Sensatas palabras de un maestro que se llama Juan Pablo II. Están contenidas en el Mensaje del Papa para la Jornada Mundial de la Paz 95, dedicada a la mujer como educadora para la paz.
“Esta relación originaria entre la madre y el hijo -sigue diciendo el Papa- tiene también un valor educativo muy particular a nivel religioso, ya que permite orientar hacia Dios la mente y el corazón del niño mucho antes de que reciba una educación religiosa formal. En esta tarea, decisiva y delicada, no se debe dejar sola a ninguna madre. Los hijos tienen necesidad de la presencia y del cuidado de ambos padres, quienes realizan su misión educativa principalmente a través del influjo de su comportamiento. La calidad de la relación que se establece entre los esposos influye profundamente sobre la psicología del hijo y condiciona sus relaciones con el ambiente circundante, como también las que irá estableciendo a lo largo de su existencia.
Esta primera educación es de capital importancia. Si las relaciones con los padres y con los demás miembros de la familia están marcados por un trato afectuoso y positivo, los niños aprenden por experiencia directa los valores que favorecen la paz: el amor por la verdad y la justicia, el sentido de una libertad responsable, la estima y respeto por el otro. Al mismo tiempo, creciendo en un ambiente acogedor y cálido, tienen la posibilidad de percibir, reflejado en sus relaciones familiares, el amor mismo de Dios y esto los hace madurar en un clima espiritual capaz de orientarlos a la apertura hacia los demás y al don de sí mismos al prójimo...”
Todo el mensaje merece no sólo una lectura, sino también un estudio en profundidad.
¡Hasta mañana
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