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/Ellitoral.com.ar/ Destinos

La fiesta de Río y un carnaval político

El mayor carnaval del mundo estuvo a tono con los tiempos turbulentos del vecino país. “Fora Temer” fue el grito desafiante de miles de brasileros y viajeros que invadieron las calles de Río de Janeiro. El impacto de las campañas contra el acoso y un alcalde evangelista que tuvo que ceder. 

Este fin de semana, Río de Janeiro se convirtió en una fiesta exuberante, llena de alegría y, sobre todo, muy politizada. Recibiendo a turistas de todo el mundo, atraídos por el imponente carnaval, la capital carioca vivió su fiesta con júbilo, como siempre, pero con un gran componente de crítica política y social, como hacía años no se veía. 

Carrozas que se burlaban del alcalde evangélico de la ciudad Marcelo Crivella, que recortó las subvenciones a los desfiles, o escenificaban al presidente Michel Temer como un vampiro fueron algunos destaques de la noche en el Sambódromo. En las calles, los cuestionamientos al malogrado sucesor de Dilma Rousseff eran aún más fuertes.

Según agencias de noticias internacionales casi medio millón de personas, se congregaron en el centro de Río para disfrutar durante cerca de cuatro horas del "Bloco da Preta". También en Río el desfile "Chora Me Liga" arrastró a miles de personas que no pararon de vibrar en el barrio de Flamengo al ritmo de las músicas del momento.

Hasta las mascotas tuvieron su propio espacio en la comparsa "Blocao", nombre formado a partir del juego de palabras entre "bloco" y "cao" (perro), donde decenas de estos animales fueron disfrazados por sus dueños y desfilaron hoy por la playa de Copacabana. En este desfile no faltó la reina de la comparsa, de capa roja, tiara y bodi dorados y un perro blanco a sus brazos con cara de asustado.

Sin embargo, este año una frase resonó. Los desfiles que clamaron contra el presidente de Brasil, Michel Temer, y su programa económico de derecha, especialmente contra reforma de las pensiones y la reforma laboral. La frase "Fora Temer" (Fuera Temer) se pudo ver escrita tanto en carteles como en la piel de algunos de los participantes, mientras que otros optaron por protestar contra la subida del impuesto predial y territorial urbano.

El desfile 

En el sambódromo, también se coló la crítica. El domingo seis de las trece principales escuelas de samba de Rio de Janeiro desfilaron hasta el amanecer del lunes durante el Carnaval de Río. Como cada año, lo hicieron frente a más de 72 mil espectadores. El resto de escuelas danzaron el lunes  hasta las primeras horas del martes. Cada una de ellas alinea a cerca de 3.000 personas. Estas, vestidas de plumas, lentejuelas y todo tipo de atavíos exóticos, recorren en una gran coreografía la pista de 700 metros para el deleite del público.

Sin embargo, en medio de la algarabía, el Carnaval es una ocasión para demostrar el descontento popular. Los participantes del Carnaval por lo general aprovechan estos días de gran espectáculo para olvidarse de los problemas cotidianos y la mayoría hará precisamente eso. Pero el mensaje político está más presente con claridad esta ocasión que en años recientes.

“Esta ha sido la celebración más política desde mediados de la década de 1980, cuando la dictadura militar de Brasil estaba por terminar”, dijo el historiador del Carnaval, Luiz Antonio Simas a la agencia AP. “Brasil ha estado inmerso en el caos político y escándalos de corrupción, y la gente quiere ventilar sus frustraciones al mismo tiempo que quieren estar en la fiesta. Se trata de una gran combinación en el Carnaval”, agrega Simas.

El presidente Michel Temer, el gobernador del estado de Río, Luiz Fernando Pezao, y el alcalde municipal Marcelo Crivella no asistieron a la celebración de dos días en el Sambódromo. Los desfiles al ritmo de la samba solían ser un imán de popularidad para los políticos antes del inicio en 2014 de una amplia pesquisa anticorrupción en la gigante petrolera estatal Petrobras.

El político más criticado en Río de Janeiro, por mucho, ha sido el alcalde. Mangueira, una de las escuelas de samba más populares de la ciudad, preparó una carroza que muestra un trasero de plástico con el nombre de Crivella en él. Desde que asumió el puesto el año pasado, el obispo evangélico convertido en político ha recortado los fondos de la ciudad para las escuelas de samba y ha evitado asistir al evento.

Otra preocupación, durante estos días de celebración es el acoso sexual. Bajo el mensaje “Não é não” (“No es no”) en un tatuaje temporal las mujeres asistentes al Carnaval muestran su rechazo a esta situación. Las cifras de la Policía brasileña muestran lo grave de la situación: una mujer fue agredida cada cuatro minutos en el pasado carnaval de Rio de Janeiro.

“Hay mucho machismo en Brasil y hacer esto es urgente en el Carnaval, porque las mujeres estamos más tiempo en la calle y con mucha menos ropa y eso acaba siendo un argumento para el asedio”, explicó Luka Borges, impulsora de la iniciativa. “Si continuamos cubriéndonos, escondiéndonos, las chicas más jóvenes necesitarán seguir protegiéndose. Creo que es un acto político ir con los pechos fuera”, agregó. 

DESTACADOS 

“Esta ha sido la celebración más política desde mediados de la década de 1980, cuando la dictadura militar de Brasil estaba por terminar”. 

“Si continuamos cubriéndonos, escondiéndonos, las chicas más jóvenes necesitarán seguir protegiéndose. Creo que es un acto político ir con los pechos fuera”.

 

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