A pesar de tener fiebre alta, tos y ser asmático, J. A., un empleado público de Santiago del Estero, de 52 años, rompió todos los protocolos indicados para personas con síntomas de covid-19. J. A. es conocido como el “paciente 41” en su provincia y, según las autoridades sanitarias, es responsable de los últimos 19 contagios registrados en el territorio.
El daño es evidente: en total, por el virus que esparció, hay 94 familias aisladas. Tuvieron que cerrar las oficinas de Rentas, Tribunales y el Ministerio Público Fiscal para desinfectar y se cree que podría haber contagiado a más de 300 individuos en la peor de las estimaciones. Se le inició una causa en la Justicia federal y los investigadores le tuvieron que secuestrar sus dos celulares porque se niega a dar información de los lugares que visitó.
“Es una catástrofe lo que hizo. Una irresponsabilidad mayúscula que provocó, además de los contagiados y aislados, que en la capital los comercios y oficinas estatales tuvieran que acotar su horario hasta las 18. A partir de esa hora deja de funcionar el transporte público. El desparramo que hizo del virus es preocupante”, dijo a Infobae una fuente de la municipalidad santiagueña. “El hombre seguía con fiebre y tos, pero tomaba una pastilla para disimular los síntomas. Las 94 familias aisladas tienen que ver con que alguno de los integrantes estuvo en contacto con J. A. en alguna reunión”, indican los investigadores.
(EN)
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