Negocios nada fáciles

Una costumbre que va ganando adeptos entre los gobernadores de provincias es la de realizar "misiones comerciales" a la República Popular China, iniciativa nada barata por cierto y que, hasta el presente, nunca se tradujo en reales beneficios de inversión y desarrollo para quienes echaron mano a los bolsillos, tanto públicos como privados, para poder concretarlas.

El fiasco más grande lo tuvo que soportar, hace dos años, una delegación, no provincial sino del propio Estado nacional, encabezada por el presidente, Néstor Kirchner, que regresó convencida de que el país asiático iba a hacer fabulosas inversiones suficientes como para saldar de un plumazo buena parte de nuestra abultada deuda externa.

Los más eufóricos comenzaron a gastar a cuenta y hasta le hicieron meter la pata al propio Presidente, al hacer trascender en la prensa que un aluvión de inversiones chinas llegaría en breve a nuestro país. La realidad fue exactamente al revés: los "funcionarios" que recibieron a nuestros enviados no eran otros que ávidos empresarios locales interesados en ver qué nos podían vender.

Más cerca en el tiempo, desencantos similares se llevaron empresarios mendocinos que desembarcaron en esas latitudes y, en lo que resultó un fracaso teñido de algo de bochorno a juzgar por las impiadosas críticas de la prensa de sus respectivas provincias, idénticos fueron los resultados de una misión del centro del país, encabezada por los gobernadores de Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos y un centenar de empresarios privados de la región.

China ofrece grandes oportunidades a quienes quieran establecer plantas fabriles en su territorio y dar trabajo a los chinos. Muchos industriales argentinos, especialmente en la época del dólar de juguete, producían sus artículos en ese país y los importaban a valores irrisorios en desmedro de la mano de obra local.

Pero los chinos son todo un caso a la hora de comprar. Los bodegueros mendocinos quedaron al borde del infarto en las negociaciones, nunca definitivas por cierto, y ni que hablar de los productores de soja, carnes y trigo. Es que son verdaderos campeones a la hora de pagar uno lo que vale tres... y eso no pocas veces con cheques, si es posible, posdatados al 31 de febrero del año 3000.

Por eso quienes viajen allí deben tener en claro que una nación de 1.300 millones de habitantes es la que fija las reglas del juego y no al revés. Que no suele invertir fuera de sus fronteras. Que trata de vender lo suyo al precio más caro posible y comprar lo mínimo imprescindible y bien barato, condicionando el pago por ello. Y que nunca un negocio estará cerrado, hasta que la plata no esté depositada en el banco.