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Las armas nucleares en el siglo XXI

Por Roberto García Moritán

Publiado en infobae.com

Las armas nucleares siguen siendo una amenaza latente contra la seguridad internacional a la vez que redefinieron las relaciones internacionales como patrón de poder desde su aparición. Un nuevo aniversario del bombardeo a Hiroshima y Nagasaki, en víspera del final de la Segunda Guerra Mundial, recuerda la tragedia del primer uso en la historia de armas de destrucción masiva a gran escala con un cuarto de millón de muertos y generaciones de afectados por la radiación. La denominada Little Boy fue lanzada sobre Hiroshima el 6 de agosto de 1945 seguida de la bomba nuclear Fat Man sobre Nagasaki el 9 de agosto. Que los instrumentos de destrucción en masa hayan tenido nombre, produce además un cierto escalofrío. También que el primer ensayo de un arma nuclear en Nuevo México, semanas antes del ataque a Japón, se denominara Gadget. Los tres artefactos fueron fabricados con plutonio 239.

No se conoce si los actuales arsenales nucleares en manos de nueve Estados (Estados Unidos, China, Rusia, Reino Unido, Francia, India, Pakistán, Israel y Corea del Norte) tengan alguna denominación o eufemismo que los identifique. Si lo tuvieran merecerían llamarse Armagedón conforme la referencia de la Biblia en el Libro de la Revelación. La capacidad de destrucción de los actuales arsenales (14.465 dispositivos nucleares, según el Sipri) equivaldría a un evento ligado con la extinción del planeta. Existen pocas dudas científicas sobre la capacidad del arma nuclear para aniquilar naciones y modelos de civilización enteros. Incluso una guerra nuclear limitada produciría un invierno nuclear que afectaría la existencia de todo el globo y comprometería el futuro de la humanidad.

Este grado de peligro y amenaza inspiró a la primera resolución de las Naciones Unidas en 1946. Desde entonces, sin embargo, los esfuerzos bilaterales como multilaterales tendientes al desarme e incluso a limitar el número, despliegue y efectos del arma nuclear, han sido decepcionantes. El compromiso asumido por Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido y Francia de iniciar un proceso de desarme nuclear conforme al artículo VI del Tratado de la No Proliferación de las Armas Nucleares (TNP) en vigor desde 1970, sigue sin haberse cumplido. Lamentablemente tampoco hay señales de que eso pueda ocurrir en los próximos años. Por el contrario, los nueves estados poseedores de estos armamentos de destrucción masiva se encuentran en una etapa de creciente modernización. La próxima generación de armas nucleares podría ser incluso más aterradora, en sus efectos, que la primera.

Es hora que la comunidad internacional reaccione frente a un armamentismo nuclear que se encuentra en un espiral de descontrol. Las conversaciones entre Estados Unidos y Rusia en Viena solo parecen perseguir el propósito de reacomodar los respectivos arsenales conforme a la modernización que promueven. La gravedad que representa el actual desborde de los arsenales nucleares ha hecho que Estados Unidos quiera incorporar a China en esas negociaciones y que Rusia haya planteado sumar al Reino Unido y Francia.

El desarme nuclear no puede seguir a la deriva. En la medida que el arma nuclear siga siendo el patrón de poder a escala planetaria, el riesgo futuro ya no es solo que los actuales arsenales multipliquen geométricamente su capacidad destructiva sino que nuevos Estados puedan sumarse al tristemente célebre Club de las Nueve potencias nucleares poniendo en jaque al TNP. Esa perspectiva acercaría al mundo al Armagedón.

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