto y lleva registros de los criminales de guerra nazis y sus respectivas actividades, pida la exclusión de responsabilidad de Adolf Hitler, con el argumento de no dividir al pueblo alemán. Insólito.

Tan patética fue la situación que, días después, el presidente de la Amia, Agustín Zbar, pidió licencia por tiempo indefinido a su cargo, ante la catarata de críticas por tan insólito e injustificado pedido.

¿Pero ello es todo? ¿se trató simplemente de una torpeza, que culmina con una licencia del máximo representante de la mutual?

No señor, no fue una torpeza inocente sin objetivos, no fue una falla de buena fe, no fue una equivocación de mutualistas sin formación política ni jurídica. Fue, a mi juicio, una conspiración fríamente calculada pero con resultados negativos para sus mentores, opuestos a los que habían presupuestado. Lo que de ordinario se llama: el tiro por la culata.

No puedo pensar que Cristina, en su carácter de “abogada exitosa”, ni menos el presidente de Amia Dr. Agustín Zbar, jurista de vasta experiencia académica, docente del posgrado y profesor titular por concurso de la cátedra de Derecho Constitucional, hayan ignorado que el retiro de la querella no paraliza en ningún caso la actuación judicial en un delito de acción pública.

Y entonces, ¿por qué se hizo tamaña barrabasada, que no tendría ninguna posibilidad de éxito en obstaculizar o paralizar la causa? Porque el objeto no era jurídico ni judicial, no se buscaba sacarla de la causa, el propósito era total y absolutamente político: ponerle presión a la justicia como persecutora política y mejorar la imagen de Cristina ante la sociedad, sobre todo teniendo en cuenta la próxima contienda electoral.

El razonamiento fue:  si la propia víctima (Amia) pide que se desista de la querella contra Cristina y la Justicia (como es su obligación) sigue con la causa, la mayoría social se volcaría en la creencia de una persecución política contra la ex presidenta, utilizando la justicia como instrumento.

No puede dejar de pensarse, analizando los hechos y la evolución de los acontecimientos, que hubo un acuerdo colusorio, un pacto secreto y no escrito, para que el pedido de la Amia causara un fenomenal terremoto político y jurídico, que culminara con una Cristina víctima del sistema. Un maridaje contrafáctico verdaderamente escandaloso, entre víctima y victimaria, buscando no la eximente penal, sino la impunidad social y política.

Pero calcularon mal, pensaron que el pueblo argentino iba a ser presa fácil del engaño. Y se equivocaron,  enseguida, desde todos los sectores, surgió el clamor del rechazo de tamaña pretensión y lo que se esperaba que favoreciera políticamente la posición de Cristina Kirchner, no hizo más que poner sobre el tapete un tema que estaba en segundo plano, unificando a la mayor parte del espectro político argentino tras el rechazo del pedido y el reclamo de justicia para las 85 víctimas

No es la primera vez que lo digo, pero lo vuelvo a repetir en estas líneas. Estoy firmemente convencido de que la causa de encubrimiento y traición a la patria por la firma del Memorándum de Entendimiento con Irán, es la de mayor volumen y gravedad delictual que todas las otras que involucran al kirchnerismo, aún más que el magnicidio del fiscal Nisman que fue su consecuencia y también las montañas de dinero público que se investigan como sustraídas del erario estatal.

Esta causa debería involucrar no sólo a la ex presidenta sino también a todos los legisladores que votaron la aprobación del pacto y su extrema gravedad consiste en la utilización de los poderes formales que confieren la constitución y la ley, para encubrir el asesinato de 85 compatriotas. Tiene el mismo nivel antijurídico que el terrorismo de estado con que la dictadura militar combatió la guerrilla subversiva, aún más diría, porque en este caso las víctimas fueron personas inocentes y desprevenidas, que fueron masacradas por una bomba.

No señores, ni Zbar es tan ingenuo para no saber lo que pedía, ni la comunidad argentina tan estúpida para no darse cuenta del engaño. Hay que rascar el barniz, para ver bajo la pintura.

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