Pedro Moyano nació en Curuzú Cuatiá y nunca había conocido la capital correntina. Fue tiempo después de hundimiento del Belgrano que decidió donarle la espada a la Virgen de Itatí. Un viaje concretado en marzo de 1984 que también le cambió la vida.
Después de cumplir con lo que vino a hacer, le manifestó a su madre “me gustaría morir acá, me gustó la paz del lugar y el trato de su gente”. Volvió a Bahía Blanca, y al poco tiempo, le informan que le salió el pase a Corrientes, “ahí me acordé de la Virgen”, dijo.
“Así vine a parar a Corrientes, a la delegación naval donde vivía porque era solo, en ese momento me salió todo por partida doble”, recuerda Moyano, en referencia que al poco tiempo logró encontrar una compañera de vida y formar su familia.
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