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Hablemos de autoestima

Las personas que agrandan desmedidamente lo que saben hacer sufren el “síndrome de Súperman”. En realidad, albergan la creencia de que “todo lo pueden”. Como consecuencia, no le fijan horarios al trabajo, no van al médico porque ya saben lo que les va a decir y no aceptan un consejo o una sugerencia de nadie.  

Por Bernardo Stamateas

Colaboración especial

Cuentan la anécdota de un campeón de peso pesado de boxeo de los Estados Unidos que se subió a un avión y, cuando la azafata le pidió que se colocara el cinturón de seguridad, respondió: “Señorita, Súperman no necesita cinturón”. La mujer lo miró y le dijo: “Señor, Súperman no necesita avión. ¡Póngase el cinturón!”. 

Las personas que creen que todo lo pueden también suelen ayudar a todo el mundo. Muchas veces lo hacen excesivamente, al punto de descuidarse a sí mismas, y terminan por desgastarse. Tienen la creencia de que lo que ellos hacen nadie lo va a hacer como ellos o en lugar de ellos. 

En el otro extremo, encontramos a las personas que no son capaces de reconocer sus fortalezas y solo ven sus debilidades. Son los que se victimizan y expresan: “Yo no sé hacer nada”. Si los primeros se paran en la omnipotencia, estos se paran en la impotencia. Creen que “no pueden”. En el terreno del amor, son limosneros y reclaman todo el tiempo: “Ayúdame… mírame… dame afecto… decime que me querés… hacé esto por mí”, etc. 

¿Qué es la potencia? 

Vendría a ser la definición de estima: saber qué puedo y qué no puedo. Todos los seres humanos sabemos hacer ciertas cosas y somos buenos en ellas, lo cual se conoce como fortalezas; y todos, por igual, no sabemos hacer otras cosas, lo cual se conoce como debilidades. Frente a estas últimas, podemos aprender y mejorar, para que se transformen en fortalezas, o directamente buscar a alguien que las haga por nosotros. 

Conocer ambos aspectos de uno mismo nos permite tener no solo un panorama completo sino, además, una estima sana. Ahora, cuando nos relacionamos con los demás, también debemos verlos como personas iguales a nosotros con puntos fuertes y puntos débiles. Esta forma de encarar la vida nos ayudaría a resolver la inseguridad que tantos dolores de cabeza y frustraciones les causa a muchas personas. 

¿Por qué hay personas que se niegan a aceptar sus virtudes y defectos, y a mejorar lo que sea necesario? Algunos incluso dicen: “Yo sé que tengo esta debilidad, pero no la quiero modificar porque me siento bien así”. En el fondo, sienten miedo, aunque no lo admitan. 

Esta emoción, cuando no la enfrentamos, nos lleva a no querer hacer ningún cambio para evitar equivocarnos. Porque el error es percibido como algo catastrófico y como… ¡el fin del mundo!

Por lo general, alguien que no reconoce todas sus facetas procurará ir detrás de figuras omnipotentes, es decir, de personas que tienen una imagen de súper humanos (aunque en realidad no lo sean). Ir detrás de un “gurú”, o de una “estrella”, o de quien sabe todo calma la ansiedad. Pero una autoestima equilibrada nos libera de la dependencia del otro y nos permite alcanzar nuestra mejor versión.

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