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Política y personas menores

Los autores hablan de la co-relación entre el “mini-estado” que es la familia, y su proyección social. Dice la definición de Política: “Es la ciencia que trata del gobierno y organización de las sociedades humanas”. El vínculo personas mayores-personas menores es la “maqueta” del futuro modelo político y social. Comprender y ejercer el “compromiso político” en el diálogo cotidiano es muy bueno.

Por Marta Chemes

Especial para El Litoral

Por José Pérez Bahamonde

Especial para El Litoral

Nos podemos imaginar a los niños con sus derechos propios, y no sólo a los adolescentes y adultos? Probablemente, ni siquiera signifique esfuerzo el hacernos a la idea, aunque no resulte tan fácil si tratamos de aterrizar dichos derechos en la realidad: ¿Derechos? ¿Caprichos? ¿Manipulaciones? ¿Demandas? ¿Pataletas? ¿Permisividad? ¿Autoritarismo?

Pepe: Cierto. De una generación a otra, han cambiado muchos códigos. En nuestra infancia, nuestros padres la tenían más simple: cada vez que incurríamos en falta, el castigo consecuente no se dejaba esperar; los caprichos y protestas tenían una escasa o nula cabida. Obedecíamos, sí o sí, sin rechistar para que no se agrandara el problema en perjuicio nuestro. Hoy, los vínculos de afecto entre padres e hijos son de mayor naturalidad. Esto facilita que se negocien tanto castigos como permisos.

Precisamos tener en cuenta que los menores siguen necesitando no sólo satisfacer sus necesidades materiales. También requieren alimentarse de valores que garanticen la integración social y su madurez emocional e intelectual.

Marta: Siendo la familia la célula y la base principal sobre la que se asienta la sociedad, ¿con qué nos vamos a encontrar cuando esos niños crezcan y adquieran un compromiso social como adultos? Puede que su forma de pensar, de vestir, su elección profesional y sus espacios lúdicos lleguen a diferenciarse respecto a los de sus padres y abuelos. No es precisamente tan así, en lo concerniente a valores, creencias, emociones y códigos con los que aprendieron a relacionarse consigo mismos, con los compañeros y con sus padres y los adultos.

Más bien, eso que les fue transmitido acerca de cómo relacionarse con su cuerpo, cómo expresar sus emociones, cómo valorar la convivencia y a quienes la integran -e incluso las claves para saber moverse por la vida- irá con ellos donde quiera que vayan. Claro que esto no implica un determinismo cerrado; siempre cabe -y más en el ser humano- la posibilidad del cambio elegido.

Pepe: De lo que sí podemos estar seguros es de que nada de lo que sucede en la célula familiar cae en saco roto. Sería ingenuo creer que el colegio, la religión, los profesionales de la educación, de la salud, o los amigos, pueden sustituir la formación y valores -tanto para bien como para mal- que se transmiten al calor del hogar...

Los mismos profesionales de la educación y de la salud resaltan, cada vez más, el insustituible papel que la familia -y el clima que dentro de ella se vive- cumple en la salud psicofísica de niños, adolescentes y jóvenes.

La sobremesa, los paseos y demás momentos lúdicos se llenan de placer cuando el diálogo sucede. Así, se instauran los lugares de transmisión de valores que, espontáneamente, constituyen la gran transmisión de los legados (¡ni que decir de los “cuentos inventados” por papá o mamá!).

Marta: Valga esto para comprender que no se educa tanto desde lo que se dice, sino con lo que se hace... (La continuación y desarrollo de esta verdad queda a merced de cada lector).

Rendimiento escolar; obesidad; hipertensión infantil; bullying, estrés; exceso de televisión y computadora; videojuegos... sería lo antagónico de esta propuesta.

No es necesario pasarse al otro extremo, negando el buen uso formativo y lúdico de la tecnología cibernética, sino más bien de encontrar el modo permanente de administración razonable que, dosificados, se convierten en válidos recursos informativos dentro de lo formativo.

Hábitos de alimentación, juego, estudio y descanso; deportes, espacios de enriquecimiento intelectual, vida social, redundan en una propuesta emocional que hace al fructífero ejercicio de los derechos del niño.

Pepe: Sin duda, esta dinámica contribuirá a la construcción de límites y normas para los hábitos de vida: Una buena propuesta de convivencia.

Abordar la fuente problemática de la violencia escolar nos parece que excede la propuesta de este trabajo. La “paternidad institucional” del Estado debe encarar un sistema de planeamiento con profesionales que apoyen y cotejen a los docentes y padres para reorientar un espacio tan crítico y desangelado en la sociedad.

Ningún beneficio aporta que padres y docentes rivalicen, en vez de acordar compartir la responsabilidad en la educación.

El mundo adulto necesita alentar el diálogo con los menores, asumiendo la responsabilidad de transmitir códigos éticos que nos lleven hacia el equilibrio en la convivencia y la paz. Todo esto con mucha reflexión, y mirada pensante. ¡Manos a la obra!

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