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/Ellitoral.com.ar/ Opinión

Chapadmalal, el chalet presidencial que no se usa y pagamos todos

La residencia de veraneo para el Presidente de la Nación es un coqueto chalet con todas las comodidades ubicado cerca del mar.

“El Presidente tiene planeado descansar unos días en la casa de Chapadmalal”. Todos los veranos, el anuncio circula por los pasillos de la Casa Rosada y aparece en los diarios. Y entonces la residencia se prepara para la gran llegada. Los cocineros elaboran un menú especial, la Policía Federal y Prefectura se alistan para desplegar efectivos. Los caseros acomodan los cuartos, dejan relucientes los ventanales del mirador, le pegan un vistazo a la playa privada y se dan una vuelta por el muelle gigante de doscientos metros. Pero Néstor Kirchner llegó pocas veces hasta allí: siempre prefirió El Calafate, lejos de los problemas de Buenos Aires, cerca del glaciar Perito Moreno. El jefe del Ejecutivo (ahora su esposa, Cristina hace lo mismo) se refugia siempre en la villa santacruceña, en su nueva casa con vista a la Bahía Redonda.

En la Argentina, el sillón de Presidente viene con el derecho tácito a usar bienes de lujo que son financiados con fondos estatales. Privilegios que disfrutaron los mandatarios anteriores y que nadie cuestiona, porque la costumbre los convierte en algo tan normal como el bastón de Bernardino Rivadavia.

El avión presidencial Tango 01 es un ejemplo. ¿El Presidente necesita una inmensa aeronave que por dentro tiene desde una silla de peluquería hasta un baño con jacuzzi? Alguna vez el tema despertó polémica. Pero hoy los K lo utilizan para todo, hasta para viajes que no son oficiales. En la última semana de 2007, el avión estuvo en Colombia a disposición del ex presidente Néstor en su incursión por la selva al rescate de los rehenes de la Farc.

Durante cinco días el Tango 01 permaneció en Colombia a la espera del descenlace del denominado Operativo “Emmanuel” que se frustró. El 31 de diciembre a la noche emprendió, con las turbinas a pleno, el regreso al país. Mientras los argentinos brindaban por la llegada del nuevo año, el avión surcaba los cielos del continente con Néstor “Lupín” Kirchner a bordo.

La cómoda casa de Chapadmalal ¬construida por orden de Juan Perón¬ es un inmueble reservado a los presidentes, como lugar de vacaciones. A diferencia con el Tango 01, casi nadie utiliza la casona a orillas del mar: los Kirchner estuvieron apenas diez días. Aquí, la historia de una residencia oficial que está solventada con dinero del Estado, pero que hace tres años que se encuentra deshabitada.

Veranos oficiales

Algunos más, otros menos, todos los presidentes anteriores frecuentaron el chalet de Chapadmalal, a 30 kilómetros de la ciudad de Mar del Plata. Raúl Alfonsín no fue la excepción y una célebre anécdota sucedió ahí. En diciembre de 1984, el imitador televisivo Mario Sapag consiguió entrar al predio disfrazado del entonces canciller Dante Caputo. Caracterizado como el ministro, engañó a la custodia y se coló en las instalaciones.

Otro radical que se hizo habitué del lugar fue Fernando de la Rúa. La crisis económica no lo inhibió de vacacionar varias veces en las playas oficiales, donde posaba sonriente para las revistas del corazón.

El que estaba enamorado del lugar era el mismísimo Carlos Menem. Cada vez que podía, se subía al helicóptero de la Presidencia para aterrizar en el helipuerto propio que tiene la casa. Había tomado la costumbre de jugar al golf en un campo cercano y aprovechaba la ocasión para hacer reuniones políticas.

Como fanático de la pesca, el riojano ordenó que construyeran un enorme muelle. La desproporcionada construcción se terminó a fines de los noventa. Pero levantó polémica, porque les sacó arena a las playas vecinas y eliminó el balneario de Santa Isabel.

Piruetas del destino, esa escollera fue muy agradecida por su archienemigo Eduardo Duhalde. El ex gobernador bonerense ¬otro amante de la pesca¬ se escapaba los fines de semana, a salvo de las manifestaciones callejeras porteñas.

En realidad, el primero que usó la casa de verano para esconderse de las cacerolas fue el efímero Adolfo Rodríguez Saá. En diciembre de 2001, arregló una reunión de gobernadores peronistas, último manotazo para aferrarse a la Casa Rosada. La “ Cumbre de Chapadmalal” fue un fracaso, pero pasó a la historia como el momento previo a la renuncia del puntano.

Pinguinos ausentes

Los Kirchner, en cambio, estuvieron en el chalet sólo dos veces. Ambas visitas fueron al comienzo de la “era K”. La primera, un fin de semana de noviembre de 2003. El santacruceño llegó el viernes 7 con su esposa, Cristina Fernández, y sus dos hijos. Máximo y Florencia querían aprovechar los escasos tres días para hacer playa. Pero ni siquiera eso: el cielo estuvo nublado y llovió fuerte.

La segunda ¬y última¬ visita la hicieron dos meses después, el 2 de enero de 2004. Aunque el Presidente estuvo por el fin de semana, la estadía fue más larga. Cristina, Florencia ¬con amigas¬ y Máximo ¬con su novia¬ se quedaron una semana. Como es su costumbre, la senadora aprovechó para hacer compras en Mar del Plata.

La familia presidencial no volvió más a la casa y desde entonces está vacía. El diario Perfil intentó averiguar cuánto dinero invierte el Estado nacional para mantenerla, pero la cifra no se encuentra detallada en el Presupuesto.

Aunque parezca increíble, el kirchnerismo usó ese lugar de veraneo como cortina de humo para tapar unas vacaciones que la Primera Dama y su hija se tomaron en Estados Unidos. En enero de 2005, distintos funcionarios K deslizaron en privado a la prensa que la llamativa ausencia de ambas se debía a que estaban en Chapadmalal. Como se supo después, en realidad se encontraban en Orlando, disfrutando del parque de diversiones Disneyworld.

En los veranos siguientes volvieron a preparar la casona, pero los “pinguinos” no aparecieron. Este año, el primero de gestión de Cristina Elisabeth Fernández de Kirchner, no fue la excepción. En el descanso de las fiestas -tras 20 días como presidenta- la señora se refugió en El Calafate y allí pasó Navidad y después recibió el 2008, sola con sus hijos. Néstor, se sabe, cruzaba los cielos de Sudamérica en el Tango 01 tras su fallida operación como “garante” en Colombia.

En el viaje de regreso, el avión ni siquiera tocó suelo porteño. Hizo escala en Córdoba, bajó a parte de la comitiva y siguió rumbo al Sur, a la Patagonia.

En Chapadmalal las camas quedaron tenidas y la heladera llena.

* La nota fue publicada por el diario Perfil con las firmas de Leonardo Nicosia y Rodolfo Palacios. No se reprodujo textual, El Litoral actualizó datos.

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