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Hechos increíbles sucedidos en Corrientes

Devoción. La “Pilarcita” es considerada una figura milagrosa.

Por Francisco Villagrán

villagranmail@gmail.com

Especial para El Litoral

Quienes se apasionan y les gusta investigar sobre hechos enigmáticos y misteriosos, como fantasmas, apariciones, ovnis, extraños fenómenos paranormales, etc. encontrarán  en la provincia de Corrientes tanto en la capital como en el interior, un cúmulo de hechos difíciles de explicar. Muchos tienen fundamento e historias reales, otros mezclan el mito y las leyendas a tal punto de que es difícil saber la verdad por cómo se manifiestan algunos de los tantos hechos ocurridos.

La triste historia de la “Pilarcita”

Cuenta la leyenda que en la localidad de Concepción del Yaguareté Corá se venera a una niña, la “Pilarcita”, a la que se considera milagrosa. Según la historia, Pilar Zaracho, una niña de cuatro años, en 1917 iba en viaje en una carreta con su familia. En un descuido, la carreta dio un salto al chocar contra una piedra en el sinuoso camino y la muñeca que la niña llevaba en sus brazos se cayó al camino. Ella se tiró inmediatamente de la carreta para rescatar a su preciada  muñeca, pero con tan mala suerte que una rueda de la pesada carreta la aplastó y murió. El polvoriento camino se convirtió en su tumba, ya que sus padres, doloridos y apesadumbrados por la tragedia, decidieron cavar allí mismo la tumba que guarda sus restos y con una cruz de madera, encomendaron su alma a Jesús Niño, para que la tenga junto con él en el Paraíso.  Los lugareños le piden favores que la niña cumple. Enterada de esta triste historia, la escritora Marily Morales Segovia (ya fallecida) hizo una muñeca artesanal a la que bautizó la “Pilarcita” y que actualmente está en el único museo de muñecas del país, allí en Concepción del Yaguareté Corá.

En esta misma tierra, otro niño correntino, Pedro Ríos, demostró su valor integrando el ejército de Belgrano, y es recordado como el legendario Tamborcito de Tacuarí. Niños ambos en el cielo de la inocencia, hacen de intermediarios entre la angustia de la gente y la fe en Dios, para conceder favores que algunos llaman milagros. El pago para la niña es una muñeca parecida a la que ella cobijó con su amor, al punto de dar su vida en un intento por salvarla.

Un curioso banquete

Cuenta la historia que en una estancia, a unos 15 km. de Concepción, ocurrió un extraño hecho a mediados de la década del 80, del cual todos los habitantes de la zona tuvieron noticias. El dueño de la estancia hacía servir la mesa a su empleada para muchas personas, aunque él vivía solo. Luego le ordenaba que sirviera la mesa y se retirara sin mirar atrás. Esto le llamó la atención a la mujer, hasta que un día no aguantó más la curiosidad  y se quedó a espiar quiénes eran los misteriosos comensales. Oculta entre las plantas observó con asombro que junto con su patrón había varias figuras de forma humana, aunque no lo eran. Ella las calificó como “unas cosas raras”. 

El susto que se llevó fue grandísimo y quedó alterada, por lo cual se fue caminando, muy nerviosa, rumbo al pueblo. Cuando el patrón se dio cuenta de que ella había visto todo, la siguió y le pidió por favor que vuelva, que allí le explicaría todo lo que pasó. Pero ella no aceptó y se marchó para nunca más volver. Pero antes contó su extraña experiencia en el pueblo. Testimonios de otros vecinos de la localidad decían que este hombre era un poco extraño. Por ejemplo, ya sabía cuando alguien lo iba ir a visitar y lo que iba a decirle, como si le leyera la mente. Un día sufrió un accidente aéreo yendo él piloteando su propio avión. La máquina falló y se estrelló en el suelo, el avión quedó destrozado, pero él milagrosamente no sufrió ningún golpe ni herida alguna. Un día desapareció misteriosamente, nadie supo adónde fue ni qué fue de su misteriosa vida. Dejó su casa abandonada y se perdió para siempre. Dicen que los vecinos no se animan a ingresar a la propiedad, ya llena de yuyos. ¿Verdad o mito? Vaya uno a saber…

Extraña figura en la ruta

Nuestra provincia es pródiga en historias, mitos y leyendas, como por ejemplo el “Pombero”, el “Lobizón”, los misterios de la laguna Iberá, donde dicen que se ven extrañas luces evolucionando por las noches, como así también en la profundidades de sus cristalinas aguas, temas a los que ya nos referiremos.

En las localidades cercanas a la capital como San Luis del Palmar, Santa Ana y San Cosme, han venido ocurriendo cosas extrañas como luces u ovnis que se mueven en las cercanías y son vistos por numerosos vecinos. En la década de los 90 y hasta el 2005 ocurrieron extraños fenómenos sin explicación y que después el tiempo se encargó de que quedaran en el olvido. Debido a mi profesión, ya que era visitador médico, tenía habituales conversaciones con médicos, que en esa época no eran tantos. Una doctora, que habitualmente iba a atender a sus pacientes a las mencionadas localidades, me confió una vez un secreto: ella había visto algo muy raro en una noche que iba a realizar una urgencia en San Luis. Me pidió que por favor no dijera nada por radio porque ella era muy conocida y no quería que la tomen por loca. Pero como ya han pasado muchos años y ella ya falleció, me considero liberado de la promesa.

El asunto fue así: a fines de la década del 90, la doctora iba a atender a una paciente en San Luis del Palmar, una urgencia, allá por el mes de junio, ya entrado el otoño, era una tarde-noche con un clima nublado y una tenue llovizna. Le llamó la atención una luminosidad  rojiza a un costado de la ruta, como si algo se estuviese incendiando, no le dio importancia y siguió su camino. A pocos kilómetros de esto observó una extraña figura, alta, vestida toda de blanco, parada sobre la banquina, “estaba vestida como un bombero, con un traje protector de amianto, aparentemente. Cuando me acerqué más despacio para ver mejor, el motor se detuvo solo y quedé como a unos 4-5 metros de distancia de esta figura”, contó. No tuvo miedo como podría haber sido, y atinó a buscar una cámara de fotos, que tenía siempre en su guantera y enfocó como pudo, ya temblando y nerviosa, como es de suponer. Tomó la foto, que no es muy buena técnicamente (es la que aparece en la nota) pero se puede ver la figura parada a un costado del camino. En ese momento el ser desapareció, perdiéndose en los tupidos montes del costado. La profesional, ya repuesta del susto, encendió el motor del auto y se fue raudamente. No contó esto a nadie, por temor a que la consideren una mentirosa o fabuladora. Pero todo quedó registrado en su memoria y en la foto, que tomó del extraño ser, como un firme testimonio  de lo que le pasó. Por suerte no se llevó su secreto a la tumba y me lo contó antes de partir. Gracias Dra. Alba Gladys Ibarra.

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