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Hablemos de pérdidas

Todos experimentamos pérdidas en nuestra vida. Estas pueden ser materiales o emocionales, pero siempre poseen un común denominador: el sufrimiento que nos traen, lo cual no es un tema que nos agrade demasiado tocar. La mayoría de las personas elegimos evitar mencionarlo y, a veces incluso, buscamos ocultarlo o disfrazarlo de alguna forma. Pero, nos guste o no, todos debemos enfrentarnos al dolor que proviene de las pérdidas porque son parte de la vida y de nuestra historia. 

Por Bernardo Stamateas

Colaboración especial

¿Por qué sufrimos cuando tenemos una pérdida? Porque eso que estaba con nosotros ya no está. Hoy estamos atravesando una época de pérdidas de distintas clases. Y aquí podemos incluir cosas materiales, seres queridos, una relación de pareja o de amistad, la salud (propia o de alguien que amamos), el trabajo e incluso la imagen personal o el rol social. Pero te invito a considerar algunas variables al respecto:

Existen pérdidas que son 

evitables y otras que son 

inevitables

Las pérdidas más dolorosas son las que se pueden evitar. Porque, al repasarlas, uno suele pensar repetidamente: “Si solo hubiera hecho tal cosa…”; o “si no le hubiera dicho tal cosa…”. Pero de nada sirve lamentarse por lo que ya pasó.

Existen pérdidas que son temporarias y otros que son permanentes

Hay cosas que, aunque perderlas nos afecte como un empleo que creíamos seguro o una suma grande de dinero, en algún momento se pueden recuperar. Pero todo aquello que es irrecuperable, como la vida de alguien amado, es lo que nos produce un mayor sufrimiento. 

Existen pérdidas que son reales y otras que están en nuestra imaginación.

A veces nos sentimos amenazados y sufrimos por ello, pero es algo que imaginamos y alimentamos en nuestra mente. La base de ello siempre es el miedo, por ejemplo, el miedo a perder un amor o el trabajo. Esto nos conduce a vivir anticipándonos al futuro y, en general, a sentir mucho dolor que podríamos evitar.

Existen pérdidas que podemos anticipar y otros que nos toman por sorpresa 

Toda pérdida que tiene lugar sorpresivamente es mucho más dolorosa que aquella que podemos anticipar porque uno se va preparando mentalmente para cuando llegue ese momento, aunque duela. Siempre cuesta más internalizar un hecho negativo sorpresivo, como podría ser el tiempo de cuarentena que estamos atravesando ahora, que un hecho que hemos visto venir. 

¿Qué podemos hacer entonces frente a las pérdidas y el dolor que nos causan?

Fundamentalmente tener en claro que, sean de la clase que sean, las pérdidas son universales, pues nos alcanzan y afectan a todos por igual. Son parte de la vida, pero, no por ello, dejan de provocarnos dolor. Como siempre explico, frente al dolor lo peor que podemos hacer es reprimirlo o intentar mantenerlo alejado de nosotros.

En realidad, ¡esto es imposible! El sufrimiento emocional, sobre todo si es muy intenso, deber ser expresado para que pueda ser gastado. No se supera. En realidad, se transforma y nos transforma. Y esto se logra solo cuando nos atrevemos a enfrentarlo y hablarlo estando juntos. 

 

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