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Infidelidad masculina

Por José Ceschi
¡Buen día! ¿Quiénes son más infieles en la vida matrimonial: los hombres o las mujeres? Cada vez en encuentros de matrimonios o en charlas generales hago esta pregunta puntual, hay un silencio en la sala. Por supuesto, las mujeres piensan que los hombres también.

Dejemos de lado las estadísticas. Pienso que los varones, tomados en conjunto, son más naturalmente infieles que las mujeres. La mujer casada suela estar más volcada a su marido y a sus hijos, y para que llegue a serle infiel tiene que mediar una situación conflictiva de mucho peso. Dicho de otro modo, es raro que una mujer cometa infidelidad si es lleva bien con su marido.

En los hombres, las tentaciones de infidelidad suelen ser más fuertes y los lazos de contención más débiles. Además, las posibilidades favorables suelen ser mayores para los hombres que para ellas.

Lo curioso es que los maridos infieles (que no son tantos como se cree… ni tan pocos como algunos insisten en creer) suelen descuidar ingenuamente los “alrededores” de su pecado. Piensan que con llevarle flores a su esposa, decirle mucho “mi amor”, sacarla a cenar seguido y otras cosas gratificantes ya logran engañarla. Como lo recuerda muy bien Horacio de Dios, “el hombre es bastante distraído para advertir las señales de riesgo. Su egoísmo lo envuelve en un caparazón duro y sus energías están orientadas a defenderse fuera del hogar: el trabajo, la situación económica, el serrucho de las internas. Así como es el último en enterrarse de lo que puede estar pasando con su mujer, cree que a ella le ocurre lo mismo. Y es su error más grosero y puede ser fatal. La mujer es distinta. La casa es su mundo, aunque trabaje en la calle, y allí, puertas adentro, no hay cosa que se le pase, a menos que (y esto no es nuevo) lo quiere dejar pasar”. Un pelo en la solapa, restos de rouge en el pañuelo, un perfume diferente, arreglos personales, cambios en la conducta… Las antenas femeninas son de alta fidelidad para descubrir a los infieles.

¿Por qué no hacer las cosas bien? ¿Por qué no portarse como Dios manda? Pensándolo bien, al último es más fácil y seguro ser fiel que ser infiel.

¡Hasta mañana!

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