Viernes 26de Abril de 2024CORRIENTES23°Pronóstico Extendido

Dolar Compra:$853,0

Dolar Venta:$893,0

Viernes 26de Abril de 2024CORRIENTES23°Pronóstico Extendido

Dolar Compra:$853,0

Dolar Venta:$893,0

/Ellitoral.com.ar/ Salud Ambiente

La indiferencia que hace invisible a los de la calle, donde el frío se siente hasta en los huesos

Calle. En una noche fría, dos personas sin hogar descansan en un negocio abandonado frente a la plaza Vera. MARCOS MENDOZA

Marisol Salinas

marisolesalinas@gmail.com

Como me viene ocurriendo desde 1985, la calle se ha convertido en mi mundo y las sórdidas estructuras de un negocio abandonado forman mi habitación en la que, pese a los abrigos donados, el frío impacta llenando de temblor cada músculo de mi cuerpo.

El día llega con aroma a sol, lo que imprime un mejor augurio pero es difícil conseguir comida. Pese a que la mayor parte del tiempo “vagamos” por las plazas de la ciudad, no somos incluidos en la sociedad y eso nos hace invisibles.

Las personas insertas en su mundo van y vienen, en un traqueteo continuo, sin percatarse de nuestra existencia. Nadie los culpa, nosotros nos separamos del sistema tras vivir situaciones difíciles que preferimos callar, somos los que nos dejamos abandonar en la soledad del asfalto y los que encuentran como única escapatoria a la bebida o a las drogas, que en nuestro contexto, son moneda corriente.  

Tengo hambre, tengo frío, me duele el cuerpo, pero la realidad en la que estoy inmerso es tan común que ya ni recuerdo la calidez de una familia que supe tener y la que abandoné hace mucho porque no conseguía trabajo.

Llega la noche, así que me acomodo en un refugio abandonado frente a plaza Vera. Con cartones cubro el colchón de una plaza, y me envuelvo con una colcha regalada. 

Hasta que mi ensueño se ve interrumpido por los flashes de una cámara. ¿Que cómo me encuentro?, me pregunta uno de los dos periodistas que se acercó a conversar. 

Si supieran lo difícil que es vivir en la calle. ¿Sabrán acaso que nadie contrata a una persona que lleva puestos sus únicos pantalones prestados y una remera que revela que el paso del tiempo también llega a la indumentaria de algodón?

“No tengo documento”, les contesté para empezar; hace muchos años que busco trabajo y ahora sólo hago changas. Desde 1985 que me encuentro en esta situación, la plata no alcanza para nada así que todos los días me sumerjo en los abrigos y el último trago de vino hace que me escape al mundo de los sueños.

Mientras la mujer anotaba algo en un cuaderno y un hombre tomaba fotos, observo sus abrigos inflados, sus cuellos cubiertos y sus rostros frescos, me hacen presuponer que tienen cómodos colchones. Deben sentarse en un sillón a mirar televisión  y hasta puedo sentir el aroma de una sopa recién calentada, acompañada por una gaseosa.

Pienso en todo eso, lo dudo, me da vergüenza, pero finalmente me animo a pedirle una gaseosa para acompañar la comida recién donada por un grupo de buenos samaritanos, que nos traen comida todas las noches. Los periodistas aseguran que me comprarán algo.

Me hago el distraído cuando me preguntan mi nombre, prefiero guardarlo para mí. Pero a mi lado está Rubén, el uruguayo. El es un poco más osado y hasta se animó a interpelar a la mujer del anotador: “¿Vos tenés familia, amigos? ¿Yo soy uno de ellos? No lo soy, por eso vivo en la calle. No tengo a nadie, además acá tenemos porro, marihuana, todo eso. Hasta que no me retire mi tía no me muevo”.

Después de una breve conversación nos saludaron y a los minutos regresaron con la gaseosa, una bolsa de pan y chocolates. Al menos sirve para pasar la noche, mañana volveremos a ser invisibles.

La otra mirada

El último relevamiento,  confeccionado durante el 2016 con una mapeo realizado dentro de las cuatro avenidas, arrojaba que unas 150 personas vivían en las calles de Capital. 

El recuento estuvo coordinado por el subsecretario de Políticas Sociales del Municipio, Juan Fernando Marcópulos y tras ser consultado por este diario sobre la situación actual, comentó que se sigue brindando asistencia a un centenar de personas, pero las estadísticas aún no se actualizaron.

Para conocer la realidad en profundidad, el jueves por la noche El Litoral conversó con los dos hombres del principio de esta nota, quienes dormitan en un negocio abandonado ubicado sobre Junín, justo frente a plaza Vera.

Como puede verse en la foto, uno de ellos (Rubén) se recostó en la intemperie,  y el que prefirió mantenerse en el anonimato estaba tumbado sobre un colchón (entre las estructuras de un balcón) desde donde relató los infortunios de la noche. La última de ellas, se presentaba fría con unos 8 grados de temperatura.

Pese a que están ubicados en una de las calles más transitadas de la ciudad, la mayoría de los peatones se acostumbró a su presencia. Esa naturalización se convirtió en una anestesia de indiferencia.

Sin embargo, no es así para todos los sectores ya que los equipos de “El buen samaritano”, de la iglesia San Francisco, Catedral y Jesús Nazareno, se turnan para brindar alimento, abrigo y contención durante todo el año. (Ver cuadro). 

Es decir, que aquellos que deseen colaborar con las personas sin hogar, podrán hacerlo acercándose a dichas parroquias o bien llamando al 911, que dispuso una línea para dar aviso de situaciones de desamparo.

De todas formas, lo cierto es que los refugios existentes, tal como se publicó en la edición de ayer, están completamente colmados en su capacidad.

¿Te gustó la nota?

Ocurrió un error

Comentarios