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Las ciudades coloniales más bellas de Latinoamérica

Si bien el coronavirus ha obstaculizado muchos planes, estos lugares pueden ser la inspiración para tus futuros viajes, por lo que, cuando esto pase, estarás listo para regresar al mundo. 

Al caminar por las calles de esas urbes, disfrutarás de un aroma colonial que se mezcla con la modernidad del siglo XXI, tiñéndolo todo de un romanticismo alimentado por batallas, injusticias, amores y pasiones de otra época en el que el mundo era más joven y, aunque no necesariamente mejor, sí más humano y menos dirigido por la tecnología. Siéntete como un viajero en el tiempo mientras visitas algunas de las ciudades coloniales más bellas de América Latina.

1. Cartagena de Indias, Colombia

Cartagena de Indias parece una perla que ha sido extraída de las profundidades del mar Caribe y se ha depositado, con máxima gracilidad, entre las densas junglas y níveas playas de la costa norte de Colombia. Allí refleja su exagerada belleza en las aguas de ese mar que ahora se identifica con el descanso en el paraíso perfecto, pero cuyas olas, siglos atrás, llevaban a la costa los rastros de sangre dejados por las cruentas batallas navales. Cartagena de Indias posee dos zonas muy diferenciadas. Cuando cruzas la puerta de la Torre del Reloj y accedes a la antigua ciudad amurallada, estás comenzando a explorar la que, dicen, es la ciudad colonial más bella de toda América. Fuera de esas murallas, existe la otra Cartagena. Una urbe actual en la que se mezclan barrios humildes repletos de mercados, bares, casuchas y gente ociosa que baila al son de ritmos caribeños, con un desarrollo urbanístico que ha encontrado su filón en los hoteles de lujo, levantados para explotar el clima y las playas del lugar.

Algunas de las perlas históricas que no te puedes perder en Cartagena de Indias son sus fuertes defensivos – utilizados en la heroica defensa que, en 1741, el almirante español Blas de Lezo dirigió contra el sitio inglés -, la Casa del Marqués del Premio Real, la plaza de la Aduana, la Iglesia y el Convento de San Pedro, y el Museo de Arte Moderno.

2. Quito, Ecuador

El centro histórico de Quito tiene el privilegio de haber sido el primer Patrimonio Cultural de la Humanidad declarado por la Unesco, hace ya 42 años. Y cuando paseas por sus calles no te preguntas las razones de semejante honor. Y es que entre lugares como la calle de La Ronda – una de las más antiguas -, la plaza de San Francisco o la plaza de la Independencia, se esconden nada menos que 4.000 inmuebles que han sido declarados como “patrimonio cultural”, 10 museos, 22 templos y varios conventos. Sin embargo, no dejes que estas cifras te abrumen, porque todas estas maravillas están muy concentradas geográficamente y podrás disfrutar de ellas en un recorrido a pie. El Convento de San Francisco, las iglesias de la Compañía de Jesús y del Sagrario, y la Basílica del Voto Nacional son algunos de los iconos de Quito.

3. Colonia del Sacramento, Uruguay

Colonia del Sacramento es una pequeña ciudad ubicada en la ribera norte (izquierda) del río de la Plata, casi mirando de frente a la mítica Buenos Aires. Fundada en el siglo XVII por los portugueses, su casco histórico – un ejemplo de éxito de fusión de arquitectura de estilos español, portugués y poscolonial – fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1995. Hoy en día, Colonia del Sacramento es una ciudad tranquila y turística, mecida por las pardas aguas del río de la Plata y en la que al pasear por sus calles tienes la impresión de que se ha detenido el tiempo.

Entre sus calles adoquinadas encontrarás la plaza Mayor arbolada, el faro, la Casa del Virrey, reconstruida sobre las ruinas originales, el Museo Portugués, la plaza de toros real de San Carlos y, para los que gustan de visitar iglesias, la Basílica del Santísimo Sacramento y la iglesia Matriz, que data de 1695 y tiene el honor de ser la más antigua de la República Oriental del Uruguay. Por la noche, hay mucha vida en los restaurantes y pubs de Colonia del Sacramento, no siendo pocos los viajeros que toman aquí el barco que les lleva hasta Buenos Aires surcando las aguas del río de la Plata.

4. Arequipa, Perú

Aunque Cuzco y el mítico Machu Picchu se llevan gran parte de la gloria turística de Perú, lo cierto es que Arequipa es una ciudad monumental y llena de vida. Además, es la base principal para aquellos que quieren disfrutar de uno de los mejores espectáculos naturales salvajes que ofrece Sudamérica: el vuelo de los majestuosos cóndores sobre el cañón del Colca. Arequipa fue fundada en 1540 y se encuentra en un valle formado a los pies de tres grandes volcanes. Se le conoce como “La Ciudad Blanca” porque blancos son la mayoría de sus edificios monumentales. La principal protagonista del centro histórico de Arequipa es su plaza de Armas. En ella destaca la gran catedral, con su fachada de blanco impoluto y su rica ornamentación. Sin embargo, el edificio colonial más visitado es el convento de Santa Teresa.

En el centro histórico de Arequipa también hallarás un buen número de iglesias, antiguos palacios y edificios públicos, llegando a contabilizarse un total de casi 250 monumentos que forman parte del Patrimonio de la Humanidad designado por la Unesco.

5. Antigua, Guatemala

Los españoles bautizaron a Antigua con el nombre de Santiago de los Caballeros de Guatemala. La belleza de la que fuera capital del antiguo reino de Guatemala (que englobaba a los actuales Guatemala, El Salvador, Belice, Honduras, Nicaragua y Costa Rica) sigue atrayendo a turistas de todo el mundo a día de hoy. No en vano, es el lugar preferido, de todo Centroamérica, por aquellos jóvenes extranjeros que quieren aprender español. Esa afluencia de “gringos” le da una gran vida y multiculturalidad a esta urbe que fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979.

Y es que Antigua enamora a todos los que la visitan. Casas bajas de fachadas coloridas, en las que aún se pueden vislumbrar los grabados de escudos de armas, se esparcen por calles adoquinadas en la que se alternan edificios históricos con bares y restaurantes chic. La iglesia de San Pedro de Betancur, las ruinas del Convento de Santa Clara, la Plaza Mayor y la parroquia de San José Catedral son algunos de los puntos de interés de un lugar que ha atrapado, durante largos meses, a viajeros que tenían la idea de pasar tan solo unos días. Antigua tiene magia.

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