Viernes 29de Marzo de 2024CORRIENTES21°Pronóstico Extendido

Dolar Compra:$836,0

Dolar Venta:$876,0

Viernes 29de Marzo de 2024CORRIENTES21°Pronóstico Extendido

Dolar Compra:$836,0

Dolar Venta:$876,0

/Ellitoral.com.ar/ Especiales

Turismo aventura: correntinos en Portugal en el siglo XVIII

Por Ramón Gutiérrez*

Especial para El Litoral

Como suele suceder, la historia comienza por el final. En febrero de 1774 el gobernador de Buenos Aires, Juan José de Vértiz, daba cuenta al Virrey del Perú de un suceso generado en la provincia de Corrientes, cuando una partida de jóvenes que iba a acompañar el proceso de construcción del Fuerte de Santa Tecla había sido aprisionado por los portugueses que los atacaron “alevosamente” en el arroyo de Santa Bárbara.

El sargento Bernardino Alderete en nombre de sus compañeros los soldados, narra, luego de ratificar que son “leales vasallos”, que los habían sacado de sus propias tierras y dominios del Rey y los habían llevado presos a Lisboa, bajo custodia de aquellos jefes portugueses y que el embajador  los había ayudado a llegar a Cádiz “donde nos hallamos desnudos, descalzos, de pie y pierna, hambrientos sin tener adónde ocurrir más que a la piedad de V.M. para que mande al Gobernador de esta Provincia nos patrocine y pague lo que tenemos tan justamente servido y se nos asignó desde el primer día que salimos de campaña sin embargo de los 1.400 caballos que nos quitaron juntamente con espuelas de plata y otras prendas, hasta dejarnos en total desnudez y ahora tan desfavorecidos”, habiéndonos dicho Vuestro Embajador seríamos asistidos y que “se nos embarcaría con toda brevedad”. Reclamaba que aún no se les había facilitado el pasaporte y que desean volver con la mayor brevedad a su tierra a través del puerto de Buenos Aires, pues como dirían sus compañeros estaban “pereciendo de pura hambre, ni tener dónde alojar”.

El grupo lo integraban además de Alderete, José Matías de los Ríos de 22 años, Santiago Bergara, Pedro Retamoso, Eusebio González, Nicolás Ocampo y Francisco Medina, mayores de 25 años, quienes vivirían una extraña aventura en los meses subsiguientes. En efecto, ante Juan de Mérida Oidor y Presidente de la Real Audiencia de Contratación de Indias, se hicieron presentes los integrantes del grupo dando testimonio ante el escribano Juan Alonso Ramírez de la ciudad de Cádiz en julio de 1775.

Así narraban cómo habían salido de Corrientes con armas, caballos y con un módico mantenimiento de once pesos por mes cada soldado. Afirmaban que era lo que hacían habitualmente, como voluntarios, con sus armas y equinos para contener a los indios bravos “sacrificando su sangre en defensa de ambas majestades”. Contaban que los reclutó bajo su mando el capitán Antonio Gómez de la Compañía de Voluntarios, quien con ese fin llevó desde Corrientes a 81 hombres desde Bacacay a mudar un destacamento y, con  300 indios de misiones, debía pasar al sitio de Santa Tecla para  guardar en ese paraje y ayudar a formar en él un fuerte. 

Exponían que estando en el sitio del arroyo de Santa Bárbara los acometió un escuadrón de más de 200 portugueses a caballo haciendo fuego y, por estar descuidados los correntinos y ausentes de órdenes se vieron precisados de entregarse unos mientras otros lograron huir a los montes. En total fueron aprehendidos 52 de ellos, quitándoles las armas que tenían de fusiles, lanzas y sables como también caballos y mulas que llevaban a aquel paraje para los trabajos del fuerte. También murieron en el combate un alférez, un soldado y muchos indios. 

Los apresados fueron llevados prisioneros a Río Pardo desde donde los condujeron a la villa que nombran de Viamont, donde permanecieron un año y un mes, y de allí desertaron seis, entre ellos dos de los declarantes Francisco Medina y Santiago Bergara. Habiéndolos vuelto a aprisionar los castigaron dándole a cada uno cincuenta planchadas con los sables en las espaldas y diciéndoles que aún los trataban benignamente respecto al castigo que en España daban a los portugueses que era el de cortarles la cabeza. 

Después los pusieron a trabajar en un palacio que estaban fabricando en Porto Alegre, dos leguas distantes del Viamont, con grilletes y cadenas. Posteriormente los remitieron a todos los declarantes en la ciudad de las Lagunas y de allí al Río de Janeiro donde permanecieron un mes en una isla custodiada por una tropa y centinelas. hasta que los condujeron a Lisboa, donde sorpresivamente, les dio libertad el capitán del navío diciéndoles que podían irse a buscar su vida como, en efecto, lo ejecutaron.

Los correntinos, que sumaban 16 fueron embarcados en dos navíos. Estando en Lisboa buscaron al embajador de España “quien enterado de lo acaecido, les dio el correspondiente pasaporte” para pasar a España. A la vez los socorrió con cincuenta reales a cada uno y un hombre con quien fueron hasta Ayamonte y luego a Cádiz donde aparecieron otros dos correntinos llamados Nolasco Ojeda y Pedro José Sánchez que estaban enfermos y fueron atendidos en el hospital de la ciudad. Las autoridades se diligenciaron para ver la posibilidad de restituirlos a Corrientes, su patria lo que se haría en la primera ocasión en un navío que saliera de Cádiz para el puerto de Buenos Aires y mientras tanto la Real Hacienda española los socorrió para su subsistencia. 

En agosto de 1775 se instruye a la Casa de Contratación de Cádiz que los socorra para mantenerse y que los embarque, cubriéndoles las raciones, en el primer buque que salga para Buenos Aires. Pero en septiembre aparecen otros correntinos: Bernardino Alderete, Juan Maidana, Miguel Gerónimo Niz, Juan Andrés Cuenca, Pedro Sotelo, Jacinto Leguizamo, Agustín Mosqueda, Sebastián Barreto, Gerónimo Ojeda, Juan Esteban Quirós, José Niz, Ramón Espinoza, Alejandro Amarilla e Hilario Acevedo quienes ratificaron la declaración.

Esta historia demuestra una serie de incoherencias internas, desde la carencia de registro en la propia Corrientes de esta circunstancia. La segunda el costoso proceso que para los portugueses significó esta itinerancia por Río Pardo, Viamont, Porto Alegre, Lagunas, Río de Janeiro y finalmente a Lisboa donde inexplicablemente quedan en total libertad. En el periplo turístico los correntinos fueron tratados como esclavos, con grilletes y cadenas inclusive, pero carece de sentido el viaje a Portugal para dejarlos simplemente en libertad, salvo que necesitasen tripulación de trabajo para los barcos, lo que no se menciona en las declaraciones.

Fue esta, una exótica experiencia de los conflictos fronterizos entre España y Portugal en tiempos de la dominación europea.

*El autor es arquitecto, Doctor Honoris Causa por la Universidad Nacional de Tucumán, Miembro de Honor de la Junta de Historia de la Provincia de Corrientes.

 

¿Te gustó la nota?

Ocurrió un error