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La persistencia de prender velas los viernes

Por Carlos Lezcano

Especial para El Litoral

Hay imágenes desoladoras de la pandemia que son inolvidables, como la del papa Francisco en la plaza vacía del Vaticano, la Meca con unos pocos fieles o el Muro de los Lamentos en Jerusalén siendo sanitizado y la explanada vacía. Para las religiones, no poder concurrir a los templos no significó que se dejara de orar, al contrario, trasladó momentáneamente el oratorio al hogar y la tecnología logró que fuera nuevamente una práctica compartida. El Muro de los Lamentos es el sitio sagrado del judaísmo, que durante los primeros momentos de la pandemia estuvo clausurado a pesar de los reclamos de los sectores más ortodoxos del culto.

Los primeros días de mayo de 2020 la fotografía en las páginas internacionales tenía como protagonistas a trabajadores de salud rociando el lugar con químicos para permitir hasta trescientos visitantes orar al mismo tiempo en el sitio sagrado del judaísmo, ya que el ministerio de sanidad israelí reabrió el sitio con estrictos controles.

La pandemia, lejos de alejar a los fieles de la oración y las ceremonias, potenció la fe y renovó, a través de la tecnología, la necesidad de orar juntos a pesar de las distancias y las dificultades. En este sentido, el pueblo judío tiene una vasta historia de resistencia, aun ante las peores atrocidades cometidas en su contra, ha logrado no solo sobrevivir sino seguir orando a Dios y siempre recordando a los ausentes. En esta nota, el rabino Marcelo Wajcer nos cuenta su experiencia como guía espiritual de la comunidad judía de Corrientes durante este tiempo de pandemia y aislamiento.

El camino de Marcelo

Marcelo ya tiene pasaporte correntino. Llegó a la provincia en 1985, donde trabajó hasta 1992, cuando por cuestiones también vinculadas al trabajo tuvo que volver a La Plata, su ciudad natal, donde fue nombrado director institucional y guía espiritual, las mismas funciones que tenía en nuestra ciudad. Después de haber trabajado allí, en Paraguay y Salta, en 2012 regresó a Corrientes, donde ya estaban establecidas sus hijas y nietas. Siempre sintió esta ciudad como su casa porque aquí están su familia, amigos y una experiencia de vida única que le dejó una marca imborrable.

Ser guía espiritual lo motivó desde muy pequeño. A los trece años hizo su bar mitzvah e inmediatamente se dedicó a los estudios de canto litúrgico, lo cual le demandó cinco años en Buenos Aires; luego viajó a Israel, donde se recibió de docente y culminó sus estudios de cantor litúrgico y oficiante religioso. A su regreso, comenzó su seminario para rabino en Buenos Aires.

A Marcelo siempre le interesó el contacto con la gente y los temas relacionados con la educación y lo espiritual para poder llegar a la feligresía. Desde muy joven estuvo siempre atento a la contención de los creyentes y sus familias. El servicio requiere estar en los momentos buenos y en los malos, en las alegrías y las tristezas, algo que aprendió muy joven, ya que a los 18 años tuvo que realizar su primer sepelio, pero también su primer casamiento.

Este fue su camino, un desafío permanente, el estudio como hábito, el servicio como vocación. 

Marcelo está convencido de que transitar el siglo XXI es poder abordar los temas de siempre, pero prestarle atención al estudio de la ética, la bioética, analizar las nuevas relaciones entre vida y los avances tecnológicos. Señala que durante la pandemia tuvo que realizar oficios religiosos a través de Zoom, adaptándose a las nuevas formas que imponía el aislamiento social obligatorio ante la propagación del virus.

Las nuevas formas, sin embargo, no cambian a los guías espirituales en la constante intención de ayudar a los necesitados, en la alegría de un nacimiento o en el dolor de la pérdida de un ser querido.

En la última respuesta a mis preguntas, realizadas por WhatsApp, me dijo algo que lo marcó como rabino y que puede leerse como un principio relacionado con su labor cotidiana: “Las ovejas sin pastor pueden vivir, pero un pastor sin ovejas deja de ser pastor”.

—¿Cómo hizo la Sociedad Cultural Israelita Scholem Aleijem de Corrientes para realizar las ceremonias que habitualmente hace en su templo durante la pandemia?

—Nosotros comenzamos la actividad escolar el día lunes 12 de marzo, y el 14 de marzo, lamentablemente, tuvimos que suspender no solamente la actividad escolar sino también todas las actividades que se realizan en el Scholem Aleijem: me refiero a la parte educativa, social, cultural y también religiosa. En ese momento nos tomó a todos de sorpresa, no sabíamos cómo enfrentar la situación porque era algo totalmente novedoso para nosotros. Ni siquiera en momentos de alerta o de inseguridad las puertas de la sinagoga cerraron. Tuvimos que afrontar esta nueva realidad, tratando de reinventarnos, y surgió la idea como en muchas otras instituciones del país de adoptar la plataforma virtual como modo de llegar a nuestros asociados y a nuestros feligreses.

Siempre me acuerdo que ese primer viernes-sábado, que es el día sagrado, shabat para nosotros, grabé un video por WhatsApp a los asociados comentando la situación, tratando de llegar a ellos, tratar de contenernos mutuamente, y la respuesta fue muy positiva. Eso nos dio pie, justamente, para, el viernes siguiente, empezar a realizar todas las actividades, ya sean religiosas o no, como las educativas, religiosas y sociales a través de la plataforma Zoom.

—En general, lo que ha pasado en esta época es un acercamiento a las religiones, hay una mirada diferente de muchas personas respecto a la importancia de las ceremonias ¿no es cierto? Por ejemplo, algunas personas que no iban al templo participaron por Zoom. ¿Eso tiene que ver con el miedo? ¿Cómo lo lee usted?

—Creo que, más allá del miedo, uno necesita aferrarse a algo. Lamentablemente esto fue tremendo y lo sigue siendo para todos…, es un poco también la incertidumbre, dónde uno está parado, porque hoy sabemos una cosa, mañana aparece otra, pasado no sabemos; avanzamos dos pasos y retrocedemos cinco. Es algo a lo que no estamos acostumbrados. Eso hizo que mucha gente se volcara a la fe, encontrara -por lo menos en lo que a mí respecta, en lo que a mi comunidad respecta- el medio de estar junto a otros. La plataforma permitió que no solamente los miembros de la comunidad correntina se mancomunen y se congreguen todos los viernes y en todas las actividades culturales que hemos realizado, y el festejo de las festividades y conmemoraciones del calendario hebreo. Incluso hemos celebrado, lamentablemente, un aniversario más del atentado de la Amia el sábado 18 de julio, justamente, el 26° aniversario. Otro ejemplo es Pésaj, la pascua judía, que se conmemora en el templo y en el hogar, lo hemos hecho a través de Zoom y nos permitió que muchos correntinos viviendo en distintas partes del mundo, con distintos horarios, que hace muchísimos años ya no viven en Corrientes, puedan participar de nuestras actividades. Digamos que hay cosas que nosotros hemos aprovechado, porque no toda crisis es negativa… Todo nos debe dejar una enseñanza y un aprendizaje. Esto sí que nos golpeó, pero logramos superarlo de esta manera y sentirnos juntos a pesar de la distancia.

—¿Puede contarnos en qué consiste la ceremonia del shabat? ¿Es una ceremonia de guardar, que tiene oraciones, tiene rezos o bendiciones?

—Aquellos que han leído la Biblia saben que Dios creó el mundo en seis días y en el séptimo día descansó; ese día es el shabat. El shabat es el día sagrado de descanso del pueblo judío, tal como versa la Torá, el Pentateuco; en el libro Génesis encontramos este versículo y nosotros lo respetamos hasta el día de hoy. Así como la Iglesia católica tomó al día domingo como día de descanso y el islam, el día viernes. Nosotros, con la salida de la primera estrella, dejamos todo tipo de tareas que tengan que ver con cuestiones materiales, para dedicarnos a la familia, para dedicarnos a la parte espiritual, darle un respiro al alma, bastante ajetreada durante toda la semana de trabajo, y nos dedicarnos exclusivamente a aquellos aspectos que nos dan la posibilidad de reencontrarnos con nosotros mismos, de reencontrarnos con nuestros hijos, con nuestras familias, con nuestros amigos. 

La ceremonia tiene dos aspectos fundamentales: uno que tiene que ver con lo congregacional,  porque el judaísmo se vive en comunidad y por eso vamos al templo en épocas normales, cosa que por ahora no podemos y lo hacemos por la plataforma Zoom, donde a través de rezos, de la lectura del salmos, a través de la explicación de la lectura bíblica que corresponde a cada sábado, y cánticos destinados a honrar este día sagrado, ‘recordamos y guardamos el día shabat’. El otro aspecto que da continuidad a la celebración del shabat es en las casas, en la cena familiar, donde se bendicen dos panes llamados jalá (jalot), porque el pueblo de Israel durante su peregrinar por un desierto, luego de la liberación de Egipto recibió una porción doble de jalá y por eso lo recordamos, y de esa manera recibimos al shabat con dos panes, bendecimos el fruto de la vid, el vino, que es la santificación de la vida, la santificación de todo lo creado. Y después la cena familiar que se da en el marco del hogar, con los manjares característicos que acompañan este día. Es importante comentar que con la salida de la primera estrella se encienden dos velas: una recuerda el día sábado y la otra por cuidar el día sábado, tal como versa también el versículo bíblico en que Dios prescribe no solamente recordar, sino también cuidar. ¿Qué significa cuidar? Hacer todo lo que no fue hecho anteriormente. Todos los preceptos que hacen al día de shabat y el día en el que habitualmente no se trabaja. Es decir, se hace otro tipo de actividades que tienen que ver con cosas que no hacemos habitualmente, no es un día para holgazanear, que no hacemos nada, sino que hacemos aquellas cosas que no hacemos durante el resto de la semana, como por ejemplo estar con los hijos, estar con los nietos, estar con la familia, pasear, recrear el alma y el espíritu, y de esa manera empezar la semana que se inicia con nuevas energías.

—El pueblo judío ha sido a lo largo de la historia un pueblo muy resistente, muy duro ante las adversidades, ande las persecuciones, cuando no pudieron estar en el templo, rezaban en sus casas. De ese modo realizaron durante siglos las ceremonias. Yo creo que la casa ha vuelto a ser ese lugar en esta época supongo.

—Creo que sí, más en esta época. Justamente, unos sábados atrás, dos shabat atrás, decía a mis feligreses que durante la pandemia muchas familias volvieron a entender el sentido del núcleo familiar, que fue lo que mantuvo unido al pueblo judío. Como usted bien dijo, un pueblo milenario que vivió en el exilio más de 2.000 años, que fue perseguido, que fue expulsado, que fue “genocidado”, que pasó las páginas más oscuras de la historia. En estos momentos la situación de pandemia hizo que donde se encuentren los judíos también se reencuentre la familia, y el hogar pasa a ser eso: templos, donde no podemos aún concurrir. No es que “ahora” o en épocas normales la sinagoga se ha fortalecido. Siempre fue nuestro lugar de reunión, pero cuando no se pudo llevar adelante el poder practicar el judaísmo libremente, los judíos lo hicieron en sus hogares, como usted muy bien dijo. Y hoy pareciera que eso se potenció, se hizo más fuerte, porque no nos quedaba otra alternativa, por ahora.

—Contáme qué pasó con las ceremonias del bat mitzvah y del bar mitzvah.

—Las ceremonias que teníamos previstas se tuvieron que posponer. Todos los rabinos hemos recibido, obviamente, un montón de consultas; nos tuvimos que reinventar, tuvimos que ver de qué manera llegar a nuestros feligreses, a nuestros enfermos, aquellos que necesitaban ayuda espiritual, aquellos que necesitaban ayuda material; es decir, estuvimos atentos a un montón de situaciones que escuchamos. El tema del cementerio, lamentablemente, es uno de los temas que más fuerte nos tocó vivir, enterrar a nuestros seres queridos muchas veces sin la participación y sin la presencia de hijos, o de padres, o de amigos íntimos. La virtualidad fue de gran utilidad y ayuda para estas circunstancias, como le contaba acerca del shabat. Obviamente que durante nuestro día de descanso apagamos nuestros celulares, no usamos la computadora, tratamos de hacer una vida más tranquila, dejando de lado “la vorágine que uno lleva por vida” durante toda la semana… Sin embargo, tuvimos que recurrir a estos elementos que fueron aceptados, incluso, por algunas corrientes mucho más ortodoxas que la nuestra, para poder afrontar estos tiempos, en los que tenemos que estar cerca de quienes nos necesitan.

—¿Cómo es la escuela que tienen en el Scholem Aleijem?

—La Escuela Hebrea “Dr. Jaim Weitzman” este año cumple sus primeros cien años de vida. Es una escuela complementaria a la que concurren niños y niñas de tres a doce años. ¿Que significa esto? Que nuestros niños reciben educación oficial, ya sea pública o privada. Pero por las tardes los padres envían a sus hijos a la escuela hebrea, donde reciben educación judía: estudian hebreo, estudian la  Biblia y todo lo relacionado con la geografía de Israel, las costumbres judías, música judía, bailes tradicionales, todas las festividades del calendario en forma vivencial y compartimos la historia de nuestro pueblo. Es el único bastión que nosotros tenemos que nos garantiza la continuidad para las nuevas generaciones que se avecinan.

Como decía, nuestra escuela está cumpliendo este año cien años y funciona dentro de la Sociedad Cultural Israelita Scholem Aleijem, de lunes a viernes, en horario de la tarde. 

Siempre fue así, por eso decimos que es una escuela complementaria y tenemos desde jardín hasta primaria. Los chicos obviamente que también en estos tiempos no dejaron de estar en contacto con sus docentes, ya que damos clases también por vía Zoom y por las tardes se reúnen virtualmente con sus docentes, y también cada uno a su nivel recibe las clases a través de la computadora en sus respectivas casas.

—¿Tiene algún mensaje para la comunidad, no solamente judía, de Corrientes?

—Simplemente que tengamos fe de que “esto también va a pasar”. Hay un hermoso relato del gran sabio de todos los sabios, el rey Salomón, que pidió que le trajeran el mejor regalo que había en el mundo y le trajeron un anillo, un anillo con el cual él murió, y en el anillo decía “esto también pasará”. Esto también que estamos viviendo y nos afecta y padecemos toda la humanidad, también pasará. Pero tenemos que ser responsables los unos por los otros. Va a pasar porque así Dios lo va a querer y va a pasar porque seguramente nuestros científicos encontrarán la vacuna que nos permitirá afrontar esta pandemia, como en otros momentos de la historia.

Espero el momento en que esto se dé… Tengo mucha fe, soy un hombre de fe. Hay cosas que vinieron para quedarse, pero la pandemia va a pasar. Pero para ello recurro siempre a la responsabilidad individual y colectiva; es decir, en la medida en que seamos responsables en lo individual, también vamos a serlo en lo colectivo y vamos a sobreponernos en comunidad. Comunidad significa “como unidad”, es decir, todos juntos. Este es mi mensaje para todos ustedes.

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