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El imperio de los sentidos

Por Carlos Lezcano y Fernando Abelenda

Especial para El Litoral

Un día cualquiera en Corrientes. Se hace de noche. La ciudad empieza su repliegue. Llego a mi casa y veo un posteo en las redes sociales de Javier Reta (artista plástico y director del Centro Cultural “Orto”). En él, anuncia que todavía está expuesta una muestra de Jarumi Nishishinya “Imágenes de primavera”. Dibujos y pinturas sobre el Shunga, un arte japonés, desconocido por nosotros. Recuerdé que mi amigo Carlos Lezcano, con insistencia, me la había recomendado, por lo que partí para allí. 

A propósito de los libros, Marguerite Duras dice: “No sé que es un libro. Nadie lo sabe. Pero cuando hay uno, lo sabemos. Y cuando no hay nada, lo sabemos como sabemos que existimos, no muertos todavía”. En párrafos anteriores, dice: “Sigue habiendo generaciones muertas que hacen libros pudibundos. Incluso jóvenes: libros encantadores…(…) libros de un día, sin noche, de entretenimiento, de viaje. Pero no libros que se incrusten en el pensamiento y que hablen del duelo profundo de toda vida, el lugar común de todo pensamiento.” 

Abandono a Duras para decir exactamente lo mismo para las obras de arte. Yo no sé que es una obra de arte, tal vez, como dice Duras de los libros, nadie lo sabe, pero esa noche cuando me encontré en el medio de la muestra de Jarumi Nishishinya, supe de inmediato que estaba frente a una de ellas. Sentí además que todo el bullicio de la ciudad, de mi ciudad, tenía un centro que silenciaba las rutinas agobiantes, los pesares, el sinsentido, las alienaciones de la vida cotidiana y  de tantas cosas que pasan, que nos pasan sin gracia alguna. 

En el medio de esa explocíón de colores, de imágenes bellas y perturbadoras al mismo tiempo, me dije: es el aura del que habla Walter Benjamin. Un sentimiento de recogimiento, de pequeñez y de distancia frente a lo inalcanzable de lo bello, lo inexplicable ante eso que nos conmueve. Un sentimiento de vivir algo único muy parecido, creo, a eso que solemos llamar felicidad. 

Decidimos con Carlos Lezcano, conductor del programa Todos los Vientos de la radio de la Universidad Nacional del Nordeste realizar una entrevista a la autora de la muestra y que sea ella, Jarumi Nishishinya quien nos devele el misterio, la magia de su arte. 

Carlos Lezcano: ¿De que se trata la muestra?

La muestra se llama Imágenes de Primavera. Es un homenaje al Shunga que es un género artístico  japonés que se dio en el período Edo, desde el 1600 hasta mediados del 1800. Es un género muy controvertido que representa al sexo. Estamos hablando de un período que duró dos siglos, dentro de un período muy conocido de grabados llamado de Imágenes Flotantes. Lo interesante es que  tocar la cuestión sexual no fue controvertido en un sentido de la moral victoriana –propia de occidente- sino por que era un género que se burlaba en forma irónica de la aristocrácia japonesa, de los gobernantes. De hecho, los japoneses no estaban muy orgullosos de este género.

C.L: ¿Por qué y cuando aparece este interés tuyo por este género?

Mi abuelo vino de Okinawa, Japón, y desde que tengo 13 o 14 años la cultura oriental japonesa atraviesa mi obra. Y con la lectura de Mil Grullas de Yasunari Kawabata (publicada en 1952) cuyo tema central es la Ceremonia del Té me adentro intencionalmente en la cultura japonesa. Es muy interesante, es todo muy lindo pero al mismo tiempo tiene cuestiones muy fuertes. No se toma en cuenta el deseo de las personas, son ceremonias para hacer alguna unión matrimonial. 

Fernando Abelenda: ¿Algo inhumano, no? 

Sí, algo muy fuerte. Empiezo a ver ese lado tremendo de la cultura que luego me lleva a interesarme en el mundo de las geishas. De hecho comienzo a hacer unas series que tienen que ver directamente con la cultura japonesa.

C.L: El mundo de las geishas es bellísimo pero tremendo a la vez.

Sí totalmente, las geishas son bellísimas y era una salida también de las penurias de la vida campesina. Los campesinos vendían a sus hijas para que vayan a un lugar que se llamaba Hanamachi, que quiere decir ciudad de las flores (hana, flor- machi- ciudad) para vivir en las okiyas que eran las casas donde se alojaban y las formaban a las geishas. Todo ese mundo es fascinante por un lado, pero por otro, es terrible, tenés mujeres que no se iban a poder enamorar o casarse jamás. 

F.A: ¿Las extirpaban de sus hogares siendo muy pequeñas, no?

Sí, sí, de muy chiquitas. Algo muy bello y muy triste a la vez. 

C.L: ¿Exploraste otros aspectos de la cultura japonesa?

Sí, me adentré en el mundo de los sumotori, de los luchadores de zumo que también es un mundo fascinante y terrible a la vez. Son deidades, en la cultura occidental serían seres “sagrados”

F.A. ¿Y qué implicaba ser considerados sagrados?

Ser una deidad, ser sagrado implica una vida muy sacrificada, terrible. En definitiva todo tiene como su lado b. Su lado oscuro.

C.L: Y la muestra Imágenes de Primavera. ¿cómo surgió la idea?

En realidad fue en tiempos de la pandemia y la cuestión del no/contacto. Fue en ese tiempo que quise hacer un homenaje al Shunga. 

F.A: En la década del setenta el director Nagisa Oshima realizó el film El imperio de los Sentidos (de producción francesa). Fue una película que dio muchísimo que hablar en el ambiente intelectual. En tu muestra hay un cuadro que tengo la impresión se inspira en esa película ¿es así?

Sí,sí. Vi la película.

F.A: Es sobre una historia verídica que sucede en Asakusa un barrio bohemio de Tokio en el que encuentran a una mujer caminando con los genitales extirpados de su amante. Fue una historia real que dio que hablar a todo el Japón. Esa historia se llevó al cine y tuvo un impacto brutal entre los intelectuales de todo el mundo. Hay un cuadro en especial en tu muestra que tiene reminiscencias de esa historia. ¿No?

Yo, cuando produzco arte, lo hago desde un lugar visceral, o sea, no intelectual, no lo pienso, voy sintiendo pero obviamente todas las imágenes están, pero no de manera intencional. No me propongo: bueno, ahora voy a pintar algo que tenga que ver con la película. No, eso no, sino lo que me sale son mas bien sensaciones que me fueron transmitiendo novelas o películas que vi. Por ejemplo las novelas de Kenzaburo Oé, Akutagawa o Kawabata. Por ejemplo, ahora vi Tokio, la que me recomendaste

F.A: Viste Tokio de Yazujiro Ozu

Sí, muy buena. 

C.L: ¿Cómo llevás a la pintura todas esas sensaciones? ¿Cómo sucede esto?

En principio, yo no sólo pinto. Yo dibujo mucho. O sea que el dibujo es lo que más marca mi obra. Dibujo, pintura y cerámica, cerámica escultórica. 

C.L: ¿Cómo sucede esto? ¿Qué pasa con vos?

Lo que en realidad me pasa es que si voy caminando por la calle y veo a una mujer embarazada con un hijo al lado y ambos mirando el celular, eso me puede despertar una producción. También puede ser una situación vivida familiarmente, del mismo modo que una novela o una película. 

C.L: ¿Qué tipo de producción?

Por lo general produzco series. Por ejemplo, esculturas en miniatura. Por ejemplo está la serie del orto. Una mujer que está toda contorsionada, que no da más, porque lo tiene al celular tratando de sacarse una foto en su órgano genital, ¿no? Es muy común, es cotidiano, pero lo ves en la escultura y te produce algo tremendo. Decís: ¿qué es esto? O, una mujer está dando de mamar, pero a la vez está mirando el celular y no a su bebé. O una mujer en un inodoro con una NetBook de conectar igualdad. Todo en miniatura.

C.L: ¿Cómo lo realizás?

Obviamente trabajo con lupa. Son esculturas que miden entre siete y quince centímetros. Yo las valoro mucho. Es en cerámica. Toda mi obra va surgiendo de acuerdo a lo que me conmueve, y como dije, casi siempre son series. 

F.A: Volviendo a tu reciente muestra Imágenes de Primavera que si bien recrea magistralmente el arte Shunga del período Edo, lo que yo viví fue algo conmovedor de lo ritual del Japón antiguo además de la emoción ante la belleza de la muestra y del erotismo de las imágenes. Sentí algo similar a la ritualidad que se respira en Días Perfectos la reciente película de Win Wenders.

Si, totalmente mi madre de muy chica decía que tenía tomar el té o cocido, o lo que sea, en una taza de porcelana. Igual que mi abuelo que hasta cuando lo internaban -tenía problemas de corazón- le llevaban su taza de porcelana o pedía que le bajaran el colchón al piso para dormir allí. No sé, no sé como llamar a esto, creo que son cuestiones que vienen de los ancestros. 

C. L: ¿Qué estás haciendo ahora? Y, después de esto ¿qué?

¿Después de esto? Siempre hay cosas entre series y series. Por ejemplo, una imagen en una espalda de mujer. Le hice un tatuaje. Es la primera vez que trabajo en un cuerpo. Yo siempre dibujo cuerpos humanos, rara vez, muy rara vez hice paisajes. Me interesa la temática de lo humano. Incluso en el tatuaje fue un desafío ¿con qué material hago el tatuaje?¿La tinta? ¿Los colores? Yo soy de la escuela de Juan José Stegmayer, no me gusta el hiperrealismo; quiero que se sepa que es un tatuaje.

C.L: ¿Tu obra tiene algo de esa paciencia oriental? ¿O es al revés? ¿Ella te calma? ¿Cómo es en realidad?

La verdad es que es un proceso sobre todo con la cerámica que requiere paciencia. Trabajar con la arcilla es un proceso meticuloso de respeto del material, de la humedad que porta la pieza que se está haciendo, no podés forzar, lo mismo con la pintura; con el dibujo es más rápido. Yo, para responder a tu pregunta, no me caracterizo por la paciencia, más bien soy impaciente e impulsiva.Por ejemplo, hacer Ikebana requiere paciencia que yo no tengo pero a veces el deseo motiva a que uno se haga de ella, de paciencia ¿no? El deseo de ver la obra terminada

IMÁGENES DE PRIMAVERA

El shunga o imágenes de primavera es un género de estampas japonés que tiene como tema principal la representación del sexo. En el Japón del período Edo (1603-1867) dichas estampas eran de circulación popular para el deleite visual en un mercado negro donde su prohibición con el tiempo fue más estricta. Los artistas no firmaban sus obras, utilizaban un sello que los identificaba en un círculo reducido. La censura hasta el siglo XIX más que por cuestiones morales se debía al contenido de críticas de las costumbres japonesas y su connotación de humor irónico que las mismas poseían hacia funcionarios y aristócratas. 

Jarumi Nishishinya nació en 1979 en la ciudad de Resistencia, Chaco, Argentina. Pertenece a la tercera generación nikkei, por su abuelo paterno nacido en Okinawa, Japón. Es licenciada en Psicología y desde su juventud tuvo una formación intensa en el campo del arte. Sus trabajos fueron presentados y premiados en numerosas exposiciones individuales y grupales. En el año 2018 obtuvo el Premio Joven Destacado Nikkei (área Arte) otorgado por el Centro Nikkei Argentino. Obtuvo becas nacionales: Beca Fundación Antorchas (2001-2004), “Entrecampos Regional” (2008). Se formó en pintura con Juan José Stegmayer, en dibujo con Rolando Sá Fleitas y en escultura con Rodolfo Schenone. Realizó exposiciones desde el año 1994 hasta la actualidad. Algunas de ellas son: “Develaciones” Museo Provincial de Bellas Artes “René Brusau” (Chaco)/ Dirección de Cultura de la Provincia de Corrientes. “Sello de Identidad”, Moucla, Hamburgo Alemania. “Hipermodernidad” en el Museo de Medios de Comunicación (Chaco). Actualmente en Galería virtual Tricera, Tokio, Japón.

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