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Malezas: la alternativa agroecológica

Ante la permanente aparición de malezas resistentes a productos herbicidas, desde la Universidad Nacional del Nordeste se trabaja en alternativas agroecológicas para el control de este problema.

*Por Juan Monzón Gramajo

La producción agrícola se encuentra en una encerrona, el control de malezas utilizando herramientas químicas va camino a ser ineficaz por lo que desde distintos sectores se impulsa un progresivo cambio en el que se priorice una intervención agroecológica.

Hablar de malezas no es un tema menor, cualquier proyecto productivo agropecuario es inviable si no se cuenta con un plan estratégico que las controle. De no hacerlo, el rendimiento y la calidad de la producción pueden verse afectados. ¿De qué manera?, “la maleza es una planta que está en un lugar y momento no deseado y que compite con el cultivo utilizando mejores estrategias por nutrientes, agua y luz”, explicó Gabriela López, directora del Centro de Malezas de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Unne.

El remedio químico a través de herbicidas para su manejo ya es objetado por distintos sectores. El abuso en su utilización desde los años 80 ya no se presenta como una alternativa de gran utilidad por sí misma en el sistema productivo, generando distintas especies de malezas que hoy se presentan resistentes a estos productos.

Desde principios de este siglo se registran las especies y biotipos de malezas que no son afectadas por los herbicidas. En una rápida proyección realizada por especialistas hacen suponer que en un lapso no mayor a diez años, todos los herbicidas que se encuentran actualmente en uso no serán efectivos (Carlos Papa del Inta Oliveros).

Se plantea entonces la necesidad de un progresivo viraje utilizando herramientas de manejo agroecológico. En esa línea se encuentran trabajando en el Centro de Malezas de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Unne. Se trata, de un espacio de investigación que está dando sus primeros pasos, que se enfoca en el estudio taxonómico y la bioecología de las malezas de los distintos cultivos.

En este sentido, Gabriela López reafirmó la necesidad de un manejo agroecológico, para lo cual consideran necesario “conocer a fondo todas las malezas de cada cultivo, para establecer un diagnóstico y posteriormente fijar una terapéutica de control”.

El equipo de investigación -de 22 personas- ya tiene el antecedente de la confección de una Guía de Identificación de Malezas para el Cultivo de Arroz, con apoyo del Ministerio de la Producción de la Provincia de Corrientes. Similar proyecto será iniciado en breve para la Provincia del Chaco para el cultivo del algodón y se planifica extenderlo a girasol, trigo y soja. Hay becarios del Instituto Nacional de la Yerba Mate (Inym) y un doctorando estudiando las malezas del cultivo de la yerba.

“Adoptar herramientas agroecológicas será un camino arduo que debemos iniciar con los productores en base a asesoramiento y capacitación. Hay que desandar el trayecto de la “solución mágica” dado por los herbicidas que todos los actores del sector productivo erróneamente apoyamos y cuyas consecuencias empezamos a verlas”, expresó la profesional de la Unne.

Monitoreo, diagnóstico y terapéutica para cada caso en particular, es la propuesta que plantea la directora del Centro de Malezas de la Unne para hacer frente a estas plantas no deseadas en los diferentes cultivos.

La terapéutica o acciones de control estará diseñada en función de la especie y biotipo de cada especie, de ahí el interés en el estudio exhaustivo que involucrará a especialistas de distintas cátedras de la Facultad de Ciencias Agrarias.

Algunas de las herramientas de control que serían impulsadas con el cambio de paradigma son: las rotaciones por ambiente, los cultivos de cobertura o de servicio y el banco de semillas.

El cultivo de cobertura es la siembra de una o más especies que se utilizan para preservar las características del suelo, protegiendo su estructura, manteniendo su humedad, aportando nutrientes y materia orgánica, para mantenerlo fértil durante todo el año. Por todas estas funciones que realizan, es que se la conoce también como de “servicio ecológico”. Puede ser utilizado entre cosechas o convivir con el cultivo principal.

Un ejemplo de este último caso se da en las plantaciones de yerba mate, actualmente están utilizando como cultivo de servicio a plantas leguminosas, que por competencia de sombras no permite el crecimiento de malezas y a su vez nutre el suelo con Nitrógeno.

La otra herramienta de control agroecológico son las rotaciones por ambiente. En un campo de extensión determinada, se lo divide por lotes en los cuales se combinan las especies implantadas. Se van rotando en los lotes los cultivos de cosecha como los de servicio. De esa manera se generan variaciones de los ambientes y se diversifican las malezas, facilitando su control.

El estudio del banco de semillas es vital para el manejo agroecológico. El suelo es un reservorio importante de semillas de diferentes especies vegetales que pueden permanecer un largo tiempo después de ser depositadas y emerger cuando existen condiciones favorables para completar su ciclo. Esas semillas competirán con otros organismos (insectos, hongos, etc.), algunas se perderán, otras germinarán en la superficie y otras serán parte del suelo dependiendo de la práctica agrícola que se realice.

Mediante un estudio del suelo, los investigadores analizan aquellas semillas que se encuentran en el mismo y que por algún manejo de maquinaria, vuelve a la superficie y causan daño (creciendo en forma de maleza).

De todas maneras, la directora del Centro de Malezas aclara que cualquiera de estas herramientas de control, deben ser utilizadas por períodos y no de forma permanente. La rotación de prácticas contribuye a la sanidad de los lotes productivos.

En otro aspecto, si bien no está catalogada como una herramienta de control, la ingeniera López hace mención a una práctica que no es realizada habitualmente: la limpieza de maquinarias. Dada la poca extensión de los lotes, es común que en épocas de cosecha los productores alquilen maquinaria. De esta manera, los equipos se van trasladando de un campo a otro, diseminando malezas sobre todo las más resistentes. Para evitar esta dispersión, la solución pasa por limpiar la maquinaria entre su utilización de un campo a otro.

Las estrategias de control de malezas en el paradigma de buenas prácticas agrícolas se cierran en el productor y su responsabilidad frente al cuidado de la tierra y el producto, quizás sea el punto más difícil en todo el proceso. La ecuación inversión vs rendimiento, hoy está más tensa que nunca. La opción de evitarse problemas (aunque no todos) utilizando herbicidas implican cada vez más gastos, que van dirigidos además a fertilizantes y nutrientes para preparar suelos cada vez más exigidos.

El límite lo pondrá la misma naturaleza, aunque ya existen signos de cambios. “Debemos imitar a la naturaleza que se mantiene en equilibrio durante miles de años. La agroecología apunta a buscar una estabilidad, alternando cultivos con ciclos largos con otros cortos, buen monitoreo, con plantas que vayan controlando las mismas malezas”, expresó la ingeniera López.

 

 

Se multiplican los casos de resistencia

 

((((FOTO “Malezas Inta”))))

 

En los últimos años, se multiplicaron las noticias sobre la resistencia que gana una maleza frente a un herbicida determinado. De hecho, según datos estadísticos de la Red de Conocimientos en Malezas Resistentes (REM) impulsada por Aapresid, “en la Argentina existen 36 biotipos y 20 especies de malezas resistentes a cuatro mecanismos de acción diferentes, como glifosato; graminicidas selectivos posemergentes; imidazolinonas, sulfonilureas y triazolpirimidinas y hormonales”.

A este panorama se suman, a partir de 2010, los casos de resistencia cruzada y, al menos, 11 de resistencia múltiple; “eventos que crecen a una tasa de cuatro biotipos y dos especies por año con algún tipo de resistencia”, indicó el documento.

Juan Carlos Papa –especialista en manejo de malezas del Inta Oliveros, Santa Fe– aseguró que “es importante comprender que, en el contexto actual, no vamos a manejar las malezas exitosamente sólo con herbicidas”. Para lograr un cambio positivo, “es necesario combinar armónica e inteligentemente diversos métodos para maximizar las posibilidades de éxito”, sentenció.

En la agenda de los productores dedicados a cultivos extensivos, “las malezas ocupan un lugar preponderante y hoy presentan un estado crítico”, señaló Papa y explicó: “ese estatus está definido por la gran cantidad de casos de tolerancia y resistencia, que se traducen en lotes con elevados grados de infestación por fallas de control y en poblaciones y comunidades de malezas ‘difíciles’ en continua expansión”.

Sin embargo, esto no siempre fue así. Antes de que la ciencia, la tecnología y la industria pudieran aunar esfuerzos para el desarrollo de los herbicidas inhibidores de ALS (como imazetapir, metsulfuron metil, clorimurón y flumetsulam, entre otros) y del glifosato, que permitieron dar el gran salto hacia la agricultura con la aplicación de tecnología meramente de insumos, el manejo de malezas era la etapa más costosa, compleja y exigente en conocimientos, dentro del manejo de los cultivos.

Con el paso de los años y la demanda de simplificar los procesos, el sistema productivo avanzó hacia un modelo basado en el monocultivo, el empleo de uno o unos pocos herbicidas, la ausencia de labranzas y el arrendamiento de la tierra por un plazo muy breve. “La reiteración en el espacio y en el tiempo de ese modelo simple y de extremadamente corto plazo es, en gran parte, responsable de la crisis actual en materia de malezas”, justificó el especialista del Inta y agregó: “Es improbable encontrar una solución, si no se modifica la manera de llevar adelante el proceso productivo”.

 

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