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/Ellitoral.com.ar/ Malvinas 30 Años Suplemento

Diario de un soldado prisionero

Enrolla y desenrolla por enésima vez el amarillento papel pintarrajeado por las letras que ya hace tiempo perdieron su azul intensidad. El hombre de casi 50 años no para de relatar la historia tratando siempre que no se les escapen los detalles y para ello recurre a lo que tiene a mano: el viejo papel, que más que ayuda memoria es la memoria misma hecha materia.

Fernando Romero ya no es el joven mercedeño que un día de abril del ‘82 fue llevado desde su ciudad natal directamente a las Malvinas. Sin embargo ese papel descolorido, cual papiro, lo transporta en imágenes al medio del horror de la guerra. Su voz se acentúa como en medio de un túnel del tiempo.

A 30 años de Malvinas el ex combatiente habló con El Litoral y volvió a sacar del cofre de sus recuerdos una tira de papel que parece interminable como le habrá parecido en un momento el conflicto bélico. Cuando su regimiento cae prisionero de los ingleses, sobre el final de mayo de 1982, es subido junto a varios compañeros a un buque británico que días después lo traerá finalmente a continente.

El soldado, aún aturdido por la guerra, se encontró en un camarote sobre la fría plancha metálica de una cama cucheta. Si bien contaba con la compañía de tres viejos amigos de los años de Secundaria pero también como combatientes en las islas, Fernando decidió plasmar sus recuerdos todavía latentes, muy frescos.

De esa manera a alguien le pidió prestado una birome, de esas de trazo grueso; tomó el refinado papel higiénico con sello de propiedad inglés que estaba en el baño y empezó a describir cronológicamente el camino a la isla y también la aturdidora estadía. El “diario” se extendía un metro y medio, pero un día se partió en dos y un fragmento se perdió en el regreso a casa. Sin él, sólo en la mente quedaron los últimos días de guerra.

“Comencé a escribirlo para matar el tiempo. Ponía lo que me acordaba y sino, me ayudaban mis compañeros de camarote. Con el paso de los días ya era una costumbre escribir, volcar los recuerdo en estas palabras”, recordó Fernando transportándose a 1982 con la mirada perdida entre las despintadas letras del conscripto en el barco británico.

El plasmó la traumática experiencia como nunca lo había hecho en su corta historia: escribiendo. “Nunca hice algo así hasta ese momento”, admitió.

Extremos

El punto de partida en el papel: “Salimos el día 15 de Abril de la ciudad de Mercedes…”, escribió Romero para después ir hilando el día a día en pequeños párrafos hasta llegar a las Malvinas; los preparativos; la esperar; los movimientos ansiosos; los bombardeos; los combates constantes; las muertes; el repliegue; las bombas y más bombas. Así llega a un párrafo en que cuenta el combate nocturno del 26 de mayo en donde los ingleses los tenían rodeados y salvaron sus vidas de milagro…. “Caminamos 16 kilómetros y seguía el ataque de hostigamiento. Al otro día…”. Fin del papel.

Hasta allí llega la crónica escrita durante casi un mes y la segunda parte perdida se quedó con lo demás. Fernando vuelve a la crónica y marca momentos tensos de la guerra. Enrolla “el papelito”, habla y recuerda; luego no se acuerda con precisión una escena y ahí vuelve a desenrollarlo.

En su permanencia en el penal flotante del enemigo, Fernando cumplió sus 20 años el 7 de junio. No hubo festejos y faltaban pocos días del final de la guerra.

La vuelta a casa fue complicada como la de casi todos sus pares. Considera que el haber conseguido pronto un trabajo hizo que las secuelas de la guerra no se los lleven por delante. Sabe que muchos pares cayeron por no tener un trabajo fijo y mucho menos una contención psicológica.

Fuimos chicos que volvieron hombres, crecimos de golpe; fueron 70 días que nos cambiaron los 18 años anteriores”, resumió y concluyó: “Sirvió más que nada para entender el valor de la vida”. Así no termina el papelito escrito hace tres décadas, pero hubiera sido un gran cierre; como lo es en esta nota. (GAL).

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