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/Ellitoral.com.ar/ Sociedad

Seguridad vial y discapacidad visual, una experiencia para un cambio sociocultural

A partir de un proyecto de extensión universitaria, estudiantes y docentes del Instituto de Ciencias Criminalísticas y Criminología trabajaron con jóvenes del “Valentín Haüy”. Lo primero que hicieron fue escucharlos y así pudieron centrarse en lo que ellos necesitan para afrontar las dificultades en el tránsito: que se los respete y, simplemente, les ofrezcan ayuda. La tarea quedó materializada en un libro editado por la Unne. 

Gustavo Lescano

glescano@ellitoral.com.ar

Muchas veces se teoriza tanto sobre la inclusión social, en interminables mensajes con abundantes palabras, que suele perderse el foco sobre su naturaleza: la acción. Porque pensar y hacer es lo que se necesita si se quiere un cambio inclusivo, más aún si se trata de una cuestión sociocultural. Su complejidad suele demandar un proceso largo, frente al cual a veces sólo hay que empezar por algo sencillo e ir paso a paso. Y en ese camino es fundamental escuchar al otro, tener empatía, ser sujeto social, humanizarse. Con estas premisas, tal vez no definidas como tales en un principio pero sí ratificadas en los resultados, un grupo de estudiantes y docentes del Instituto de Ciencias Criminalísticas y Criminología de la Universidad Nacional del Nordeste (Unne) desarrolló un proyecto de extensión universitaria con el instituto de rehabilitación para ciegos y disminuidos visuales “Valentín Haüy”. La temática, “Seguridad vial y discapacidad visual”; el objetivo, la inclusión. 

El trabajo desarrollado finalmente quedó materializado en un libro, en formato digital, editado por Eudene, la editorial de la Unne, para difundir una experiencia enriquecedora tanto desde lo educativo como en lo personal y social. 

Hace más de tres años se concretó el primer encuentro entre las instituciones para llevar a cabo el proyecto de investigación: “Desarrollo de herramientas tecnológicas para la enseñanza de Educación Vial a personas con discapacidades visuales y auditivas”. El mismo fue aprobado por la Secretaría General de Ciencia y Técnica de la Unne. 

“Queríamos abordar el tema de discapacidad visual, y en paralelo el de discapacidad auditiva. Sin embargo, al agilizarse la tarea como extensión universitaria, un grupo nos presentamos en el instituto Haüy y otro, en el Helen Keller”, recordó la docente que trabajó en el proyecto, Romina Brabo Guerra. La magister en Antropología Social, a cargo de la cátedra “Metodología de Investigación” del Instituto de Criminalísticas, contó a El Litoral la experiencia que consideró enriquecedora para todos los involucrados.

“En principio, la propuesta al Haüy era poder detectar necesidades en cuanto a la tecnología y ayudar a las personas que asisten al instituto en el aprendizaje sobre seguridad vial. 

Pero cuando comenzamos a desarrollar el proyecto nos dimos cuenta, haciendo un abordaje específico, que era una cuestión más etnográfica, más de acompañar a los jóvenes no videntes que participaron, poder escucharlos y ver qué necesidades tenían en la materia”, señaló la docente. 

“Los chicos nos comentaron que a nivel tecnológico ellos se manejan bien, tienen sus profes que les enseñan. Y en realidad la cuestión más importante para ellos es que cuando buscan la autonomía en las calles, todo se le hace sumamente complejo. La mayoría no lo logran. 

Ejemplos en este sentido son el estado de las veredas de la ciudad, los vehículos mal estacionados o no tener prioridad en las sendas peatonales”, indicó. 

Los jóvenes con discapacidad visual que se plegaron al proyecto les dijeron a los universitarios que querían que la gente se entere de lo que les pasa al atravesar el complejo escenario urbano. “Nos dijeron que querían contarlo con su propia voz y que la comunidad sepa y aprenda las cosas básicas que requieren de los demás para hacer más ameno el aprendizaje de andar por las calles. Que sea más sencillo para ellos”, explicó Brabo Guerra. 

Puntualmente, requieren que colaboren con ellos para cruzar en las esquinas y que los puedan guiar en determinadas situaciones. 

 “Ante la realidad de que no vamos a tener ciudades perfectas en cuanto a infraestructura, la técnica más importante que ellos manejan es pedir ayuda. Pero no todos estamos preparados para eso. A algunos de ellos les cuesta. Cuando uno observa que están un poco desorientados, simplemente hay que acercarse y ofrecerle ayuda para cruzar una calle, por ejemplo. O si están en las paradas, ofrecerse para avisarles cuando viene el colectivo y ayudarlos a subir al coche. Son detalles mínimos que los ayuda un montón”, subrayó. 

“Las discapacidades es una temática poco abordada en seguridad vial”, marcó la docente y agregó: “Hay pocas investigaciones que se concentran en eso. En una ocasión nos reunimos con integrantes de la Agencia Nacional de Seguridad Vial y les llamaba la atención el trabajo que hicimos, porque decían que hay pocos datos en este sentido: todos sabemos todo, pero hay poco material que surja de las universidades”. 

A partir de esta experiencia, “los estudiantes que participaron del proyecto, de alguna manera se van formando con el otro lado de la accidentología: la prevención. Es decir, llegar antes del siniestro vial, para lo que se los prepara también, y hacer este tipo de abordaje preventivo”.  

Experiencia urbana 

El libro titulado “Hablemos de discapacidad visual y seguridad vial” cuenta las experiencias de las personas con discapacidad visual para desenvolverse en una ciudad que les presenta muchos desafíos y dificultades, no sólo en infraestructura sino en lo social. El relato se desarrolla a través de “Esteban”, el protagonista que en realidad es un personaje que lleva la voz de todos los jóvenes del Valentín Haüy que participaron del proyecto. Es un trabajo que interpela, que describe la experiencia de transitar por las calles y llama, inexorablemente, a la reflexión sobre la empatía y la inclusión. 

Entre los capítulos del libro figuran: “Discapacitado”, Ese “pobre ciego”; Discapacidad y “normalidad”; La ceguera; “Discapacidad”, palabra complicada; ¿Soy la discapacidad o tengo una discapacidad?; Volver a la calle… volver a la libertad; ¿De qué hablamos cuando hablamos de autonomía?; La calle, un espacio de todos, y La importancia del bastón. 

Entre otras cuestiones, “Esteban” interpela en el escrito: “¿Te pusiste a pensar qué palabras usás para referirte a la discapacidad? ¿Con qué tono las usás? ¿Prestaste atención a cómo se habla de discapacidad en los medios de comunicación?”. A la vez que resalta: “La palabra verdaderamente desafiante para mí y mis seres queridos fue ‘discapacidad’.

 Descubrimos que definirla no era tan sencillo como abrir el diccionario y listo. Había mucho más”. 

Luego, subraya: “Desplazarnos por las veredas y calles es toda una aventura”. Y en este sentido también le habla al otro: “Antes de seguir tu camino, detente un momento, prestale atención a lo que dice nuestro cuerpo, recordá cómo te comportás cuando estás desorientado o desorientada. Si percibís que es el caso, acercate sin miedo y ofrecé tu ayuda”.

Ser humanos 

De todo eso se trató este proyecto de investigación, de seguridad vial y discapacidad visual, pero sobre todo de empatía e inclusión real. “Es una cuestión de relaciones humanas, de decir en qué te ayudo…  y ellos saben cómo hacerlo. Creo que hay que tejer nuevamente los lazos humanos, de recomponer esa premisa de mirar al otro y pensar que el otro también puedo ser yo. Todo cambio sociocultural en este sentido debe darse con cuestiones sencillas, cotidianas, y con el tiempo será profundo”, concluyó la docente del proyecto universitario.

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Equipo universitario

Romina Brabo Guerra fue la docente a cargo del proyecto de extensión y los profesores que integraron el equipo fueron Gabriela Bruquetas Correa y  Sebastián Streuli. 
La realización se concretó en base a información recolectada, organizada y analizada por estudiantes y graduados de la Licenciatura en Criminalística: Milagros Llarens, Sandra Arellano, Abel Cardozo, José Garay Broggi, Celeste Martearena, Luis Gómez, Nicol Contreras, David Mene, Soledad Cabás Ferreyra.
La edición, diseño y puesta en página del libro estuvo a cargo de la Editorial de la Universidad Nacional del Nordeste: Eudene.