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/Ellitoral.com.ar/ Opinión

El sindicalismo y el oficialismo

Jaime Durán Barba aprendió que la sociedad había cambiado hace algunos años, cuando quiso hacer reír a un niño de siete años con un chiste y, en lugar de arrancarle una sonrisa, recibió un reproche: “¿Sabes qué significa un negro en la nieve? Un blanco perfecto”. El sociólogo ecuatoriano que asesora a Mauricio Macri también recuerda que, en su infancia, era habitual que los chicos fueran al parque con resorteras para hostigar a los pajaritos, algo que hoy sería impensable. El cambio de valores pudo apreciarse recientemente, cuando el cantante Cacho Castaña, al referirse durante una entrevista televisiva al acoso sexual, lanzó una desafortunada recomendación a las mujeres: “Si la violación es inevitable, relájate y goza”. El rechazo generalizado por parte de mucha gente que veinte años atrás probablemente no se hubiera inmutado ante esa frase da cuenta de aquel cambio. Hoy la sociedad soporta muchas menos cosas y no sólo gracias a las nuevas tecnologías, capaces de viralizar un dicho en cuestión de segundos. El mensaje vale para gremialistas como Luis Barrionuevo, quien afirmó que “tanto Alfonsín como De la Rúa atacaron a los sindicalistas y no terminaron su mandato”, y para el ex juez de la Corte Suprema Eugenio Raúl Zaffaroni, quien expresó su deseo de que “este Gobierno se fuera lo antes posible porque así hace menos daño”. Pero también, para el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, quien terminó envuelto en un escándalo a partir de la infeliz y grosera expresión -por la que luego pidió disculpas- dirigida a una empleada doméstica, a quien además habría hecho designar en la intervención del Sindicato de Obreros Marítimos (Somu) con la aparente finalidad de mejorarle su ingreso.

El jefe de Gabinete, Marcos Peña, admitió que lo que hizo Triaca “está mal”, sugirió que su casera no debió haber sido nombrada en el sindicato intervenido y subrayó que el gobierno de Macri ha elevado la vara y hay que estar a esa altura. El resultado lógico de las tres premisas mencionadas por el jefe de ministros debió haber sido la separación del titular de la cartera laboral. Sin embargo, el funcionario fue ratificado en su cargo, en función de la “excelente” tarea que, a juicio de Peña, viene desempeñando y de su capacidad como interlocutor ante dirigentes gremiales que, en muchos casos, conoce desde que era un niño y que su padre era dirigente del Sindicato del Plástico y ministro de Trabajo de Carlos Menem.

Varias son las características que, según observadores del oficialismo, definen la identidad del gobierno de Cambiemos. Una de ellas es la creencia de que esta administración debe ser muy diferente de las anteriores, objetivo al que ayudan las intervenciones públicas de Cristina Kirchner y de los ex funcionarios de su gestión. Otro rasgo es la lucha contra toda clase de mafias. Cualquier retroceso en esos lineamientos afectaría la identidad de la coalición gobernante y su nivel de adhesión.

Los recientes cuestionamientos del sindicalismo -sector que, desde hace años, figura en los últimos puestos de cualquier ranking de imagen- no desesperan al macrismo, en tanto lo ayudan a perfilar su identidad, tanto como los enfrentamientos con desgastados representantes del kirchnerismo. Las obscenas imágenes de montañas de dólares o de arsenales de armas encontrados en la suntuosa residencia de algún dirigente gremial, como Marcelo Balcedo, también fortalecen al Gobierno.

Pero una cosa es que la opinión pública acompañe la ofensiva para desenmascarar a los gremialistas corruptos y otra muy distinta es que apoye la idea de los funcionarios de limitar las negociaciones salariales a aumentos del 15% anual. 

Precisamente, porque el incumplimiento de las metas inflacionarias en 2016 y 2017 ha hecho ceder la confianza en el Gobierno. 

Un veterano asesor de empresas apuesta a que, cuando se abran las paritarias, la mayoría de los gremios pedirá un aumento del 25%, para asegurarse un 20% o bien una cifra en torno del 18% con cláusula gatillo de ajuste para el caso de que la inflación supere ese porcentaje.

Entre 7 y 13,5 puntos cayó la imagen del Gobierno según las diferentes encuestas.

El 42,6% cree que la situación económica será peor dentro de un año y sólo el 29,7% estima que será mejor, según un sondeo de la consultora Synopsis.

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