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/Ellitoral.com.ar/ Sociedad

Seducción de ojos carmín

GENTILEZA/Gentileza JosE Mizdraji

Por Paulo Ferreyra

Colaboración: Abel Fleita  

Especial para El Litoral

Monjita Gris (Xolmis cinereus) es una pequeña ave de iris rojo. Lleva alas negras con notable banda blanca y las cubiertas alares con la punta blanca. Tiene además la cola negra con punta blanca. Al igual que muchas aves se alimentan de insectos. Miden 20 centímetros aproximadamente y su peso máximo es de 55 gramos. El hábitat natural son las sabanas secas subtropicales o tropicales ocasionalmente húmedas o herbazales de tierras bajas inundadas y pastos. En distintos mapas especiales de aves la ubican en los países de Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay, Perú, Surinam, y Uruguay.

Para cerrar este mes de aves y arte pictórico escogimos una obra de un artista de la ciudad: José Mizdraji. El es profesor en grabado, pintura, dibujo y maestro en artes visuales. A lo largo de estos años ha realizado más de 40 muestras individuales en Corrientes y Chaco. Además junto a otros artistas realizó muestras colectivas en las provincias de Corrientes, Chaco, Formosa, Misiones, La Pampa y Buenos Aires. También llevó sus obras a países limítrofes como Paraguay y Brasil. Estos lugares también tienen obras de José en importantes museos y espacios públicos.

Dado su peso, apenas los 55 gramos, la Monjita Gris se posa en ramas muy livianas. En la construcción del nido edifica una semiesfera de tallos y pajas en una horqueta de ramas, recubierto con raíces, plumas y cerdas, deposita hasta cinco huevos, pero el promedio esta entre 2 y 3 huevos ovoidales, blancos con manchitas y pintas pardo rojizas. Su alimentación es a base de insectos que caza dando vuelos cortos, una vez capturados vuelve a su posadero, describió Diego Oscar para el sitio oficial de ecoregistros.org.

“Desde muy chico tuve una inclinación hacia el arte. Junto a mi hermano Salvador nos sentimos inclinados a estas cosas. Además nos sentimos acompañados por nuestros padres. Ellos siempre nos incentivaban”, cuenta José Mizdraji.

“Creo que la principal motivación viene de la familia. Cuando estaba en 3º año de la secundaria comencé a trabajar con un artista que se llamaba Emilio Rodríguez, acá en Corrientes. Asistía al Museo de Bellas Artes y él fue muy clarito conmigo, me dijo – “si pensás dedicarte al arte pensá que no vas a ganar plata. El arte es un gusto estético”. 

Reflexioné tras estas palabras y decidí que realmente esto era para mí. Desde joven me dedico de lleno al arte. Estudié, me formé, me recibí de maestro en artes visuales y después seguí el profesorado de grabado en Corrientes y profesorado de pintura en Chaco”, relata.

Desde hace tiempo el artista viene trabajando sobre aves. Cuando solicitamos imágenes para esta sección nos ofreció varios dibujos realizados con distintos materiales. “Constantemente hago aves”, cuenta y hace una pausa para rememorar tiempos pasados. “Cuando era estudiante en el Instituto de Bellas Artes tuve una profesora quien hoy es amiga mía. Ella es Norma Compencelli, daba la materia Morfología y me hizo ver que el dibujo no es solamente la forma humana sino que se puede componer desde la planta, los insectos, los elementos naturales y así fue que hice un click hacia las aves. Comencé a trabajar en forma hiperrealista. Casi fotográfica”, explica.

Esas imágenes y producciones de aves de José surgieron a través de estudios y libros enciclopédicos. “El avistaje de aves es reciente. Esto debe tener diez años cuando aparecieron películas y comenzaron a invitar a las personas a hacer avistaje de aves en determinados lugares. Esto es muy reciente. Cuando yo tenía más de 20 años esto no existía”, advierte. “Llevo ya más de 30 años haciendo aves. Me puse a dibujar y pintar. Hice varias pinturas. Visité los Esteros del Iberá. Investigué sobre las aves, sobre sus entornos y después hice una serie de cuadros sobre nidos”.

José se considera un artista eclíptico. “Realizo obras temáticas o por series. Por ejemplo tengo la serie de los nidos, tengo la serie de la figura humana, tengo serie de la escuela, tengo serie de casas, de las aves. Constantemente cambio. Cuando hago una serie lo exploto al máximo durante dos, tres o cuatro años, como mucho. No estoy atado a nada. En estos años estoy más abocado a las aves y a los nidos.”

Sobre la Monjita Gris el artista cuenta que hizo su avistaje en la zona del Iberá. El dibujo de esta página fue realizado este año. “Es una obra original hecha en lápiz. Este año estoy trabajando con lápiz, entonces ahora busco y logro otros resultados, otras tonalidades, otros valores. Puedo partir de una imagen pero voy jugando y experimentando en el dibujo.

Ojos rojos

En la práctica de observación, la Monjita Gris es una de las aves que posiblemente no sea de esas primeras que aparecen en la actividad, a menos que se la conozca por vivir o recorrer el campo por otras cuestiones.

Aun así es posible que sea familiar verla, pero su nombre no es de lo más popular. Entonces puede ser identificada por su base gris general, con partes negras y los sectores blancos de sus alas, que al volar quedan expuestas y llaman la atención de quien la pueda ver surcando el cielo.

Estas aves pueden sorprendernos desde algún arbusto solitario del abierto pastizal, desde un poste o surcando el aire. También pueden atraparnos en su vuelo medio para mantenerse siempre a cierta distancia. Son ariscas. Sus ojos rojos transparentes siempre nos seducirán o al menos querremos verlos.

Como en un juego de integración con la flora, podemos recordar si su territorio estaba en convivencia con las palmeras de yatay o de palma caranday. En esta ocasión la puesta de sol, el ocaso, fue el momento que acompañó el avistaje y la captura fotográfica. Entonces, en ese momento, haberla visto pudo ser la excusa ideal para el cerrar la jornada. Una vuelta de página.

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Libertad

Esta semana José Mizdraji inaugurará una muestra sobre sus obras realizadas acerca de nidos de aves. Haciendo uso de ese lugar común de las aves, el nido, le pedimos que nos permita entrar a su hogar y conocer cómo era el seno familiar que alentó al artista desde pequeño. “Mi familia estaba compuesta por cuatro hermanos varones. Los cuatro nos dedicábamos al estudio y al deporte. Pero llegó un momento en que yo decidí quedarme en casa a dibujar en lugar de ir a jugar al fútbol. La actividad nuestra corría entre el deporte y la parte cultural. A mí me interesó desde joven las artes visuales. Mi casa familiar era muy chiquita pero considero que el espacio no importa. Si uno tiene ganas y deseo de trabajar lo hace en cualquier lugar. En este momento tengo un taller, pero el espacio es reducido porque tengo muchas obras pictóricas, muchas esculturas, objetos, grabados. Sin embargo, el espacio no me limita a trabajar. Tener voluntad de trabajo es lo que nos hace seguir creando”, destaca y su voz se apaga en el teléfono como un vuelo seco, rasante, de alas anchas de libertad.