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“Nunca se escribió tanto y se leyó tanto como ahora”

Por Carlos Lezcano y Gabriela Bissaro

Especial para El Litoral

Alguna vez quizá se hayan preguntado, como nosotros, ¿cómo leemos? Podríamos decir que hay tantas maneras como lectores: en la cama, en el piso, en una sala de espera. Podríamos asegurar que la verdadera grieta es la que existe entre los que escriben los libros y los que apenas los marcan. Pero, más aún, ¿cuáles son las relaciones que establecemos con las cambiantes formas de producción, circulación y consumo de libros? En esta conversación con Silvia Ramírez Gelbes tratamos de encontrar algunas pistas de esa relación cada vez más compleja. 

Ahora no se trata tanto de saber cuánto se lee sino cómo, del mismo modo las preguntas rondan la cuestión de cómo se escribe, no solamente qué se escribe.

Los consumos culturales han dado un giro cualitativo en los últimos años con la aparición de nuevas formas de producción de contenidos, nuevos soportes y formas de circulación, en un mundo donde las personas están conectadas de manera simultánea a distintas y múltiples informaciones o propuestas de lectura.

El debate en torno al libro digital o libro papel ya parece de otro tiempo, porque los lectores, lejos de suprimir posibilidades, están abiertos a nuevas experiencias lectoras. La lectura en teléfonos móviles es una imagen generalizada en las ciudades y también en zonas rurales donde “la señal” lo permita. Los estudios del mundo lector se posan hoy en estas formas de producción, circulación de contenidos, debates sobre derechos intelectuales y normativas nacionales e internacionales relacionadas con el autor.

Silvia Ramírez Gelbes es doctora en Lingüística, es directora de la Maestría en Periodismo de la Universidad de San Andrés. Es directora de la Colección “Comunicación & Lenguajes” de la editorial Ampersand, que lanzó hace poco “Libro expandido”, una obra de la poeta Amaranth Borsuk. La colección tiene otras publicaciones, “El discurso híbrido. Acerca de las formas de escribir en la web”, escrito por la entrevistada, y “Lectura transmedia”, de Francisco Albarello. 

Ramírez Gelbes nos cuenta cuál es el lugar del libro en el ecosistema de pantallas, las nuevas relaciones entre autores y lectores en un mundo plagado de nuevas herramientas tecnológicas, que modifican constantemente nuestras prácticas y nos invitan a pensar la vida cotidiana en una provincia que aún tiene problemas de conexión de internet.

Esta charla se dio en el marco de la séptima Feria del Libro de Caá Catí, edición que este año fue virtual y transmedia. 

— Cuando pensábamos en la Feria del Libro de Caá Catí tuvimos que repensar todas las lógicas con las que organizamos las anteriores. La situación de pandemia nos puso frente a una situación excepcional, no solo ante los libros, sino un cambio radical del encuentro, de lenguajes y formas. La aparición de “Libro expandido” fue muy importante para nosotros. ¿Quién es Amaranth Borsuk? 

—Es una autora norteamericana, una poeta electrónica que publica su poesía online y, además, es especialista en temas de escritura e investigadora en temas de escritura. En Washington dicta clases y materias relacionadas con la escritura y codirige una maestría en escritura creativa. Esta autora se propuso investigar qué pasa con el libro, sobre todo desde la mirada de alguien que publica poemas online, que hace poesía electrónica. El resultado de sus investigaciones es el libro que en inglés se llamó “The book” y quisimos traducirlo al español, porque nos parece un tesoro para que muchos lectores accedan a él. 

—Justamente el libro en su expansión se piensa como un objeto, como una idea, son los capítulos que van estructurando el libro. ¿Cómo lo podríamos pensar en términos de objeto, qué recorre el libro en ese sentido?

—El “Libro expandido” se ocupa de la escritura desde sus orígenes y plantea los distintos soportes que fueron cobijando a la escritura; incluso, habla de casos en los cuales la escritura es inscripta, no solamente es escritura tal como la pensamos hoy, la escritura de momentos o la escritura en una montaña. Pero el libro, tal como lo concebimos los occidentales en la actualidad, un objeto maleable, transportable, que normalmente podemos oler, que podemos tocar, del cual podemos sentir el peso. Y la pregunta que atraviesa este texto es si “¿es eso el libro o el libro es el contenido del libro?”. Porque estamos migrando hacia un período en el cual el libro ya no tiene peso u olor a tinta, ya no tiene dimensión de libro necesariamente. De hecho, en un kinder, en cualquier tablet podemos tener muchos libros, de modo que el cuestionamiento que hay detrás de toda esta obra es si el libro es lo que los occidentales de fines del siglo XX o principios del siglo XIX imaginamos exactamente como libro, o libro es, en todo caso, esa obra que está escrita para perdurar más allá de un soporte particular. 

—Pensando con el horizonte del soporte. ¿El libro concebido como una idea, qué tan vinculado está al soporte, la idea del libro al soporte? 

—La idea de libro se materializa, por decirlo de algún modo, en un soporte, y ese soporte exige determinados formatos que podemos llamar géneros, por ejemplo, exige determinados modos de escritura, exige determinada manera de comunicación, inexorablemente. Por eso es que hay una imbricación absoluta entre el soporte y al contenido. La idea puede representarse, puede materializarse en distintos soportes, pero necesariamente va a tener que aceptar el molde de ese soporte. Un poco es eso de lo que habla esta obra también. 

—Si pensamos en la colección que dirigís en la editorial Ampersand y en tu libro de las maneras de escribir en la web. Francisco Albarello habla de las maneras de lectura, ese ecosistema de pantallas que piensa. Pensamos en esta discusión que siempre se renueva relacionada con la pregunta de si internet va a hacer desaparecer el libro, si uno desaparece al otro. ¿Cómo se configura ese escenario donde pareciera que nada desaparece y, sin embargo, se crean nuevas lógicas? 

—La hipótesis que subyace al “Libro expandido” es, justamente, que el libro es eterno. Ahora, diría en el “Fedro”, Platón plantea que la escritura en contraposición con la oralidad, lo único que va a traer son sabios aparentes, que olviden los datos, la información, mientras que aquellos que han hecho memoria pueden ser sabios auténticos. Esto lo decía Platón en relación con la escritura, en la paradoja de que el Fedro nos llega gracias a la escritura. Hoy hay una idea semejante con la escritura en la pantalla; nunca en la historia de la humanidad, por supuesto que no necesariamente se leyeron tantos libros físicos, quizás se lee mucho más en la pantalla quienes hacemos investigación, de hecho, leemos muchísimo en la pantalla. Pero eso no significa que leamos menos que antes, muy probablemente leemos más y esto es lo que sostiene la propia autora Amaranth Borsuk en “Libro expandido”. Lo que hay ahora es un crecimiento en la lectura y el libro se traslada a un soporte distinto, que tiene características diferentes. La investigación -esto aparece casualmente en los tres libros de la colección- la investigación muestra que todavía hoy, e incluso con gente joven, gente de alrededor de 20 años, la lectura por placer se sigue eligiendo en papel. Pero los chicos o las nenas que hoy están en la escuela primaria, probablemente por placer van a leer en las pantallas, porque además esta situación es tan dinámica que cambia de manera vertiginosa. El libro, creo, cree Borsuk y cree Albarello, no va a dejar de existir, va a existir de otro modo. Existió en arcilla, en tablillas de arcilla miles de años antes de nuestro tiempo, existió en rollos miles de años antes de nuestros tiempos; ahora lo pensamos todavía con la materialidad del papel que tiene como condición difundida poco más de 500 años. Antes los libros eran muy elitistas, para decirlo de algún modo, hoy todavía imaginamos el libro como el libro en papel; ya otras sociedades del mismo tiempo están pensando el libro en papel y en pantalla. 

—Hablabas hoy de esta relación o esta división que hacíamos de lo real y lo virtual. ¿Cómo se piensan, el libro está en lo real o está en lo virtual? 

—La verdad es que cuando se dio inicio a internet, allá por el año 93, 94, digamos, internet fue creada como una intranet para que se pasaran documentos sujetos especializados, militares, académicos. Cuando internet se abre al mundo, lo virtual era algo mágico, algo evanescente. Hoy, lo virtual, lo material, tienen un estatuto de idéntica condición -diría- frente a lo real; porque lo virtual es tan real como lo físico. Esta conversación que estamos teniendo es real, no es física en el sentido de que estemos realmente cara a cara, pero es real, no podemos negarlo, por eso es que antes realidad y virtualidad parecían antónimos. Hoy yo diría que la realidad, en todo caso, es el hiperónimo, esa palabra que en su significado encierra el significado tanto de materialidad como de virtualidad. 

—¿Quiénes son los usuarios de hoy y qué competencias necesitan para poder leer en el hoy?

—Las competencias son, en cuanto a la lectura, muy similares a las del papel, pero requieren ciertas habilidades técnicas que el papel pareciera no requerir: sostener un libro con la mano derecha y la mano izquierda. De hecho, dice Borsuk, el libro tiene las dimensiones de una mano promedio; sostener un libro pareciera una cosa natural para nosotros, porque hemos sido criados en una cultura del libro de papel, pero esa capacidad técnica que interpretamos como un plus necesario para saber pasar las páginas o scrollear en función de leer un texto en la pantalla, los bebés las tienen adquiridas desde el año, cuando los padres y madres para calmarlos les dan el celular. Esta capacidad para tocar la pantalla y producir un cambio es justo en el lugar en el que hay que apretar la pantalla, los chiquitos y las chiquitas ya lo conocen naturalmente; por eso las habilidades son equiparables si entendemos que quien ha nacido a fines del siglo XX o sobre todo a principios del XXI tiene esas capacidades naturalizadas, porque las aprendió con los juegos. 

—En este sentido, si pensamos una feria del libro, donde en realidad hay una página, que es el lugar donde sucede la feria. Hay una web que es la feria, donde uno se encuentra con textos, pero también encuentra audios de poetas y a su vez videos de alguna actividad performática que implica una lectura. ¿Qué dice Borsuk acerca del libro como una interfaz? ¿Cómo trabaja esa categoría? 

—El libro se convierte en este momento en la posibilidad de acceder a otros mundos, que están dados no solo por la imaginación, sino también por la tecnología. De hecho, ella nos habla de los libros en los cuales nos encontramos con realidad aumentada, esa posibilidad que nos dan determinadas aplicaciones para ver algo más allá de lo que tenemos en nuestro entorno físico, o incluso de lo que tenemos en un libro. Esto puede dispararse hacia lugares impensados, ya el libro no solo -como digo- activa la imaginación, sino que, además, nos presenta en la imaginación delante de los ojos o adelante -lo voy a decir cómo lo creo realmente-, delante de los sentidos. 

—¿Qué es el libro hoy? 

—El libro hoy es el soporte en el cual aparece un texto, una obra, un texto entendido como el discurso producido por alguien, que puede ser la misma persona, pero en un tiempo anterior. Todavía el libro tiene esta condición de que aparece como resultado de una reflexión, de una investigación, de una imaginación, pero previa. No tenemos un libro todavía sincrónico, puede llegar a aparecer también.

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