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Palabras, herramientas

Por José Ceschi

 ¡Buen día! Cada vez que escucho a los docentes -especialmente los ligados a temas del idioma- soy testigo de su desánimo. Se quejan del escaso vocabulario que emplean los alumnos y, por si fuera poco, al uso indebido de palabras. Por no hablar de las palabrotas…Cuando yo era jovencito me gustaba copiar de los grandes autores españoles y argentinos las imágenes los giros idiomáticos y cuanto recurso literario apareciera como nuevo para mi novel vocación de escribir. Cada tanto doy con alguna chica o algún muchacho que disfruta del bien decir y lo expresa por escrito. Pero ¿por qué tan pocos? ¿Y por qué, casi vergonzantes? “¿Cómo hacer para que la propuesta de reflexionar y escribir no sea aburrida?”. Lo preguntaba Susana Martin, autora de obras escritas para niños y adolescentes, en una nota titulada “Las palabras como herramienta”. Variando los temas, dice. “Ya no se trata de la clásica ‘Composición, tema: la vaca’. En tal sentido, una opción interesante y enriquecedora sería pedirles a los alumnos que plantearan sus inquietudes y eligieran aquellos temas que más les interesan, les atraen o les preocupan. Y sin subestimarlos. Alentándolos a largarse, a animarse más allá de los errores. A que descubran dudas, certezas, preguntas sin respuestas, misterios o las verdades más absolutas. Enseñarles a interpretar, a ver las distintas posibilidades, el debatir y, finalmente, a volcar esas ideas en un papel.

 En tal sentido, las propuestas deben ser abiertas y para trabajar tanto en grupo como individualmente. Hay que darles pautas para que creen tanto en la escuela como fuera de ella, para que sepan que crear y escribir son dos actividades que se utilizan toda la vida y en todos los ámbitos del desarrollo humano. No sólo se trata de dar examen oral o escrito para aprobar, sino saber actuar con desenvoltura, utilizando las palabras como herramienta…”. Se aprende a caminar caminando. Se aprende a hablar y escribir correctamente con el ejercicio de hablar y escribir bien. Para ello hay que leer mucho a los buenos escritores. Después, a desplegar las alas. Equivocándose, también. El error forma parte del buen aprendizaje.

¡Hasta mañana!

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