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/Ellitoral.com.ar/ Destinos

Más del 60% de los viajeros más jóvenes prefiere alojamientos sustentables

Una encuesta de Booking.com revela que la generación Z prefiere quedarse en alojamientos que respetan el medio ambiente, en un porcentaje notable. El interés por la sustentabilidad varía sorpresivamente según la franja etaria.  

 Las tendencias indicarían que la generación Z (jóvenes entre 16 y 24 años de edad) va a ser mucho más consciente a nivel social y ambiental que las generaciones anteriores. Pero, ¿van a vivir y viajar a la altura de las expectativas? De acuerdo con una investigación a nivel mundial de Booking.com, el líder en viajes digitales que conecta a la comunidad viajera con la variedad más amplia de alojamientos únicos, el 63% de la generación Z argentina prefiere quedarse en alojamientos que respetan el medio ambiente. Es un porcentaje alto, pero, en comparación con otras generaciones, no tanto.

¿Son los más interesados?

En lo que a turismo sustentable respecta, la generación Z no es la única interesada en cuidar el planeta. Al analizar específicamente el turismo en masa, el 57% de la generación Z consideraría no visitar un destino si supieran que está amenazado debido al exceso de turismo. Este tipo de preocupación es más evidente entre los baby boomers (personas de más de 55 años, 62%), la generación X, 65%, (personas de entre 40 y 54 años) y los millennials, 63% (personas de 25 a 39 años).

Asimismo, más de la mitad (63%) de los viajeros de la generación Z poseen buenas intenciones y dicen que al momento de planificar y reservar un viaje, prefieren quedarse en alojamientos que respetan el medio ambiente. No obstante, este porcentaje es el más bajo en comparación con generaciones anteriores a la hora de elegir un alojamiento sustentable: los baby boomers (65%), generación X (67%) y los millenials (67%).

Turismo sustentable

y voluntariado

Más de la mitad (59%) de la comunidad viajera argentina elegiría reducir su huella ecológica limitando la distancia recorrida en los viajes, y ese número es más fuerte en la generación Z. El 80% indica que están dispuestos a usar medios de transporte más ecológicos, como autos híbridos o eléctricos, transporte público, o simplemente caminar y andar en bicicleta.

A su vez, la generación Z está determinada a poner su granito de arena, convirtiéndose en el grupo más interesado en hacer tareas de voluntariado durante sus viajes (37%). Seis de cada diez (64%) de los viajeros de la generación Z argentina que hasta el momento no habían participado en actividades de voluntariado están dispuestos a hacerlo en un próximo viaje (68% mujeres vs. 59% hombres), y la mitad considera que es importante contribuir a la comunidad local que visitan (50%).

Las generaciones y su impacto

Hoy en día, los viajeros de todas las edades están sumándose a la idea de pasar unas vacaciones sustentables y demostrar su deseo de contribuir: ya sea a las comunidades que visitan o tomando decisiones apuntadas a proteger el planeta.

Al momento de planificar su próximo viaje, la generación Z mostró ser consciente del planeta y del efecto que tienen sobre él las decisiones que toman, ya que más de la mitad (55%) indicó que el impacto ambiental que los viajes tienen sobre los destinos es un factor importante que se debe tener en cuenta. Más de la mitad (57%) de ellos visitará un destino menos conocido en vez de alguno popular si esto significa un menor impacto en el medio ambiente.

 

“Slow Travel”, el placer de viajar lento

Nacida en Europa, la filosofía del “slow travel” o “viaje lento” se ha convertido en un pilar fundamental en la defensa del turismo sostenible, un argumento utilizado cada vez más disminuir el estrés de los viajes, y la pretensión de poner más marcas al mapa.

El concepto es de origen italiano y nace en la década de los años 80, de la mano del sociólogo y gastrónomo Carlo Petrini y vinculado a la gastronomía: el “slow food”, en contraposición con la cultura del “fast food”. Petrini puso en valor la alimentación en relación con los productores y con la calidad de sus productos, así como a la biodiversidad y al medioambiente.

Diez años después, la corriente trasciende lo gastronómico, dando lugar a movimientos complementarios, como la “ciudad lenta”. En esta línea, el movimiento ha atravesado fronteras y actualmente cuenta con la red “Cittaslow” en países como Alemania, Gran Bretaña, Holanda, Noruega o España.  

No obstante, no es necesario convertirse en una ciudad lenta para disfrutar del turismo con calma. En esta línea, dado el rechazo al avión como medio de transporte, el tren se convierte en la alternativa más viable, como el Interrail para los jóvenes en Europa, que fomenta “viajes lentos” por “ciudades rápidas”.

Con Europa como cuna, la tendencia del “slow travel” defiende la idea de que viajar y conocer un país significa desgranar con calma sus regiones, su cultura y su idioma, así como comprender sus tradiciones, su forma de vida, su gastronomía y sus productos.

“Para nosotros, el ‘slow travel’ significa hacerse amigo de los lugareños, llegar a su territorio en pequeñas cantidades, detenerse en negocios familiares y apoyar a las pequeñas y medianas empresas, tiendas locales, mercados y servicios”, explica Carol Haslam, directora de Slow Tours Europe, una agencia de viajes cuya oferta se centra en el “slow tourism” en territorio europeo.

“Cuando comenzamos en 2007, había dificultades para encontrar otras pequeñas empresas que realizaran giras con una filosofía similar a la nuestra”, explica Haslam, que lamenta que “en ese momento no había nadie ofreciendo un sitio web donde la gente pudiera encontrar una buena selección de estos tours”. Sin embargo, el movimiento “slow” cobra cada vez más fuerza, impulsado por su cariz medioambiental, y cada vez son más las plataformas que organizan este tipo de viajes, como Slow Europe, “una comunidad de viajes donde las personas hablan entre sí”, en palabras de su creadora, Pauline Kenny.

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