El ataque de Estados Unidos contra grupos armados proiraníes en Irak y Siria, en represalia por la muerte de tres de sus soldados en Jordania, dejó al menos 40 personas muertas y reavivó el temor a que se expandan las tensiones generadas alrededor de la guerra entre Israel y el movimiento islamista palestino Hamas.
Al menos 23 combatientes proiraníes murieron en el este de Siria, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), una ONG con sede en Reino Unido e informantes en el terreno. En Irak, el gobierno reportó 16 muertos, entre ellos civiles.
Estados Unidos indicó haber llevado a cabo estos bombardeos en respuesta al ataque del 28 de enero en una base en Jordania, cerca de la frontera siria.
Aquel día murieron tres militares estadounidenses, en un ataque que Washington atribuye a grupos respaldados por Irán.
La ofensiva lanzada por la Casa Blanca fue criticada por las autoridades de los países golpeados, pero también por Rusia e Irán.
Las represalias estadounidenses contribuyen a "avivar el conflicto en Medio Oriente de forma extremadamente peligrosa", reaccionó la cancillería siria.
Bagdad denunció una "violación de la soberanía iraquí", y anunció que convocará al encargado de negocios de Estados Unidos para notificarle su protesta.
Irán, enemigo de Washington e Israel, condenó "enérgicamente" los bombardeos, que tachó de "error estratégico", y advirtió que podrían "agravar las tensiones y la inestabilidad en la región".