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Dudas y certezas del año electoral

Si Macri tiene chance de imponerse en una segunda vuelta, es una cuestión que divide aguas entre los opinólogos profesionales. Una derrota por estrecho margen ya sería una victoria para CFK. En el peor de los escenarios llegaría a diciembre como jefa excluyente de la oposición.

Por Mónica Gutiérrez

Nota publicada en infobae.com

Calladita crece. Es esa una definición compartida por analistas y consultores que exploran en estos días el comportamiento de los algoritmos con posesa dedicación.

Que Cristina Fernández se presentará es una de las certezas del momento. Ella no se ha manifestado pero cae de su propio peso que jugará el partido. No tiene opción, sostienen los que juegan en la mesa de arena de un año electrizante. Nadie desprecia el favor de un tercio del electorado. Todo indica que, con el corte de hoy, llega al balotaje con Mauricio Macri. Si tiene chance de imponerse en una segunda vuelta, es una cuestión que divide aguas entre los opinólogos profesionales. Los números son muy finitos y puestos en esa situación todo parece posible.

En cualquier caso, una derrota por estrecho margen ya sería una victoria para CFK. En el peor de los escenarios llegaría a diciembre como jefa excluyente de la oposición. La lógica manda: aun perdiendo, gana.

Mauricio Macri sigue montado en el optimismo. Sostiene que la elección será reñida pero que va a ganar. La idea de medirse con CFK parece ilusionarlo. Todos los que lo rodean alientan ese convencimiento. No miden riesgo alguno, ni imaginan por un instante el día después. Para ellos, Cristina candidata es un reaseguro, una oportunidad. Apuestan al voto espanto.

Son pocas las certezas y muchas las dudas en el inicio del año electoral.

Alternativa Federal quiere ir por ese 30% que no logran abroquelar Macri ni CFK. La iniciativa no fluye. Sin un candidato claro que encarne al sector, sólo pregonando buenas intenciones y con Sergio Massa, el que más mide, sin repuntar ni soltar, se les está haciendo cuesta arriba. El empeño que están poniendo algunos referentes del sector de seducir a los votantes K sin Cristina tampoco se presenta fácil.

La aparición en escena de Roberto Lavagna movió el avispero pero no cambió el tablero. El único de los posibles candidatos cuya imagen positiva supera a la negativa no quiere internas y demanda un consenso en torno a su candidatura que tampoco aparece. Juan Manuel Urtubey y Massa resisten, ambos quieren ser presidente. La figura del ex ministro da aire al sector pero la propuesta alternativa no despega.

Desde el kirchnerismo las cosas se ven más simples. Reconocen que Macri y Cristina están en un “empate técnico” concentrando la intención de los votantes con un 35% cada uno, pero que frente a una segunda vuelta la ven ganadora a CFK. Sostienen que el techo lo tiene Macri y que, considerando las posiciones irreductibles del 70% del electorado más predispuesto al odio al contrario que al amor por el propio, el voto en blanco inexorablemente les jugará a favor.

Un dato curioso del momento es que los referentes más competitivos para la candidatura presidencial tienen mucha más imagen negativa que positiva. La ecuación diferencial les da a todos para atrás.

Si, como sostiene Lucas Romero, de la consultora Synopsis, el 60% de los argentinos espera una opción a lo ya conocido, hay que decir que esta no despunta. Ninguno de los outsiders con los que se fantasea parece cuajar.

De todos modos, vale recordar que muy pronto, el 26 de febrero, arranca el primer juicio oral contra la ex presidenta. Será solo el comienzo de un año que la tendrá entrando y saliendo de Comodoro Py. Estar en campaña electoral entona y empodera, también protege. No es lo mismo sentarse en el banquillo de los acusados viniendo de casa, que enfrentar a los jueces mientras disputa la Presidencia de la Nación. La posibilidad de que Cristina regrese al poder no sólo impacta sobre la economía desalentando proyectos e inversiones, también opera sobre los siempre lábiles ánimos judiciales.

La demoledora avalancha de datos que dejó la declaración de Víctor Manzanares, el contador de la familia Kirchner, deja sin aire ni argumento a los que encuadran la causa de los cuadernos en una trama de persecución política.

El último de los arrepentidos pasó de la cárcel a un lugar secreto y en el trayecto no sólo hundió a la ex mandataria en la megacausa que hoy tiene al staff K y al establishment empresarial contra las cuerdas, sino que impulsó la reapertura del expediente por enriquecimiento ilícito que, en su momento, cerró en un escandaloso trámite exprés el inefable Norberto Oyarbide, cuando, según él mismo lo expresó, lo tenían “agarrado del cogote”. A confesión de parte, relevo de prueba.

La inquietante historia que incluye las declaraciones de una viuda acaudalada quien, tras haber gozado de las más glamorosas locaciones de la neoyorkinas y de inversiones cinco estrellas en Turks and Caicos, ahora escupe fuego en los tribunales sumando nuevos actores al expediente de los cuadernitos.

Macri no la tiene mucho mejor. Esta semana volvió a devaluar su palabra cuando anunció, aliviado, que la inflación estaba bajando, justo unas horas antes que la estadística oficializara un dato demoledor que lo contradice. El IPC de enero fue del 2,9%, superando al 2,6% de diciembre y por encima de las estimaciones de las consultoras privadas, llevando el incremento interanual a un escalofriante 49,3%. El número más alto desde 1991.

Nadie en el oficialismo parece reparar que en los desánimos colectivos hoy los números pesan más que las palabras. Con una sostenida caída del consumo y una pérdida del 13% de la capacidad adquisitiva del salario contra la inflación en 2018, comenzar el año con un incremento del precio de los alimentos del 3,4% mete miedo.

Este es sin duda el dato más inquietante si consideramos que los sectores asalariados de menores recursos, y no precisamente los sostenidos por planes y ayuda social, invierten buena parte de lo que les ingresa en la compra de alimentos. Con la carne aumentado alrededor del 7,1%, la leche por encima del 5% y el pan entre el 2% y el 4%, se impone que el oficialismo baje a la tierra y comprenda que la verdadera batalla electoral se libra entre góndolas en el supermercado.

La malhadada gestión de Macri nos trajo hasta aquí. Montados en la cola de un cometa fugaz, los tenaces predicadores del optimismo consumieron las expectativas de cambio derrumbando la credibilidad de todos y derrapando de semestre en semestre.

Algo une a la oposición. Un objetivo declarado: sacar del Gobierno a Mauricio Macri. De eso se trata. Cuentan con el creciente sufrimiento, fastidio y frustración que genera la impotencia del macrismo, no ya para resolver los problemas heredados, sino lo que se profundizaron durante su gestión.

En un escenario tan tenso y bipolar, el “voto útil” siempre termina resultando tan riesgoso como tentador.

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