Viernes 19de Abril de 2024CORRIENTES16°Pronóstico Extendido

Dolar Compra:$848,5

Dolar Venta:$888,5

Viernes 19de Abril de 2024CORRIENTES16°Pronóstico Extendido

Dolar Compra:$848,5

Dolar Venta:$888,5

/Ellitoral.com.ar/ Opinión

Con toda la voz

El tango es cabal, consecuente, para expresarnos sin caretas. Es como el borracho que no dice mentiras, canta verdades a los cuatro vientos.
CHRISTIAN AMARILLA

Por Adalberto Balduino

Especial para El Litoral

El tango canta lo que otros callan. Dice sin empacho la sombría actitud de la vida. Nombra y califica lo incalificable. Es una dura pincelada que la necesidad con cara de hereje, trasunta y arrastra. Es la prueba contundente de urgente necesidad. La verdadera cara que la realidad esconde, hipocresía que allana la gravedad de las cosas.

Se nace honrado. No se hace. Porque hacerlo es no haberlo tenido. Vemos en estos tiempos aciagos de la Argentina, la aparición de figuras calificadas como serias que de pronto saltan la valla para salvarse. No importa cómo ni para qué optan por otras simpatías, ni para qué están destinados. Pero más allá de colores y banderitas, más importante y urgente es la buena intención de haber sido una buena pieza. De buena madera. Incondicional y honesto. Sincero y confiable. De este movimiento en contra de principios, el tango lo sabe y muy bien porque siempre ha cantado de frente y a viva voz.

“Aprendí todo lo malo, / aprendí todo lo bueno, / sé del beso que se compra/sé del beso que se da, / del amigo que es amigo / siempre y cuando le convenga / y sé que con mucha plata / uno vale mucho más. /Aprendí que en esta vida / hay que llorar si otros lloran / y si la murga se ríe, uno se debe reír, / no pensar ni equivocado, / ¡para qué, si igual se vive..! / y además corrés el riesgo / de que te bauticen gil.” / Este es un tango ejemplar de Roberto Grela y Francisco Gorrindo, popularizado por la cantante Azucena Maizani en 1937, cantándolo en el Teatro Nacional, cuyo título contundente “Las cuarenta”, como un latigazo de metáfora, le dice sin vueltas y de frente a la vida, a las cosas y a las personas que encarajinan el aire. Cantar las cuarenta es asirnos al código duro pero respetuoso de desechar las hipocresías, y animarnos a decirlas tal cual son.

Se ve que ya en 1913, la viveza criolla ya estaba en su apogeo que por desgracia aumentó y se hizo viral. Es que en 1913, el médico psicólogo, escritor y filósofo argentino José Ingenieros lanzaba su libro “El hombre mediocre”, donde sus “cuarenta” hablaban claro y certero. Decía: “La política se degrada. Los espíritus subalternos florecen en los establos del sufragio universal.” “Los deshonestos son legión; asaltan el Parlamento para entregarse a especulaciones lucrativas. Venden sus votos a empresas que muerden las arcas del estado, prestigian proyectos de grandes negocios con el erario, cobran sus discursos a tanto por minuto.”

El argentino que es el motor de estas facilidades cívicas siempre transpuso límites porque se suplantó trabajo por ocio. Y seguimos pensando tan fácilmente lejanos al pensamiento y accionar de los países asiáticos, que ante una crisis duplican el trabajo porque de otra forma no se sale. Sin embargo, nosotros particulares y únicos, puteamos sin incurrir en ese esfuerzo, desvelados por tener dos coches en vez de uno y poder seguir viajando tantas veces como fuera necesario al exterior. Nunca asumimos la realidad, porque hacerlo es vernos tal cual verdaderamente somos: un país de apariencias,  lejos de prever gastamos mucho más con tal de parecernos a lo que no hemos sabido ser. Porque somos el resultado triste de ser como somos.

Siempre lo digo, aquellos que tuvimos la oportunidad de cumplir la primaria de lunes a sábado, ni teníamos vacaciones de invierno, no perecimos en el intento. Al contrario, salimos fortalecidos porque la fortaleza es necesaria para salir a flote en este país. Es justamente lo que un agradecido por el esfuerzo y el empeño que le brindaron sus padres fue noticia en todo mundo: el argentino Christian Amarilla, un joven de 26 años que egresó con sacrificios económicos como Licenciado Químico.

Valorando el medio en que vive, el sacrificio de sus padres, gritó a los cuatro vientos en una carta que se hizo viral: “Soy el hambre que pasaron mi mamá y mi papá. Soy la bolsa de pan con mermelada que me daban las porteras al terminar la escuela para que me llevara a mi casa. Soy el club de barrio que me permitió entrenar al baloncesto durante 11 años sin cobrarme cuota social y pagándome el transporte para que pudiera ir a los partidos. También soy los botines de fútbol 5 que usaba de niño para jugar por no tener zapatillas. Soy ropa prestada de mis amigos para salir a bailar. Soy las actividades que hicieron mis compañeros del secundario. Soy los 30 kilómetros en bicicleta que hacía mi viejo todos los días para ir a dos empleos por unas migajas de pan. Soy el dolor de espalda que hoy siente por las noches por tener que seguir trabajando a pesar de su hernia de disco, soy también sus calambres. Soy los inventos de mi mamá para que un arroz blanco fuera el plato más delicioso del mundo. Soy su preocupación cuando de pequeño llegaba tarde a casa, y también su ocupación para que siguiera estudiando a medida que iba creciendo. Soy el hambre que pasaron muchas veces los dos para que yo y mis hermanos comiéramos la poca comida que había. Para ser licenciado, primero tuve que ser todas esas cosas. Por eso hoy disfruto mucho serlo, porque es muy difícil llegar, y porque a mí particularmente me ha costado un montón.” Y, termina contundente pero aleccionador para una Argentina que no lo es toda, porque hay algunos que se salvan todavía y que son los menos: “Que venga lo que sea, porque estoy preparado.” Así se hacía eco el diario El País de España, en su edición del 21 de setiembre. Cuando leo estas cosas y veo y me entero de las locuras políticas que están haciendo todos en la arena como gladiadores, tratando de eliminar a sus contrincantes, la Argentina que se pronuncia me parece a “La Maza” de Silvio Rodríguez: “Qué cosa fuera. / Qué cosa fuera la maza sin cantera. / Un amasijo hecho de cuerdas y tendones. / Un revoltijo de carne con madera. / Un instrumento sin mejores resplandores / que lucecitas montadas para escena / Qué cosa fuera, corazón, qué cosa fuera. / Qué cosa fuera la maza sin cantera. / Un testaferro del traidor de los aplausos./ Un servidor de pasado en copa nueva./ Un eternizador de dioses del ocaso. / Júbilo hervido con trapo y lentejuela.”/ Las canciones tanto como el tango permiten sintonizar la verdad de la milanesa. Más que susurros, gritos suavizados, pero que se traen el estilo de “las cuarenta”: frontales que la metáfora alcanza, permitiendo entender con mayor fuerza que la denuncia, porque apela a comprender lo que no deseamos escuchar. Por qué apelo al canto y sus letras, porque son mensajes no hechos en vano, son palabras más elocuentes que con el arte revisten esa hondura que no siempre se logra. Más aún cuando no queremos saber, cuando nos encerramos en la disputa de atenuar problemas. Los problemas existen porque los argentinos somos un fracaso cívico, el no compromiso, el ocio, el dolce farniente. Dice Francisco Gorrindo en su clásico de “Las Cuarenta”:

¡Toda carta tiene contra y toda contra se da..! / Hoy no creo ni en mí mismo; / todo es grupo, todo es falso, / y aquel, el que está más alto,/ es igual a los demás…” / Somos irremediablemente un tango sin remedio.

¿Te gustó la nota?

Ocurrió un error

Comentarios