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/Ellitoral.com.ar/ Cultura

La piel samba y suda identidad

La agrupación Sambanda destapa su intimidad en un viaje interior. “Somos una gran familia”, coinciden todos y las voces se multiplican. Aquí explican cómo y por qué tiene la identidad aferrada a su ser.  

Paulo Ferreyra

Especial para El Litoral

 Al igual que en una familia, pues así todos se definen en Sambanda, cada integrante sólo desliza su nombre de pila y en ocasiones su sobrenombre. “Soy Lucho”, dice uno de ellos y extiende la mano para saludar con franqueza, seguro, alegre. Apenas había entrado la tarde del viernes y llegó el colectivo, al principio éramos muy pocos sentados en la vereda de la Iglesia San Pantaleón, frente al playón deportivo de la Escuela Illia en el Barrio Laguna Seca. 

“Para estar en la agrupación todo depende de cada persona. Aquí hay muchos que se fueron, pero nosotros seguimos por amor a Sambanda y al Carnaval. Lo que más me gusta de la agrupación es el grupo de amigos. La familia que se arma aquí entre amigos y parientes es muy linda”, comenta Yamil quien ya llegó maquillada y con una sonrisa de luz. 

Por su parte, su hermano agrega que “la familia es lo que mantiene unida a Sambanda. Los Montiel constantemente están alentando a los comparseros. Después uno va conquistando amigos que vienen y se quedan, otros que se van, pero la amistad sigue. Los chicos nuevos que vienen son abiertos y la amistad se abre rápido. Estas cosas nos mantienen unidos y pasan los años sin que uno pueda darse cuenta. La idea es que todos los que vengan se queden y sigan queriendo esta gran familia que es Sambanda”, arremete más entusiasmado, pero con las manos quietas.

El más pequeño, Lucho, parece más serio: rostro amable, gesto cuidado y palabras que salen sueltas ante un grabador que se acerca a sus labios. “Yo crecí con el Carnaval. A los cinco meses ya entraba en los corsos. Recuerdo que un año hicimos El fuego, y lo más lindo en ese momento fue que hice sonreír a la gente. Eso es fantástico para mí. Todos los años me nominan para el rey momo. En esta edición estamos muy bien. Los trajes, la carroza, todo está muy lindo”. Sucedían las palabras y Lucho se suelta, habla con firmeza, cuando se le consulta si los cuatro días seguidos de corsos fueron cansadores lanzó rápidamente: “Fueron hermosos”, con total convicción y seguridad. “Fueron hermosos”, insiste y sus ojos se abren luminosos. “Se disfruta con el alma”, sentencia.

A medida que iba madurando la noche siguieron llegando los chicos. Algunos se suman a la ronda de la vereda y otros fueron a colocar sus trajes al colectivo. Las varillas de la cortina servían de perchero. Además llevan helatodos, termolares, y en algunos bolsos también conservan los avíos. Varios se quedan de pie, mientras  que otras rondas en el piso se ensanchan. La mayoría de los jóvenes llevan la remera de la agrupación, ahí predominan sus colores: el rosa y el verde. 

Enamorados de 

Sambanda

Esta agrupación familiar celebra su nacimiento el 14 de febrero, y nació en el verano de 2004. “Sambanda fue una iniciativa familiar. Nosotros veníamos participando hace muchos años en diferentes agrupaciones musicales hasta que un día decidimos formar nuestra agrupación”, cuenta Romina Montiel. “Desde el inicio contamos con el apoyo de los chicos que confiaron en nosotros y entraron ese año. Ahí nos tocó hacer competencia de ascenso. Sambanda compitió para ascender a los carnavales oficiales. Desde el inicio todo fue una experiencia hermosa, hicimos el show en el anfiteatro y pudimos ascender. En este tiempo demostramos que apostamos al carnaval y queremos estar en los primeros lugares”, sostienen.

En Sambanda se reúne la familia del barrio Laguna Seca. Además, cuenta con integrantes de otros barrios de la ciudad como Laguna Brava. “También tenemos una integrante de Margarita Belén, Chaco”, acotan.

“Nosotros estamos conformados en Laguna Seca, pero siempre recibimos a chicos de otros barrios”, afirma Romina quien este año no está bailando y se dedica a la coordinación y logística de la agrupación junto con otras personas.

Peinados y pinturas

La salida del barrio estaba prevista para las 21. Todo marchaba muy bien, contaba Norma Encina, cuando aún faltaba poco para la hora y ya estaban casi todos los chicos. En el colectivo las chicas entre ellas se maquillan, peinan y encienden charlas animadas. Cuando comienzan a acomodarse todos dentro del colectivo las señoras y las chicas más jóvenes se ubican adelante, los varones colman los últimos espacios. Al igual que en una familia todos se conocen, hay bromas que encendían sonrisas en distintos círculos. 

El colectivo salió casi puntual. Muy pocos miran para la calle, la mayoría tenía sus ojos concentrados hacia adentro del vehículo, en las charlas, en las conversaciones. Después de una curva, debajo del colectivo se escucha un sórdido ruido, hay chanzas animadas hasta que el micro se detiene. “Problema con el cardan”,  advierte el chofer y hay que descender del cole.   

Un rato después lentamente comienzan a bajar todas las cosas, la ropa, los helatodos, las conservadoras, los bolsos, todo. Estamos ahora en otra vereda, cerca de un bar, una pareja jovencita rodea a su bebe en el changuito. Jorge y Jésica cuidan de Agustín. “Tiene cinco meses. Nos acompaña todas las noches. Cuando volvemos, sin importar la hora, nos bañamos todos. Incluso lo baño a él porque tiene brillitos y además para que descanse mejor. Por suerte en estos días tiene el sueño cambiado y duerme a la par nuestra”, confiesa Jésica. 

Edith va un poco seria. Cada tanto una mueca avivaba su rostro. Cuando le pregunté cuál es su participación, cuenta que viene a acompañar a su hijo, Matías. “Hace seis años que vengo acompañarlo. Es mi alegría, es un sueño verlo y creo que a mi marido le pasa lo mismo. Es nuestro sueño”, afirma y se quiebra, los ojos se le vuelven vidriosos y aprieta sus labios. Con gestos nos despedimos. No hacen falta más palabras.

El nuevo micro llega rápido, todos suben y como el tránsito estaba bastante rápido arriba pronto al corsódromo. Ahora se animan los cánticos. Hay palmas entusiastas, sonrisas, chanzas para mantener el ritmo de la canción y no desconcentrarse. Luego todos van al galpón donde ya había llegado otro grupo por diferentes medios, otro micro urbano, motos y vehículos particulares. 

De píe descalzo en casa

“Hace más de diez años que estoy en Sambanda. Entre tantos recuerdo ahora viene a mi lo que sucedió el año pasado cuando cumplimos diez años. Desde el día que nos invitaron a formar parte de esta agrupación nos quedamos y no nos vamos más”, resalta Yamil. “Hubo varios momentos lindos en la agrupación. Por ejemplo el primer año que entramos todos juntos a Sambanda, entramos los cuatro hermanos, mi mamá y mi papá también, estábamos los seis vestidos de carnaval fue hermoso. En estos 11 años pasaron directores y dirigentes y nosotros seguimos con Sambanda”, destaca Nery. 

“Cuando uno dice que esto es una familia es porque acá también hay cosas buenas y cosas malas, pero aquí estamos y no pensamos en irnos de este lugar. Todos los momentos son especiales, disfrutamos el momento que estamos juntos. Ahora en estos días de ensayos, bordados, concentración, todo es distinto. Nosotros lo disfrutamos durante las noches cuando estamos juntos”, agrega.

“Las juntadas a bordar, las largas reuniones de tereré con los amigos y a veces la juntada a cenar. Con los chicos de percusión hacemos fútbol, una comida, buscamos excusa para no perder la unidad y ya en el mes de junio comienzan los ensayos. La dirigencia también está con nosotros, Pancho no juega al fútbol, pero alienta y acompaña la unidad del grupo”, sostiene Nery. 

En el barrio muchos chicos se inician musicalmente también con Sambanda. Algunos durante estos años se quedaron y otros emigraron.  “La agrupación se renueva. Este año se notó mucho en el grupo de baile y en la escuela de samba, debemos estar rondando los 145 integrantes”, cuenta Romina.  “Mi gran orgullo de estos años es ver bailar el carnaval a mi hija.  Como experiencia de Sambanda la vivencia de ir ganando al público y que nos responda eso es invaluable. Nos cuesta tener el cariño de la gente, tenemos a Samba Total que está totalmente instalada en ellos. Nosotros también vamos abriendo nuestros pasos y conquistando el cariño de la gente”, afirma.

Un llamado a cuidar el medio ambiente

Pasada las 23, la agrupación ya está dispuesta a hacer su pase por el corsódromo. Las plumas se abren en colores blanco, negro, verde, azul, rosado. Las chicas bailan al ritmo de la batería cuando todavía no ingresaban al sector de tribunas, la alegría y la felicidad traída del barrio seguía intacta. Una de las acompañantes lleva una pinza y un alicate de electricista. “Las usamos para cortar los precintos que sostienen los casquetes”, cuenta una de ellas. 

La agrupación tiene como tema este año “El séptimo continente. Una fantasía para recuperar el Oro Azul”. En ese contexto coquetea una gota entre los comparseros. La música llega con clásicos del rock nacional y algunas cumbias muy pegadizas. El baile se multiplica. Romina, junto con otras jóvenes, camina a la par, cuidando de que todo esté bien.  “Este año estamos fortalecidos. Desde octubre nos juntamos con el cuerpo de baile y el trabajo fue más intenso”, explica el coreógrafo Esteban. “Acá somos una familia porque entre todos nos ayudamos. Nos acompañamos y no nos sentimos solos”, expresa Elba. “Nosotros buscamos concientizar a la gente que cuide el medio ambiente.  Si me pongo hablar de la agrupación se me pone la piel de gallina”, agrega Matías y ya todo es emoción y felicidad. “Me siento muy bien. Me encanta Sambanda. Me divierto mucho y me gusta mucho bailar”, dice Luisina y su voz se doblega al terminar de pasar por la avenida central. “Ella tiene 17 años y desde hace 17 años que está en el carnaval de Corrientes”, añade su mamá, Lorena, mientras cerraba otra noche de carnaval. La identidad del grupo es tierra en los zapatos. En palabras de Anna es “piedra entre los dientes, la molemos, arrancamos, aplastamos, esa tierra que con nada se mezcla. Por ella somos”. En el mismo sentido ellos interpretan las palabras de Gelman: “No se muere de amor. Se vive por amor”.

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