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/Ellitoral.com.ar/ Opinión

Los fantasmas de Alcatraz, la isla maldita

Considerada en su momento la más segura del mundo, la cárcel fue cerrada definitivamente en 1963. Enclavada en la Bahía de San Francisco, también le decían “La Roca” por su conformación geológica. Allí murieron muchos y aseguran que hasta hoy se ven fantasmas y espectros deambulando por sus abandonadas instalaciones.
“La Roca”. La cárcel de Alcatraz, cuando funcionaba en la bahía de San Francisco.

Por Francisco Villagrán

Especial para El Litoral

Llamada la isla de los alcatraces, allí los norteamericanos crearon el penal de máxima seguridad más eficaz del mundo, pero también el más terrible, por los inhumanos tratos que allí se les daba a los presidiarios. En 1775, el explorador español Juan Manuel  de Ayala, fundador de la ciudad de San Francisco, descubrió oficialmente la isla y estableció allí el primer presidio, el cual era conocido como la “Cárcel de los alcatraces” por las numerosas aves marinas, alcatraces, que anidaban en sus costas. Posteriormente sólo se la llamó la “Cárcel de Alcatraz” hasta su definitivo cierre, que fue oficialmente el 21 de marzo de 1963. A lo largo de sus casi 30 años de funcionamiento, albergó a 1.545 criminales. Cada guardia tenía a su cargo 3 presos. Se produjeron 14 intentos de fuga y sólo tres personas consiguieron escapar de la isla. Nunca fueron encontrados. 

La penitenciaría se utilizó durante la época de la colonia, la Independencia, la guerra entre Estados Unidos y México y hasta 1963, en que dejó de funcionar definitivamente. Al principio, la cárcel sirvió para encerrar a los indios norteamericanos e indígenas mexicanos, que rehusaban sujetarse a las autoridades norteamericanas. En la guerra civil norteamericana, ahí eran encarcelados los enemigos y traidores y, desde principios de siglo, sirvió como prisión militar para allí “guardar” a asesinos y gente muy peligrosa y hasta psicópatas. Desde entonces se convirtió en el penal de máxima seguridad más eficiente y terrorífico del mundo.

El pobre preso que tenía la mala suerte de caer en la cárcel de Alcatraz, realmente, entraba en la antesala del infierno. Allí las leyes eran tan duras, que a todo prisionero que llegaba más le valía morir antes que estar en ese sitio. Nadie podía hablar con nadie. Sólo los pájaros que se posaban en la isla eran el único nexo con el mundo exterior y algunos enloquecían al punto que terminaban hablando con los pájaros. A principios de siglo, los puritanos del norte buscaban cualquier pretexto para mandar a los negros y latinoamericanos del sur a la cárcel de Alcatraz, por el solo delito de no ser norteamericanos “blancos, decentes y rubios”.

En la época de Al Capone, en los años veinte, de la Ley Seca, hasta la fecha de cierre del penal, se establecieron en la cárcel las tristemente célebres “cadenas de presidiarios”, con las que se encadenaba a varios presos casi en fila india y los obligaban a realizar pesados trabajos forzados hasta morir. Como en la época de Al Capone las autoridades no podían con la mafia, decidieron aplicar “toda la mano dura posible” a cuanto gánster caía en sus manos. Estas crueles técnicas alcanzaron su máximo desarrollo en Alcatraz, donde desafortunadamente todos los demás presos también “pagaron el pato”. Así, en 1934, el procurador general convirtió la cárcel de Alcatraz en el penal de máxima seguridad más terrible del mundo, las puertas del infierno ya estaban abiertas y quedaban en Alcatraz.

Muchos de los presos o se suicidaban o terminaban dementes al cabo de pocos años de estar allí. Para las autoridades, todo huésped de Alcatraz había rechazado ya todo intento de rehabilitación y, por lo tanto, no valía la pena sentir lástima por él. Era ya carne de presidio y la única manera de salir de la isla era muerto, para que su cuerpo fuera echado al mar, como alimento para los tiburones. La isla estaba rodeada por numerosos tiburones que, al menor intento de fuga por agua, se encargaban rápidamente de los desdichados fugitivos. Además, los guardias estaban fuertemente armados con ametralladoras, pistolas y rifles de alto poder. Tenían órdenes de disparar ante la menor alteración del orden. Muchos provocaban desórdenes para encontrar, en una bala salvadora, el alivio al calvario de su sufrimiento diario en la prisión. La introducción de armas a los presos era prácticamente imposible y muchos andaban esquizofrénicos, dementes o a punto de enloquecer totalmente. Tan inhumana era esa cárcel, que el propio Al Capone enloqueció y quedó convertido en un despojo humano, cuando fue trasladado a ese lugar por evasión de impuestos. La sífilis torturó a Capone durante su estadía en prisión, 4 años y medio, y en 1939 fue trasladado a una cárcel para pacientes terminales, donde murió el 25 de enero de 1947.

Una barrera infranqueable

El presidio de Alcatraz fue famoso mundialmente, ya que era “a prueba de fugas”, como quedó comprobado en varias ocasiones. En el período comprendido entre 1934 y 1963, 35 hombres intentaron escapar, siete murieron a manos de los guardias, veintidós fueron recapturados y los demás sirvieron de almuerzo a los tiburones. En 1946 hubo un intento de fuga que costó la vida de cinco presos y que fue conocido como “La batalla de Alcatraz”, aunque poco tuvo de batalla, ya que los guardias no tuvieron ningún problema en liquidar uno a uno a los desesperados presos que intentaban escapar. 

En 1963 las autoridades decidieron clausurar definitivamente el penal, ya que “no era posible que se permitiera esa barbarie en un país del primer mundo”. Las autoridades decidieron utilizar otros medios “más civilizados” para castigar a los reos más peligrosos, como ser la cámara de gas, la inyección letal, la silla eléctrica, la horca o el fusilamiento. Muchos presos latinoamericanos dejaron su vida en ese escalofriante lugar, los tétricos pasillos eran semejantes a las cavernas del infierno. Cuando el asaltante Frank Weatherman abandonó la cárcel de Alcatraz, lo hizo acompañado de otros 27 presos. El era el último de la lista y le tocó en suerte ser el último prisionero de esta diabólica prisión (su número fue el 1576). Tras su salida, el penal cerró definitivamente sus puertas, finalizando así la existencia de la que se llamó tristemente la “Embajada del infierno en la tierra”. 

Este hecho histórico ocurrió el 21 de marzo de 1963. Hasta ahora hay quienes afirman que en este lugar de mucho sufrimiento y dolor, donde murieron muchas personas en forma traumática, se ven deambular sombras y figuras en el interior de sus paredes, fantasmas y espectros son sus actuales habitantes. También se oyen gritos de terror, conversaciones y susurros que a más de uno ponen los pelos de punta. La isla está abandonada, de día muy pocos la visitan y de noche nadie quiere quedarse allí ni por todo el oro del mundo.

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