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/Ellitoral.com.ar/ Opinión

En una encrucijada

Por Pablo Sirvén

Publicado en el diario La Nación.

Momentos cruciales atraviesa la agencia oficial de noticias Télam. Mientras su operación arroja sustanciales mejoras respecto de la gestión anterior, tiene por delante dos delicados dilemas por resolver. Por un lado, su enfrentamiento definitivo con Lucho Giménez, el peculiar jerárquico que, al mismo tiempo, es secretario general del Sindicato de Trabajadores de Prensa (Sitrapren), con poderes absolutos y discrecionales durante años, recientemente suspendido en sus funciones por la Justicia. Por el otro, una racionalización que pretende no ser traumática de su personal, mediante jubilaciones y prejubilaciones. Es que el kirchnerismo duplicó la planta de empleados, incluso con noventa nombramientos, cuando ya había sido electo presidente Mauricio Macri, aunque antes de su asunción efectiva al poder.

Cuando la actual conducción -periodistas reconocidos y profesionales, con amplia trayectoria en distintos medios y sin filiación partidaria determinada- se hizo cargo de la agencia había 966 empleados (hoy son 883), de los cuales hay unos 300 que en el pasado respondían a la jefatura de La Cámpora y a su manera unilateral de ver las noticias para el exclusivo aprovechamiento del anterior oficialismo. De dos años a esta parte, como era de esperarse, viene menguando su resistencia inicial, con distintos matices.

Como el kirchnerismo fue tan largo (doce años y medio), y hay periodistas que arrancaron muy jovencitos allí bajo su reinado, el reentrenamiento viene siendo arduo: hubo que despojar de militancia las coberturas y acostumbrar a los cronistas a ver una misma información desde distintos puntos de vista. ¿Fue para tanto? Y sí: el especialista en temas de pobreza de la sección Sociedad, por ejemplo, no podía escribir sobre ese tema cuando gobernaba Cristina Kirchner. Idem sobre el aborto, debate que la ex presidenta había resuelto impedir.

La agencia oficial de noticias Télam se ve a sí misma como una “industria estratégica del Estado”. Cierta mirada economicista que campea dentro del gobierno de Cambiemos permea también en la empresa periodística estatal. Algunos de sus responsables se describen con palabras más propias de mercados y finanzas que de una redacción de periodistas. Afirman que son conscientes de que “producen contenidos informativos que influyen en la toma de decisiones y que cuentan con una capacidad de penetración en la difusión de los mismos, en virtud de su condición de mayorista en la producción de contenidos multiplataforma que llegan a todos los medios periodísticos”. Con el 43% de las menciones, según Global News, hoy Télam es la agencia de mayor repercusión en el país que se plantea, como próximo paso, extender su influencia a nivel continental.

Superada la etapa de usina de propaganda gubernamental en tiempos del kirchnerismo, y su evolución a agencia pública de noticias, la recuperación de códigos profesionales, a partir de enero de 2016, está logrando algunos notables resultados (se incrementó en un 80% la facturación, lo que equivale a unos 15 millones de pesos más). Pasó de 151 abonados a los actuales 285, casi duplican la cantidad de cables de la anterior gestión (ahora llegan a 670) y más que triplican el número de videos producidos hasta 2015. Hay una apuesta fuerte al área audiovisual con la compra de 21 cámaras fotográficas de última generación, siete cámaras de TV, seis centros de edición, un dron y una valija “switchera” para transmisiones en vivo.

La mirada del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (Sipreba) sobre la empresa, sin embargo, no es tan condescendiente. Respecto de la cobertura de los conflictos laborales en los medios públicos apunta que el “76,9 por ciento de sus cables tiene como sujeto de la información al propio gobierno” y agrega que “los sindicatos de los medios públicos fueron el eje de la noticia en el 15,38 por ciento de los cables”. La postura sindical reivindica la “teoría de las dos campanas”: aspira a que, en un pie de igualdad, el Gobierno y los gremios cuenten con un espacio similar cuando haya noticias que involucre a ambas partes.

Rodolfo Pousá, presidente de la compañía por segunda vez (lo fue también en tiempos de la Alianza), presentó diez denuncias penales a la Justicia y otras dos a la Oficina Anticorrupción por distintas irregularidades.

Por muchos años, desde fines de la dictadura, el sindicalista Lucho Giménez fue escalando hasta convertirse en un fuerte factor de poder dentro de la empresa.

Ese reinado sindical empezó a resquebrajarse en octubre último cuando el programa La Cornisa, de Luis Majul, lo presentó como “un ‘Pata’ Medina en Télam”. En un informe presentado en ese ciclo, dos empleados efectuaron graves acusaciones contra él.

El caso siguió escalando, con testimonios de más empleados hasta que hace unos días, el juez Ricardo Tatarsky, del juzgado del trabajo N° 52, hizo lugar a la medida cautelar solicitada por los directivos de la agencia de disponer la suspensión de Giménez por considerar que su presencia en la empresa “constituye un peligro para la seguridad de los bienes y del personal de Télam”.

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