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El principio del fin

Domingo, 15 de octubre de 2023 a las 01:00

Esta apocalíptica frase tiene varias interpretaciones. Construida a partir de una realidad que ya no espera más. Ya no se trata de lo que vendrá, sino cómo subsistimos los últimos días que es ahora, con el ensamble atropellado de candidatos desesperados por ser.
Es decir, podemos interpretar de dos maneras “El principio del fin”: ser el principio del final. O, bien el comienzo de una partida como consecuencia natural acelerada por los desaciertos timoneados por la mala política y las improvisaciones partidarias, que hoy por hoy se baja el telón.
También es cierto que apaña el advenimiento de una época que no sabemos, si es la repetición o más de lo mismo, agravado, “cebado” por el desajuste donde lo personal suplanta a lo general como hasta ahora.
O, el principio de un final anunciado. O, principio de algo mejor, esencialmente decente, honesto y respetuoso que baje los decibeles de la inflación y el dólar, que nos come no solo el presupuesto, sino lo más importante, los sueños.
Irrumpe el continente de las esperanzas donde se dirimen los proyectos más puros, por ende los que alimentan la fe de un pueblo en busca del país soñado que no supimos ser.
Quizá siendo ellos mismos ya no en campaña, sino con el poder conferido que tanto daño nos ha hecho. Una lucha donde una Vicepresidenta desesperada por la justicia y su impunidad, ejerce con todo su peso, a sabiendas que la cosa es al revés, ella supeditada a un Presidente, y no un Presidente obsecuente, temeroso por contradecirla.
Hemos visto cuánta gente se ha enriquecido con el poder desbordado a espaldas  de un país empobrecido, con una inflación que no supieron ni les quedó tiempo para arremeter en serio, más bien lo dedicaron en discutir públicamente sus diferencias y así agotaron cuando menos lo pensaron el período de 4 años.
En ese caldo donde se cultivan prácticas poco aconsejables cuesta entender a un Ministro devenido candidato a Presidente, que en la práctica es realmente un Presidente en ejercicio, dice tener la fórmula cómo erradicar la inflación pero que recién lo empleará cuando sea Presidente, con el costo mientras tanto de un país que se desangra.
Depende de la evaluación que cada uno se formule con el pensamiento y la justa dignidad, que lo haga merecedor o no. Solo la incertidumbre de lo desconocido.
Mientras tanto como una batería antiaérea en un mar de fogonazos, disparan planes “platita”, o sea soborno asistencial aferrado al sueño del acceso al sillón de Rivadavia, sea como fuera.
Mientras tanto, Lomas de Zamora, fiel a su alma como rezan sus genes, trata de comprar voluntades descaradamente con regalos de gran peso: cocinas, heladeras, colchones, como contrapartida al “yate gate”, un obstáculo no pensado, un imprevisto desvelando la realidad.
Realmente, una vergüenza que la gente no obstante los acepte y los vote, conociendo y sabiendo de quienes vienen las reales intenciones electoralistas, porque no se trata de normalidad sino de ambición y fanatismo sin límite; política “sagrada” como única religión.
Muchas cosas nos han pasado hasta aquí, que lo experimentamos en carne propia, sin embargo, todavía no aprendimos la lección.
En esta tierra del Señor, han sido muchos quienes arropados como Mesías agotaron discursos que conquistaban adictos; sucedió con la Alemania nazi, con los discursos extenuantes del “Duce” Mussolini, y muchos otros con dialéctica demagógicas.
Se tratan de días donde las promesas han perdido certidumbre, por lo que la duda mina, y el temor porque el recomendado no apruebe el examen.
Cada elección es un volver a empezar. Es renovar los bríos cívicos. Es tener ganas de ser gestores de una fórmula perfecta que construya una Argentina verdadera, con menos discursos y más hechos.
Recuerdo que antes del DNI en el lugar destinado al comprobante de haber sufragado llenó mi vieja Libreta de Enrolamiento, desde la primera vez que fui a votar con mi padre. Muchas veces me puse a pensar habiendo cumplido con el deber ciudadano, cuántos sueños alojaron sus hojas amarillas.
Deseos que fueron quedando como frustraciones de gobiernos con tantas faltas, a medida que se iban perdiendo en el tiempo, y siempre volver a empezar con las ganas renacidas. Porque justamente, lo último que se pierde es la esperanza.
Cuándo habrá gente que piense en la gente, con la fuerza del poder bien entendido, sin la actitud tan gastada del populismo exagerando todo. Simplemente generando a través de la transparencia, la confianza perdida, no buscando las multitudes masivas del “cotillón” partidario.
Estamos cansados de buscar entre la maleza el verde intenso de una plantita saludable, aunque pequeña todavía, generando vida plena con sus hojas desplegadas al sol.
No busquemos en las apariencias, sino en el contenido, en la humildad que la simplicidad es capaz de otorgar siempre por derecha, advirtiendo que la plata que se derrama pertenece al pueblo. A todos.
Volvamos a ser quienes fuimos alguna vez. Simples. Decentes. Respetuosos. Sin alborotos ni atropellos, deponiendo actitudes que tanto dejan de desear. 
Estamos ante el Principio del fin. Depende cómo interpretemos la frase. Si es verdaderamente el final de un sistema totalmente perimido en buena hora, o es felizmente el principio de nuestra reivindicación como país renacido, bendito sea..!
 

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